“LA MÁQUINA DE RIVER FUE UN CONCEPTO, UNA MANERA DE JUGAR AL FÚTBOL”

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Por Santiago Tuñez

Pasaron 80 años y aún suele nombrarse de memoria a los cinco delanteros: Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. El quinteto eterno de La Máquina. Aquel equipo de River que asomó en septiembre de 1941, brilló hasta noviembre de 1946 y sobre el que los periodistas Gustavo García y Carlos Viacava escribieron su nuevo libro. Una obra que va más allá de sus protagonistas centrales. En sus 363 páginas, analiza el proceso de cocción, menciona otros actores de peso, contextualiza esa época… Y sobre todo, aporta datos que le dan más valor a aquellos años legendarios del Millonario.

“Por ejemplo, Muñoz, Moreno, Pedernera y Labruna llegaron muy jóvenes a las inferiores de River. Y Loustau se sumó con edad de Cuarta División. Es decir, River había apostado al semillero que propuso Carlos Peucelle. Y otros jugadores del equipo, como Ricardo Vaghi, Norberto Yácono, Aristóbulo Deambrossi, Pipo Rossi, Alberto Gallo y Antonio Báez también eran productos de las inferiores. La Máquina nació en el club con una pretensión de romper el molde y lo consiguió”, destacan García y Viacava en una entrevista con De Fútbol Somos.

-¿Qué los llevó a enfocarse en esta investigación sobre La Máquina y cuáles fueron algunos de los detalles que les llamaron la atención?
Gustavo García -Cuando se abordan obras de este tipo, tal como nos ocurrió con la biografía de Menotti, el disparador tiene como punto fuerte el hecho de que no haya ningún libro del tema. Abundaba el material sobre La Máquina, especialmente en diarios y revistas de la época, pero no existía un libro que contara su historia. En lo personal, solía tener la foto en mi cabeza, como si esos cinco delanteros hubiera surgido casi todos al mismo tiempo y jugado juntos innumerables campeonatos. Pero, al investigar, advertí que la conformación de La Máquina fue un largo período, en el que otros tantos nombres, menos relevantes, jugaron un rol clave. El proceso se construyó poco a poco, con idas y vueltas, hasta convertirse en un mito del fútbol argentino.

-Se habla mucho de los cinco integrantes de la delantera, ¿pero cuál fue el origen? ¿Cómo nació?
Carlos Viacava -El origen de La Máquina debe entenderse como el resultado de la búsqueda de un fútbol diferente. En mayor o menor medida, los equipos de aquel momento atacaban con desbordes de los wines para el centrodelantero de estilo tanque. River, que peleaba el título de 1941 con San Lorenzo, tenía como DT a Renato Cesarini y Carlos Peucelle, como buen consejero. Por una recomendación suya, Cesarini ubicó como centrodelantero a Adolfo Pedernera, hasta entonces puntero izquierdo. Así surgió una ofensiva que se sostenía por la calidad individual de cinco hombres que le dieron vida a una forma de jugar desconocida hasta ese momento.

-¿Y qué le aportaba cada uno de estos futbolistas al equipo?
CV – Si nos enfocamos en los cinco nombres célebres del ataque, en Muñoz encontramos la habilidad y la velocidad para el desborde y el centro preciso; Moreno manejaba la pelota como los dioses, tenía una pegada bárbara y, por si fuera poco, era un líder. Pedernera era veloz, goleador, tenía astucia e inteligencia para construir las jugadas arrancando desde una posición más retrasada. Él y Moreno eran, en cierta medida, los técnicos dentro de la cancha. Con buen dominio de la pelota, Labruna tenía la misión de definir. Y Loustau aparecía como el equilibrista. Por su generosidad y su sorprendente resistencia era el que más se esforzaba para colaborar con la recuperación de la pelota.

-¿Cuáles fueron otros jugadores que se destacaron en aquel equipo entre 1941 y 1946?
CV -Pedernera solía decir que era un injusto reducir la denominación de La Máquina a los cinco delanteros, porque los 11 jugadores eran La Máquina. Entonces, es imposible no mencionar a un arquero como el peruano José Soriano, que además era el capitán. A zagueros como Ricardo Vaghi y Eduardo Rodríguez, el sostén defensivo. Norberto Yácono fue un especialista en la marca personal cuando ese concepto recién empezaba a utilizarse. Aristóbulo Deambrossi fue una pieza clave, porque la delantera nació con él. De algún modo pagó el precio de que lo reemplazara un fenómeno como Loustau, pero siempre fue un recambio obligado. Cuando Moreno emigró a México, Alberto Gallo fue un buen sustituto. Bruno Rodolfi, al principio del ciclo, y Pipo Rossi, al final, imponían presencia en el medio cuando se le asignaba un rol determinante al mediocampista central.

