Agosto de 2001. Ya no era aquel juvenil que deslumbraba en el césped y la tiraba larga para escaparle al periodismo. Todo lo contrario. Después de lograr su segunda Copa Libertadores con Boca, Juan Román Riquelme se hacía cargo de su personaje. Y en una nota con la revista Al Arco, mencionaba temas de su intimidad. Hablaba de Don Torcuato, sus amigos, su familia… También se refería a su forma de entender el fútbol. A los 23 años, y con el pase a Barcelona en el horizonte, el 10 mostraba otros lados de su vida. Pasen y lean algunos extractos de aquella entrevista.
———————
Por Marcos González Cezer
-Cuando llego a mi casa, en Don Torcuato, mi vida no es la de un futbolista. Ahí no se habla de fútbol, no se escucha de fútbol, no se ve fútbol. El fútbol se juega.
-Y vos te prendés.
-Sí, claro. Siempre juego con mis amigos.
-¿Don Torcuato es tu escudo protector?
-Me da tranquilidad estar en mi casa, en mi barrio. Hay mucho asado, esas cosas. Mis amigos siempre están en casa. Hay veces que llego y ellos ya están haciendo el asado, o pasa que yo no sé dónde están las cosas, y ellos sí. Les tengo que preguntar dónde está la yerba, por ejemplo.
-Debe resultarte difícil desprenderte de todo eso.
-Es bastante complicado pensar que voy a dejar esas cosas.
-¿Te joden cuando dicen que lo que te hace mal es el entorno?
-Yo siento que hay gente a la que le puedo caer muy bien, y hay gente a la que no le debo caer tan bien. Cada uno vive la vida de la manera que quiere. Tengo los mismos amigos que tenía de chiquito y no los cambio.
-Es raro, porque eso, lo que más querés, parece ser una de las cosas que más irrita a la dirigencia. De alguna manera pasó lo mismo con Maradona.
-No lo sé. Por ahí hay gente que se molesta por cómo soy yo.
-Tus amigos deben tener la misma edad que vos…
-Sí, más o menos sí.
-¿Y qué hacen para vivir?
-La reman, como todo el mundo.
-¿Te imaginás que hubieras sido sin el fútbol?
-Seguramente lo mismo que ellos. Remisero, albañil, cualquier cosa. Pero no tendría problemas, eh. Es más: si hoy tuviera que dejar el fútbol porque me canso o porque no tengo más ganas de ir a jugar, tampoco tendría problemas de ir a laburar como cualquiera de mis amigos.
-Esperá, esperá… ¿Estás manejando esa posibilidad?
-No, no, no… Hay días en que uno piensa esas cosas, pero son como calenturas del momento. Así que no, nada que ver. Lo que digo es que si me pasara, no tendría ningún problema. (…)
-Román, ¿qué sentís, a los 23 años, que todo un país hable de vos?
-Me hace feliz. La verdad que estos últimos años tuve la suerte de jugar en un gran equipo, donde las cosas se me hicieron muy fáciles. Tanto el técnico como mis compañeros me hicieron las cosas fáciles. Si no fuera por ellos, no podría haber jugado de la manera que me salió. Tengo esa suerte.
-Siempre hablás de Carlos Bianchi, ¿cuán importante fue?
-Yo soy un agradecido de todos los técnicos que tuve, de todos aprendí algo. Pero a Bianchi la agradezco haberme hecho jugar en este puesto.
-¿Sos de charlar mucho con Bianchi?
-Sí, todos los días hablamos. Me pregunta de mi familia, se preocupa por cosas, no sólo por el fútbol. Eso es importante.
-¿Qué te sorprende de él?
-Cómo tiene al grupo. El que no juega está más contento que el que sabe que va a jugar todos los partidos. No todos los técnicos saben manejar el grupo de la misma manera. Esa es su cualidad. (…)
«Si hoy tuviera que dejar el fútbol porque me canso o porque no tengo más ganas de ir a jugar, tampoco tendría problemas de ir a laburar como cualquiera de mis amigos», aseguraba Riquelme en aquella nota, después de su segunda Libertadores con Boca.
