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Domingo 10 de noviembre de 1996. Sale Boca al cuadrilátero verde de la Bombonera. La tarde soleada busca alumbrar a un equipo de juego gris. Entre apriete y apriete de su corbata, Carlos Bilardo mueve las piezas y le hace espacio a un nombre sin rodaje en Primera. Sólo se sabe que es uno de los seis juveniles adquiridos por Mauricio Macri y compañía a Argentinos Juniors. Ese falta de datos, sin embargo, cambia en cada toque contra Unión. También, en su pausa y la asistencia quirúrgica en el gol del Negro Cáceres. Continue Reading
Por Santiago Tuñez
Algo cambió en ese momento. O, mejor dicho, se terminó. “¡Poné ESPN. Dale, apurate!”, avisó mi hermano Gabriel por teléfono. Y la pantalla del televisor devolvió, unos segundos después, el fin del fútbol de autor. De una manera cerebral de entender este juego. De vivirlo y expresarlo con convicciones dentro y fuera del césped. De jugarlo. Continue Reading
Por Diego Tomasi (@diegostomasi)
Domingo 30 de marzo de 2014. Boca y River se encuentran en la Bombonera. Juan Román Riquelme juega (y no lo sabe todavía) su último superclásico. El partido termina dos a uno para el equipo visitante. Cuando Ramiro Funes Mori convierte el segundo gol, Riquelme ya no está en el campo. Ha sido reemplazado unos minutos antes. Ya ha manejado los tiempos del partido. Ya ha convertido, tal vez, uno de los mejores goles de tiro libre de su carrera. Ya ha logrado que algún hincha, en la tribuna popular, se abrace por primera vez a una persona que no conoce. Ya ha hecho que el mismo hincha llore en una cancha, también por primera vez. Continue Reading
Por David Ruiz de la Torre (@azalkmaar67)
“¿El secreto de mis gambetas? Me caí de pequeño en una poción mágica”. Eden Hazard demuestra su ingenio para salir del paso cuando la prensa inglesa le pregunta por el origen de ese arte tan suyo para fisurar la cintura de sus marcadores. Cualquiera pensaría, con buen criterio, que los pases imposibles y cambios de ritmo que el genial extremo de la selección belga dibuja sobre el césped en cada encuentro están ligados estrechamente al ADN futbolero de su familia. Continue Reading
Se habían conocido allá por 1992. Uno era entrenador de las inferiores de Argentinos Juniors. Y el otro, un adolescente de Don Torcuato que horneaba su talento con los juveniles del club. Algo atrapó el interés de José Pekerman: la inteligencia de Juan Román Riquelme para simplificar el juego. Sus pases exactos a los laterales, junto con la lectura de los espacios para asistir a los extremos y los goleadores. Ese estilo lo llevó a comprar enseguida las acciones del 10. Hizo una apuesta por su identidad y cobró en efectivo. Continue Reading
Agosto de 2001. Ya no era aquel juvenil que deslumbraba en el césped y la tiraba larga para escaparle al periodismo. Todo lo contrario. Después de lograr su segunda Copa Libertadores con Boca, Juan Román Riquelme se hacía cargo de su personaje. Y en una nota con la revista Al Arco, mencionaba temas de su intimidad. Hablaba de Don Torcuato, sus amigos, su familia… También se refería a su forma de entender el fútbol. A los 23 años, y con el pase a Barcelona en el horizonte, el 10 mostraba otros lados de su vida. Pasen y lean algunos extractos de aquella entrevista.
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Por Marcos González Cezer
-Cuando llego a mi casa, en Don Torcuato, mi vida no es la de un futbolista. Ahí no se habla de fútbol, no se escucha de fútbol, no se ve fútbol. El fútbol se juega.
-Y vos te prendés.
-Sí, claro. Siempre juego con mis amigos.
-¿Don Torcuato es tu escudo protector?
-Me da tranquilidad estar en mi casa, en mi barrio. Hay mucho asado, esas cosas. Mis amigos siempre están en casa. Hay veces que llego y ellos ya están haciendo el asado, o pasa que yo no sé dónde están las cosas, y ellos sí. Les tengo que preguntar dónde está la yerba, por ejemplo. Continue Reading
Va por vos
Podría haberlos unido la música, desde las letras craneadas por uno de ellos. O por una caravana interminable para ver a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Nada eso, sin embargo, ocurrió en la vida diaria de ambos personajes. Indio Solari y Juan Román Riquelme se encontraron a través de una pelota… y un sentimiento. Sucedió a fines de 2011, en los palcos vip de la Bombonera. El 10 eterno de Boca se acercó a saludar al cantante y le regaló una camiseta. «Dijo que tenía varias, pero le faltaba la mía», contó el futbolista después del cara a cara, con foto incluida. El ex líder de Los Redondos, con su corazón pintado de azul y amarillo, ya había manifestado antes su pasión por el juego de JR. «Cuando jugaba en Villarreal me gustaba verlo», comentó a los lectores de la revista Rolling Stone en 2008. «Es un grande, un gran jugador», amplió tiempo después en La Garganta Poderosa. Y sus elogios más potentes sonaron en el libro El caño más bello del mundo. Allí, Indio escribió estas líneas de admiración dedicadas al futbolista. Vale repasarlas en el día que cumple 66 años.
«Román ha sido, de todos los jugadores que vi, el que más me ha hecho disfrutar del fútbol. Sabe, de manera natural, cómo es el juego todo (cosa poco frecuente) y posee una técnica exquisita y elegante que le permite valorar esa ventaja. Su visión periférica le hace fácil elegir, en un instante, el mejor circuito para que su equipo saque provecho. Cuando se hace del balón lo protege con su cuerpo de manera casi invulnerable a la espera del mejor momento para burlar a sus marcadores.