LA GLORIA Y EL INFIERNO

No te olvidés

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Por Gabriel Tuñez (@gabtunez)

“’Dieron el golpe’, le digo a Silvia, mientras voy cambiando los canales para verificar que están en cadena. La voz funeraria confirma la noticia más esperada y temida: ‘Se comunica a la población que a partir del día de la fecha, el país se encuentra bajo el control operacional de la Junta de Comandantes’. Fumamos en silencio, hipnotizados por el escudo y me pregunto qué pasara con nosotros. Temo a este golpe más que a todos los otros que padecimos y no comparto el triunfalismo de algunos compañeros que lo ven condenado a un rápido desgaste y una retirada similar a la anterior dictadura”. (De Diario de un clandestino. Miguel Bonasso)


“Señores, así como el comandante arenga a su tropa, así como el Presidente saluda y despide embajadores, así quiero exhortarlos a que se sientan y sean ganadores, ganadores del torneo, ganadores de la amistad, ganadores de la hidalguía y demuestren la calidad humana del hombre argentino”. (Palabras del dictador Jorge Rafael Videla al plantel del seleccionado argentino)



“Innumerables cantidad de pequeños papeles recortados que van como nieve cayendo sobre este sector de los alrededores del campo y además las tradicionales tiras que van siendo arrojadas y que quedan pendientes de lo alto hacia abajo” (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978).

“Para los de afuera, para todo ese periodismo insidioso y malintencionado que durante meses montó una campaña de mentiras acerca de la Argentina, este certamen le está revelando al mundo la realidad de nuestro país y su capacidad de hacer, con responsabilidad y bien, cosas importantes. Un país tan golpeado y tan caído después de las duras experiencias pasadas, se está demostrando a sí mismo sus enormes posibilidades de realización” (Revista El Gráfico – 6/6/1978)

“Argentina: Fillol; Olguín, Galván, Passarella, Tarantini; Ardiles, Gallego, Kempes; Bertoni, Luque, Ortiz”.



“El cuaderno de notas estaba abierto, en medio de la mesa. Había una sola frase escrita en esas dos páginas que quedaban a la vista. Decía: ‘¿A partir de qué edad se puede empezar a torturar a un niño?’” (De Dos veces junio. Martín Kohan)

“Pensó en su arma, pensó en la pastilla de cianuro que llevaba en el interior del cinturón, pensó en gritar su apellido. Había consumido en un instante la capacidad de sentir miedo. Ahora le parecía estar flotando unos centímetros por encima de sí, sostenido por el tropel (…) La patota ya estaba sobre él: “¡Área libre! ¡Área libre!”(…) ¡¡¡Perdiste, tenemos a tu mujer, no te hagas matar, pelotudo!!! Dijo el de las botas. (De Tucho. La operación México, o lo irrevocable de la pasión. Rafael Bielsa)



“Se van a formar los equipos y la explosión, señores, se produjo con la aparición de Argentina. Todos en silencio porque se van a ejecutar las introducciones de los himnos de Argentina y de Holanda”. (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978)

“Lucía Rosalina Victoria Tartaglia, que era montonera, estuvo detenida hasta febrero de 1978 en el centro clandestino de detención El Olimpo, en Buenos Aires, hasta su traslado al Hospital Militar para dar a luz. El bebé debió nacer en abril de 1979 y Lucía deseaba llamarlo Sebastián, María Laura o María Victoria”. (De Biografías Pampeanas. 164 historias. Arte, política, historia, deportes, ciencia, periodismo. Norberto Asquini y Matías Sapegno)

“Yo amo, tú escribes, él sueña, nosotros vivimos, vosotros cantáis, ellos matan” (Verbo irregular. Roberto Santoro)



“En el banco ni Alonso ni Villa para la final. Estos jugadores. Ahí está Ardiles, Argentina levantando los brazos al público. El sorteo en el campo de juego, en el círculo central, el árbitro Sergio Gonella, de Italia. El árbitro de este partido tendrá fundamental importancia para el equipo argentino. Los holandeses acostumbrados a jugar un futbol muy dinámico muchas veces se les va la pierna, traban, corta mucho el juego”. (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978)

