LOCO GATTI: EL PARTIDO BAJO LA NIEVE Y SU MÉTODO ESPECIAL PARA ENTONARSE

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Por Santiago Tuñez

Sábado 20 de marzo de 1976. La Selección sale a escena en el clima helado de Kiev. Es el tiempo de jugar contra la Unión Soviética, en el primer partido de una gira internacional por Europa. El equipo que dirige el Flaco Menotti busca sumar horas de juego para el Mundial ’78. Hay inquietud por el rival, que lleva cinco años sin perder como local. Y sobre todo, nerviosismo por lo que ocurre a 12.816 kilómetros de distancia. En la Argentina se acerca el golpe de Estado. El principio de la noche más oscura y sangrienta en la historia del país.

Se ven nombres conocidos sobre el césped. La base del seleccionado que con los años quedará en el póster. Ahí están Conejo Tarantini, Olguín, Tolo Gallego, Ardiles, Luque y Kempes. A ellos se suman Daniel Killer, Lobo Carrascosa -capitán y símbolo del plantel-, Trobbiani y Bochini. Y en el arco, aparece un hombre con pantalones largos y gorro de lana con pompón. Se trata del Loco Gatti, que pelea el puesto con Pato Fillol y sorprende con ese look en la capital ucraniana.

El gol de Kempes, en el cierre del primer tiempo, pone en ventaja a la Selección. Y de ahí en más, comienza el unipersonal de Gatti. Bajo la nieve, tapa uno, dos, tres remates con destino de red. También se anticipa en algunas jugadas de la Unión Soviética, corta centros y hasta se anima a bajar la pelota con una mano. El Loco se queda con todos los elogios y es la figura de un amistoso que marca el estreno de Daniel Passarella en la Selección (ingresó por Bochini en la segunda etapa).

“Siempre sostuve que no soy arquero, sino un jugador más dentro del equipo. Y hoy creo que lo demostré. Nunca soñé con jugar en Europa bajo semejante nieve y te digo que recordé muchas charlas que a veces teníamos con Amadeo Carrizo sobre los arqueros europeos. Me di cuenta por qué son tan simples y directos”, le cuenta Gatti al periodista Héctor Vega Onesime, de El Gráfico, después del triunfo 1 a 0. “Si Menotti pensó en mí cuando atajaba en Gimnasia, no podía fallarle”, remarca el arquero de Boca.

Nada dice, entonces, de la bebida que lo acompañó en ese partido. Lo hará en septiembre de 1989, un año después de su último partido en Boca y mientras trata de ser eterno un rato más. “¿Cuál fue el gran partido de su vida?”, le pregunta el escritor Rodolfo Braceli, autor del libro De Fútbol Somos, ese que le da nombre a este blog. Y la respuesta de Gatti es elocuente: “Contra la Unión Soviética, en Kiev, las hice todas. Para entonarme tomé whisky y Menotti lo sabía. Yo tenía la botellita detrás del palo y cada tanto ¡chuik! ¡chuik! ¡chuik! Como ese partido no habrá ninguno igual”.

 

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