El sueño se repetía mientras poblaba su estómago con tostado de fideo y té, o se arrodillaba en un cuero de ovejas para realizar los ejercicios de la escuela. En aquellos días de Orinoca, Evo Morales fantaseaba con ser como su ídolo de póster. Nada de llegar a la presidencia de Bolivia y, menos aún, ofrecer un discurso en la ONU. En sus días de adolescente, sólo se ilusionaba con copiar a Carlos Aragonés, el delantero que brilló en los setenta en el altiplano. Ese deseo lo impulsó a probarse en Oruro, y estuvo cerca de dejarlo en Primera División.
Pinceladas del perfil futbolero de Morales, que le regaló un poncho andino a Lionel Messi, luego del empate 1 a 1 entre Bolivia y Argentina. «Es un gran ser humano», destacó el presidente boliviano, que sorprendió a la Pulga con su visita al vestuario. En 2012, vale recordar, le había entregado un premio a Ronaldinho, cuando llegó a Sucre para jugar un partido de Copa Libertadores.
El fanatismo de Morales por la pelota comenzó en Orinoca, donde prendió su vocación de líder sindical. Así lo destacó Martín Sivak, en el libro Jefazo. “Lo primero que organizó en su vida fue el equipo de su comunidad. Se llamó Fraternidad y él se convirtió en capitán y delegado. Tenía 16 años cuando lo eligieron director técnico de todo su cantón. Con la lana de las llamas que esquilaba y con los zorros que cazaba, compraba pelotas y camisetas”.
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Esa escena se vio tiempo después en El Chaparé, una zona del centro de Bolivia donde se cultiva la hoja de coca. El fútbol resultó la vía de integración de Evo. “El domingo del debut, hizo varios goles y fue el mejor jugador del partido. Los lugareños empezaron a querer jugar con él, preguntarle por su vida, por cuánto se quedaría”, escribió Sivak. Muy rápido fundó su equipo, Nuevo Horizonte, con el que salió campeón del torneo del sindicato. Y las mujeres lo llamaron “Joven Pelotero”, porque a cada reunión llevaba un balón para jugar en el cuarto intermedio.
El fútbol dominó la vida de Morales. Y tuvo, como se ve, un peso fundamental en el inicio de su etapa de dirigente y líder sindical. Mucho más, a esta altura, que un rodillazo en los testículos de un rival. Y un premio a Lionel Messi.