“Había una broma recurrente que hacían los de la patota. Entraban y decían: ‘¿Quién es el arquero de Almagro? Yo, señor, contestaba, y ya se iba poniendo en guardia, porque por lo general me pegaban muy fuerte en la boca del estómago mientras decían: ‘Atajate ésta’. Alrededor del 20 de marzo entraron, nos pegaron a todos, pero en lugar del chiste, un tipo se paró a mi lado y, en vez del ‘chiste’, me puso una pistola en la cabeza y dijo: Sabemos que están preparando una fuga. Y los dejamos. Para bajarlos cuando salgan. Ese incidente generó un conflicto entre nosotros, porque si bien podía ser una apretada más, nos dio mucho miedo. Un par de noches después, Guillermo Fernández me dijo que él creía que no tenía otra alternativa que fugarse porque lo iban a matar. Habían vuelto a torturarlo después de varios meses y le había tirado datos nuevos que ponía, o iban a poner en evidencia que él les había estado dando información falsa. Todo eso apresuró la fuga”. (De Pase libre. La fuga de la Mansión Seré. Claudio Tamburrini)



“Emiliano Costa y Julio Urien no eran fanáticos del fútbol pero querían saber qué pasaba con la final y les indignaba que a los de su pabellón ni siquiera les hubieran conectado los parlantes del Penal de Sierra Chica. El régimen carcelario contemplaba tres tratamientos distintos: los recuperables, los medianamente recuperables y los no recuperables. Para los no recuperables, como Julio y Emiliano, ni fútbol por parlantes. Pero Emiliano se trepaba a la ventana de su celda, a tres metros de altura, ponía la oreja cerca de alguno de los agujeros del chapón de una pulgada que estaba detrás de la reja y escuchaba, lejana, casi incomprensible, la voz del Gordo Muñoz que llegaba desde algún pabellón de recuperables (De La voluntad. Martín Caparrós y Eduardo Anguita)

“Va a entrar la pelota por la derecha, vamos Argentina ¿Dónde está ese público? Cuidado, pelota para Ardiles. Se la lleva Ardiles entre dos. Bien, buena gambeta. Enganchó para Kempes, peligro, tiró ¡¡¡Gol gol gol gol argentino!!! Mario Alberto Kempes con pelota y todo. 37 minutos, 30 segundos. Argentina 1- Holanda 0. El estadio Monumental se sacude. El celeste y blanco cubre las tribunas y es impresionante el aspecto del público” (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978)



“Son cuatro cuerpos mezclados en uno. Las dos pistolas en sendas manos. Se quiebra el silencio del bosque. Los dos cuerpos abrazados han dejado de temblar. Walter destapa un bidón. El Duke aprovecha y prende un cigarrillo. Al día siguiente los diarios comentan la guerra sin tregua que libran elementos pertenecientes al hampa internacional”. (De El Duke. Enrique Medina)

“Bebieron whisky importado. Entonces Vicente se enteró de que el tipo era oficial de policía.
—Yo estoy en un comando para operaciones especiales —dijo el tipo— y he recibido la orden de matarlo.
Le dijo que le convenía desaparecer por una semana. La semana próxima recibirían otra lista, con otros nombres. Todas las semanas cambiaban las listas (…)
Llamó al mozo. Se levantó sin esperar el vuelto.
—No le doy la mano —dijo— ni quiero que me la dé”.
(De Días y noches de amor y de guerra. Eduardo Galeano)

-En las conversaciones entre ustedes, ¿cómo se referían a eso?
– Se le llamaba un vuelo. Era normal. Aunque en este momento parezca una aberración. (…) Cuando recibí la orden fui al sótano, donde estaban los que iban a volar. Allí se les informó de que iban a ser trasladados al sur y que por ese motivo se les iba a poner una vacuna. Se les aplicó una dosis para atontarlos, sedante. Así se los adormecía.
–¿Quién la aplicaba?
– Un médico naval. Después se los subió a un camión verde de la Armada con toldo de lona. Fuimos al aeroparque, entramos por la parte de atrás. Se cargó como zombies a los subversivos y se embarcaron en el avión. (De El vuelo. Horacio Verbitsky)



“A los diez días del secuestro de mi hija me llama ella y me dice que la trataban muy bien y que se había dado cuenta de que estaba equivocada. Pasado el tiempo entendí que a lo mejor la estaban apuntando con un revólver en la nuca. Yo pienso que todavía estaba en alguna comisaría, porque tomó el teléfono una voz masculina que me dijo que los cargos contra ella no eran muy graves, que iba a salir pronto, que preparara la ropita del bebé porque cuando naciera me lo iban a entregar. ¿Y cuánto es pronto?, le pregunté… Seis meses, un año, dijo, pero prepare la ropita del bebé. La tortura psicológica que fue para mí, estar día y noche al lado del teléfono, alerta a que me dejaran el bebé en la puerta… Pasó la fecha de parto y no trajeron al bebé, pasaron seis meses y perdí las esperanzas. Pero seguí lucha” (Testimonio de Rosa Tarlovsky de Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo)