-En otro momento de la entrevista hablaron de que los cinco delanteros le dieron forma a una manera desconocida de jugar en aquella época. ¿Qué podrían contar en ese sentid?
CV -Por ejemplo, implementaron la rotación como sistema para desbaratar las marcas individuales; avanzar dándose pases -a veces abusaban y se demoraban para definir, según las crónicas de ese entonces- para abrir espacios y aparecer por sorpresa para definir. La fórmula era efectiva más allá de que muchas veces las maniobras tenían una forma muy frecuente para definir: pelotazo largo de Pedernera o Moreno para el pique corto de Labruna. Los rivales sabían que River iba a hacer eso, pero la clave es que no sabían cuándo, y además corrían el riesgo de exponerse a maniobras individuales de futbolistas que podían desequilibrar por sí mismos.

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-Suelen mencionarse mucho a los jugadores que pasaron por La Máquina y poco a los entrenadores. ¿Puede decirse que Cesarini y Peucelle fueron los padres de la criatura?
CV -En realidad, nadie puede atribuirse la paternidad. Al menos eso decían los propios protagonistas. Porque Peucelle tuvo una idea y Cesarini, una necesidad. Los dos tuvieron la inteligencia para unir esas situaciones y la fortuna de que los resultados fueran espectaculares. Pero ellos mismos no se consideraban los padres de la criatura. De hecho, Peucelle solía decir que, en todo caso, la existencia de La Máquina se la debían a Rosa Asalini, la madre de Pedernera, dando a entender que sin Adolfo ese ataque jamás hubiera sido posible.

-¿Qué mitos existen sobre La Máquina y, a medida que avanzaban en el libro, pudieron comprobar que no son tan así?
GG -La historia ha querido dejar en el bronce a estos cinco futbolistas como integrantes de una misma línea delantera. La foto parece congelada en el tiempo. Surge la idea de que jugaron mucho juntos y que formaban parte de un equipo imbatible. Pero, en los seis años de reinado de La Máquina, River ganó tres campeonatos, Boca logró dos y San Lorenzo, el restante. Muchos hinchas, incluso, se sorprenden cuando se enteran que nunca jugaron juntos un clásico. Más allá de mostrar el origen de La Máquina, este libro tiene biografías de cada uno de sus integrantes, las cuales terminan de hacer la pintura de una época y una forma de jugar al fútbol.

-¿Cuál era el contexto del fútbol argentino en aquella época? ¿Qué otros equipos y jugadores brillaban en ese momento?
GG -El fútbol argentino de la década del ’40 era, en realidad, el fútbol porteño. No existía una dimensión nacional en el campeonato. Dominaban los equipos grandes de Buenos Aires y sólo Estudiantes, Gimnasia, Newell’s y Rosario Central formaban parte de la competencia. En esa época también se destacaban el Boca de Severino Varela, ese verdugo de la boina blanca, y también hizo lo suyo el San Lorenzo del Terceto de Oro, integrado por Farro, Pontoni y Rinaldo Martino. También se lucían El Chueco García en Racing y Vicente de la Mata en Independiente.

-¿Y la cobertura mediática de ese momento? ¿Qué los sorprendió?
GG -Fue curioso observar, de acuerdo a las notas publicadas en las revistas de la época, cómo fue cambiando la cobertura periodística de lo que ahora llamamos el Superclásico. Hacia 1941, por ejemplo, El Gráfico solía hablar del clásico boquense, ya que tanto Boca como River habían salido del mismo barrio. Era otro fútbol: los integrantes de La Máquina ni siquiera tenían auto y fue Labruna el primero en comprar uno, cuando ya era muy famoso. Tenían un vínculo más cercano con los hinchas y el entrenamiento era distinto. Loustau, por caso, practicaba apenas dos veces por semana.

-¿Por qué creen, en definitiva, que aquella delantera fue legendaria cuando sólo jugó 18 partidos?
-La delantera de La Máquina tiene cinco nombres propios, pero pienso que lo que trasciende, sobre todo, es un concepto; una manera de jugar al fútbol. Después fueron rebautizados Los Caballeros de la Angustia, porque tenían una apreciación muy especial por la belleza en el juego. Uno puede preguntarse, y no tendremos respuesta, cuántos partidos o campeonatos más hubieran podido ganar en caso de haber sido menos románticos en la confección de la jugada y más verticales en el ataque. Pero eso a ellos no les servía. No era el fútbol que disfrutaban, ni el que querían jugar.

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