Por Enrique Gariglio (@enriquegariglio)
¿Existe una fórmula “Gallardo” para el éxito futbolístico? A lo largo de una charla de casi una hora y media que tuvo la aparente contradicción de ser íntima y multitudinaria (había más de 100 personas en el auditorio) Marcelo, el artífice de la victoria en la enorme final en el Bernabeú, dirá que no, “que no hay ideas de uno”. Que el secreto está en tomar “de todos un poco y a eso darle una impronta personal”… Podría pensarse que se trata de modestia (impostada o genuina, según los colores de la mirada). Pero en otro tramo de este ida y vuelta que mantuvo con periodistas, público general y con su biógrafo, Diego Borinsky, el DT del River multicampeón explicará con sus palabras que todo se reduce al viejo –pero, a la luz de los resultados, efectivo- amor por la camiseta…
“Me gusta que el equipo se identifique con el hincha que lo va ver y que la gente se identifique con el equipo. Ese ida y vuelta me llena de orgullo. Me identifica que el equipo, que un grupo de jugadores y mucha gente que trabaja con nosotros o para nosotros, se sienta orgullosa de estar donde está. Y que esa gente, estando de vacaciones, de pronto me mande una mensaje al celular contándome que extraña al grupo, que quiere volver. Entonces cuando hay eso, cuando hay un sentido de pertenencia tan fuerte, tan marcado, uno tiene ganas de seguir expresándose como lo hace”, resumió así Gallardo por dónde pasaría este River de la recuperación anímica ante resultados adversos, de los cambios impensados pero casi siempre acertados, de la disponibilidad de jugadores para concretar esos relevos, de los pases certeros y un despliegue físico que marcan la diferencia.
El entrenador habló en el contexto de la presentación de Gallardo Recargado (Editorial Aguilar), que podría decirse es una continuación más enfocada temporal y temáticamente de la trayectoria del ex jugador y hoy DT de River. La primera parte, Gallardo Monumental, también escrita por Borinsky, se publicó en diciembre de 2015. Esta saga fue presentada ayer en el auditorio de la sede del BBVA, en una acción que se da en sintonía con el lanzamiento de la nueva imagen institucional del banco que hasta no hace mucho era el principal sponsor del club de Núñez.
Borinsky, que es licenciado en Ciencias Biológicas, docente pero antes que nada, periodista, había escrito Gallardo Monumental, biografía autorizada del DT que varias veces se refirió a sí mismo como “futbolista”. Pero fue por más y le propuso completar aquella primera parte con un repaso de los últimos tres años, quizá los más prolíficos en títulos como entrenador del Muñeco.
Sin embargo, en la charla, Gallardo fue más atrás, hasta sus comienzos como entrenador en el club en el que se formó. “En estos cinco años vivimos una convivencia muy buena a todo nivel. En un equipo de fútbol, uno ve los resultados pero el gran éxito en todo este recorrido ha sido siempre conformar muy buenos grupos humanos y de trabajo. Con compañerismo, armonía y dedicación, pensando en la institución, que es lo principal, y después para el mensaje y la forma de comportarse y convivir que hace que prácticamente no hayamos tenido inconvenientes como equipo”, expresó Gallardo con satisfacción. Hablaba de que no debió lidiar con esos vestuarios conflictivos que muchas veces sellan (para mal) la suerte de un DT y, finalmente, de todo un club.
Amplió el concepto: “Es difícil en un club con tan alta exposición como River que las cosas no se transmitan, se filtren y, sin embargo, no salen. Realmente, no hay cosas para contar, porque si no se hubiesen sabido y ese es un gran logro para uno como gestor de grupo y para la institución en sí. Sólo se sabe de ella por lo que equipo juega y no por problemas personales. Es un gran logro”.
Entonces Borinsky graficó con un ejemplo contundente de qué hablaba el Muñeco. “Mientras estaba en su casa el 31 de diciembre para definir cosas del libro, veo que le llega una foto en la que están veraneando juntos en Punta del Este (Javier) Pinola, (Lucas) Martínez Quarta y (Jonatan) Maidana. Y los tres son los centrales que en los hechos compiten por el mismo puesto. Imagino que para Marcelo ver eso, le genera mucho orgullo, porque trabajan juntos 48 horas al día, conviven todo el tiempo, y de pronto se van de vacaciones y quieren seguir estando juntos”.