-Para vos en el fútbol no hay secretos.
-No hay, no hay. Vos mirá lo que es Boca: hace tres años que todo el mundo sabe cómo juega, sabe quien defiende, quien marca, quien ataca y quien hace los goles. Pero Boca sigue ganando. Es fácil. Es muy fácil. Y Bianchi, por suerte para nosotros, tiene las cosas claras.
-¿Entonces qué? ¿Bianchi ni siquiera hace charlas técnicas?
-Tenés que verlo en la charla técnica a Bianchi… Últimamente, cinco minutos duraba: agarraba el papel, ponía el equipo y le ponía una flechita larga a Ibarra, que era el que más corría de los nuestros… ¡En serio, no te rías! Anotaba los nombres de todos y la flechita se la ponía a Ibarra, que nos hacía ganar los partidos. Después, decía: “Los defensores defienden, los volantes primero marquen y después ataquen, y los de arriba hagan goles”. Más claro que eso… Cuando uno entra a la cancha ya sabe que Bermúdez no va a jugar de 9, y que Delgado no va a ir de 3 o de 4. (…)
-¿Te da bronca, por ejemplo, que para un partido muy importante, por ejemplo una final de la Copa, le pongan precios altísimos a las entradas?
-Y claro, molesta mucho. Nosotros queremos que vaya toda la gente para darle una alegría. Pero bueno, yo no soy el dueño del club para decidirlo.
-Otra de tus diferencias con los dirigentes.
Y… Hace mucho tiempo que vengo mal con los dirigentes. Hace cinco años que estoy en Boca y son muchas cosas que vienen cansando.
-¿Qué cosas te cansan?
-Me cansan cosas que por ahí cuando sos chico no te das cuenta. Cuando yo era chico quería jugar en Boca y nada más. Pero después van apareciendo personas que hacen que las cosas ya no sean tan lindas…
-Olvidate de tu caso en Boca. La pregunta es más amplia. ¿Por qué en algún momento la relación entre dirigentes y jugadores se termina rompiendo? ¿Será que vienen de diferentes orígenes?
-Puede ser.
-¿O será que no entienden la lógica del vestuario?
-También. Ellos nunca van a sentir lo que siente un futbolista, así como nosotros nunca vamos a sentir lo que sienten los dirigentes. Ojalá yo nunca sienta como sienten ellos… Opinan de fútbol… La verdad es que molesta, porque se sientan en la silla y hablan de nosotros y nunca vivieron lo que se vive en un vestuario, lo que se vive en una cancha o en un entrenamiento. Tenemos que aguantar cosas, y cansa. Pero la verdad es que yo trato de prestarle poca atención. Trato de que mis cosas me salgan bien y que mi familia esté bien. Lo que piensan los demás no me importa.
-¿Pensás que ellos les tienen envidia a ustedes?
-Les encantaría ser futbolistas. La mayoría de los dirigentes son jugadores frustrados. Pero a mí ni en pedo me gustaría ser dirigente. (…)
-¿Qué pensás de la Selección?
-Que juega muy bien.
-Pero no soñás con estar…
-Yo siempre quiero estar en la Selección. Pero ya hace mucho tiempo que no estoy.
-¿Qué te provoca la presión de la gente para que Bielsa te llame?
-Me hace feliz. Ojalá pueda algún día estar en la Selección y rendir en el nivel que toda la gente espera.
-¿Vivís más del elogio de la gente que de la prensa?
-Puede ser.
-¿Te sentís el jugador del pueblo?
-Siento que la gente me quiere.
-¿De chiquito soñabas con este cariño?
-Yo soñaba con jugar.
-¿Y como quién querías ser?
-Y, todos queríamos ser como Maradona.
-Eras de jugar en el potrero y relatar los partidos, tipo “la lleva Diego” y esas cosas…
-Sí, sí. Lo hacía.
-Y ahora los pibes dicen “la lleva Riquelme”…
-Sí, es verdad.
-¿Los escuchaste?
-Sí. En mi barrio los pibes dicen eso.
-¿Y? ¿Qué te produce eso?
Y… pienso: “Estos están todos locos…”