“Pelota de Larrosa. Juega Tarantini, toca la pelota para Bertoni, da para Kempes. Ataca Mario, se acerca al área, entra al área, se la llevó, entró Bertoni, tiró ¡¡¡¡ Gol gol gol gol gol argentino!!!! Bertoni. A los 10 minutos del segundo tiempo del suplementario, Argentina 3 – Holanda 1. Y se levantan nuestros colegas brasileños, los colegas extranjeros, nos tiran besos. Argentina acaricia la Copa del Mundo, el sueño de tantas generaciones de argentinos, algunos de que desde el cielo estarán alumbrando esta noche de la victoria de la Argentina. De un país que se ha encontrado con el público. Impresionante el espectáculo jamás vivido en la historia de este pueblo”. (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978)



“En la noche del centro, la multitud. Banderas, bocinas, cánticos. En una esquina, se encuentran dos hombres. Dos años sin verse. Los dos cambiados. Estás igual, se mienten. Lo que compartieron, se acuerdan. No necesitan decírselo. Los dos piensan que el otro había sido chupado. Tampoco lo dicen. Alrededor, la fiesta popular. La emoción de los dos, la misma. Dura poco. Si los dos están vivos, el otro puede ser un delator. Los dos, apurados, vuelven a perderse en la multitud. Ninguno imagina que el otro se salvó de milagro. Los dos, ahora, cada uno por su lado, se dan vuelta para ver si el otro lo sigue”. (78. Guillermo Saccomanno)

“Veinticinco millones de argentinos que tienen un solo color: el celeste y blanco. El fútbol ha hecho el milagro del país, de este país maravilloso. Nos siguen atacando aquellos que no nos conocen. Va la pelota en el área, sale Olguín a cabecear”. (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978)

“Soy consciente de que esa noche hubo mucha gente amiga (adentro y afuera del país) que deseó que la pelota de Resenbrink entrara: si perdíamos, los milicos –el plan exitista de los milicos– serían los derrotados, perderían puntos e imagen y, ante el desencanto de la gente, durarían mucho menos en el poder. Yo quise entonces y sigo queriendo hoy (como muchos amigos adentro y afuera del país entonces) que la pelota no entrara. Quería ganar; argentino y futbolero, quería que Argentina ganara. Nadie me iba a arrebatar esa felicidad”. (Los de adentro y los de afuera. Juan Sasturain)



“Ese triunfalismo es una novedad en un país que, como la Argentina, ha estado inmerso demasiado tiempo en la frustración, la derrota o el extremo dolor. No es sólo un mecanismo de compensación –lo cual por otra parte hubiera resultado perfectamente legítimo- sino algo más: la voluntad de dar vuelta el guante, de haber borrón y cuenta nueva, de iniciar una nueva marcha a partir de un punto, el más cercano e identificable, el más accesible al ardor y a la pasión popular, el más sencillo y a la vez más entrañable: un deporte popular (…) La Argentina quiere dejar definitivamente atrás la inercia, el dolor y el desgarramiento. Quiere marchar hacia un destino de realizaciones y victorias en forma compacta y desgranando de su inmenso contingente apenas a aquellos pocos que no comprendan que el momento oscuro de cada día es el que precede inmediatamente el amanecer”. (De Una victoria trascendental. Editorial del diario Clarín 26/6/78)

“Se defiende Argentina. Terminó el partido. Argentina es el nuevo campeón del mundo. Argentina campeón mundial. Fillol está en el piso desmayado, Tarantini llora con él. Ingresa el público a la cancha, intenta la policía que nadie ingrese porque ahora el presidente de la república va a ingresar al campo a entregar la Copa”. (Del relato de José María Muñoz. Final de la Copa del Mundo 1978)

El Pato Fillol, Tarantini y Víctor Dell'Aquila protagonizan El Abrazo del Alma, la foto legendaria tomada por Ricardo Alfieri.

El Pato Fillol, Tarantini y Víctor Dell’Aquila protagonizan El Abrazo del Alma, la foto legendaria tomada por Ricardo Alfieri (padre), después de ganar el Mundial ’78.


“Es toda una nación la que ha triunfado (…) Quise estar a la cabeza de todos los argentinos que enfrentaron este compromiso con el mundo, que es más que un mero compromiso en el campo del deporte. Quiero estar en la primera línea liderando a mi gente en su compromiso con el mundo. (Palabras del dictador Jorge Rafael Videla tras la final de la Copa del Mundo 1978)

“Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de 20 años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas”. (De Carta abierta de un escritor a la Junta Militar. Rodolfo Walsh)

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