LA SCALONETA Y EL SENTIDO DE PERTENENCIA A LA SELECCIÓN ARGENTINA

A un toque

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Por Santiago Tuñez

Dijo Oscar Ruggeri, lejos del estilo visceral que caracterizaba su juego: “Cuando me fui de cada club no me dolió, no sentí nada, pero dejar la Selección fue durísimo. Tener que entender que mi tiempo había pasado y que no iba a volver fue un duelo que me dura hasta hoy”.

Aseguró Cholo Simeone, el hombre del cuchillo entre los dientes: “Nuestros antecesores nos legaron esa responsabilidad de querer estar siempre. Es una educación emotiva. Porque cada partido con el seleccionado quizás sea el último, entonces el jugador lo toma como algo único”.

Y sostuvo Juan Pablo Sorin, como en aquellas apariciones contundentes en el área: “El impulso sale del corazón y para eso no hay muchas explicaciones. Estar en la Selección sigue siendo un sueño que debe defenderse y cuidarse porque pasa muy rápido. Es un momento mágico, no se puede comparar con jugar en un club, por más grande que sea. Después de cada partido te preguntás: ‘¿Cuándo es el próximo partido?’ Eso lo explica un poco”.

Podrán haber jugado en épocas diferentes. O coincidido en planteles, Copas Américas y mundiales. Al margen de las cuestiones generacionales, las palabras expresadas por Ruggeri, Simeone y Sorin devuelven un punto en común. Una señal identificatoria que conecta sus discursos: el sentido de pertenencia en celeste y blanco. Se nota en cada una de sus frases. Y eso puede comprobarse, también, en los testimonios que aparecen en Selección Argentina, la serie. Camino a Qatar.

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Cuenta Germán Pezzella, el defensor con pasado en Fiorentina y presente en  Betis: “En los clubes, los compañeros reconocen el sentimiento de los argentinos por la Selección. Esperamos con ansiedad el día de venir a ponernos la camiseta y disfrutar. Al fin y al cabo, los momentos que uno vive a lo largo de la carrera con su seleccionado no son muchos. Por eso, se vive de manera fuerte”.

Leandro Paredes escanea el juego y sigue por la misma línea: “Yo estoy esperando el momento de venir a la Selección. Estar acá, con la camiseta, esos diez días o dos semanas que nos toca venir”.

Y resume Lionel Scaloni, el DT del equipo que lleva 33 partidos invicto y contempla el Mundial de Qatar cada vez más cerca: “Acá hay chicos que se juegan la vida por esa camiseta. Eso se ve reflejado y es el entusiasmo que uno observa día a día en la calle”.

Se trata, en definitiva, de una marca propia. Un ADN que atraviesa la línea de tiempo. Y sobre todo, del cumplimiento de un mandato. Aquel decretado por un tal Diego Maradona: “En la Selección tiene que haber una ley, pero no la de los políticos o la del Congreso, sino la ley del sentimiento. El jugador del seleccionado es responsable de representar al país y sentir eso es hermoso, realmente hermoso”.

 

 

 

 

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