A partir de este ejemplo, Borinsky destacó que en la dinámica de trabajo de Gallardo queda claro que son componentes fundamentales la exigencia y “la empatía que logra con los jugadores”. El periodista contó que la respuesta que le da siempre el DT es “no se cómo me sale, ¡no sé!”. Pero sobre el final de la charla el Muñeco dio indicios de cómo lo hace: “Soy frontal y espero que lo sean conmigo. Y es bueno saber reconocer cuanto te equivocás. Cuando era jugador y me mandaban al banco me molestaba, pero si el técnico me lo fundamentaba y yo entendía que era honesto con la decisión, me quedaba más tranquilo”. “Soy más de escuchar que de hablar”, dará otra definición luego que quizá complemente el por qué de la afinidad con sus jugadores.
Si bien aclaró que no es cuestión de repartir honestidad brutal y que “no a todos les doy explicaciones, sino a aquellos futbolistas que lo necesitan por algún motivo”, también se autodefinió como “muy exigente” y que de esa cualidad no se escapa ni siquiera su hijo Nahuel. “No le regalo nada a nadie y menos a mi hijo. Si alguien está es porque tiene que estar”, remarcó. Y confesó que se siente “muy identificado con los jugadores que deben superar la reprobación de la hinchada y la frustración”. Según contó, hasta sus 18 años creía que “el éxito era algo natural”. Hasta que en el ‘95, en un partido de la Selección, conoció “la frustración y la reprobación; es difícil jugar con eso. Lo que sucede, entonces, es que al no conocer esa situación no se sabe cómo superarla… A mí me llevó dos años conseguirlo”.
El acompañamiento de familia y afectos será otro componente que el entrenador juzgará como claves para obtener buenos resultados. El autor del libro y su protagonista coincidieron en la charla en exaltar los roles que cumplen en el mundo futbolístico de Gallardo los asistentes (y amigos personales del DT) Matías Biscay y Hernán Buján. También el “amor, constancia y esfuerzo” que le prodigaron sus padres. “Mi madre me acompañó hasta el último día”, incluso cuando la enfermedad que la aquejaba casi le impedía moverse.
“La familia es fundamental para todos y lo que destaco de la mía es que nunca me exigió en lo futbolístico. Incluso me incentivó para que estudiara alguna carrera…”. Evocar a sus padres y su relación con el fútbol lo llevó a expresar la “angustia” que le provocan los padres colgados de los alambrados metiéndoles presión a sus hijos. «Creo que así los desenfocan y yo la paso mal cuando los veo”, dijo transmitiendo con gestualidad inequívoca lo que quería expresar.
Minutos antes había hablado de la necesidad de “acompañar a los chicos de las inferiores. De cuidar que no quemen etapas ni llenarlos de preocupación”. “Hay que darles estímulo”, agregó un Gallardo al que quien no lo conoce descubriría como alguien sencillo, amable, divertido por momentos (se permitió cruzar chistes y chanzas con el público, con su entrevistador –con quien se nota lo une un lazo especial- y con el presentador del encuentro, el periodista Juan Pablo Varsky). Pero también descubriría el fanático del club que dirige desde 2014 o cualquier otro futbolero que el Muñeco no se termina de despojar del todo de cierta pose de parquedad, de persona entre contenida, de carácter que puede ser severo y muy cerebral. Aun cuando él se reconozca como “pasional y de expresarme”.
Esta autodefinición se dio cuando el protagonista y el autor explicaron la foto (de Diego Haliasz) que ilustra la tapa del libro: un primer plano de Gallardo con sonrisa de dientes apretados, mirada flamígera, piel brillosa de sudor leve y un puño bien cerrado y proyectado hacia adelante, aguerrido y tenso. Esa imagen se tomó el 14 de marzo de 2018 cuando River le ganó 2 a 0 la Supercopa Argentina a Boca, su histórico rival. “La tapa no me gustaba porque no salía bien yo. Pero sé que es lo que hay y no es fácil de lograrse eso”, manifestó entre risas propias contagiadas al público. “Después entendí que expresa una forma de ser, de sentir y una realidad que es la mía: una forma pasional de expresarme. La foto tiene que ver mucho con esto y aunque no me favorezca, la acepté”.
Hubo otra final con ese tradicional adversario. Ni falta hace precisarla. Y más allá de la inmensa alegría, Gallardo se permitió una queja “por las injusticias que hubo en ese desenlace”.
Sobre ese puño proyectado hacia adelante dijo que quizá sea un reflejo que le quedó de una situación traumática que vivió cuando tenía 15 años (hoy cuenta 43). Iba desde su Merlo natal, en el oeste del Conurbano, hasta el campo de entrenamientos de la Selección en Ezeiza y en una parada de colectivos lo asaltaron con un cuchillo. “Entendí entonces que siempre tenía que estar atento, mirando más allá”. Enfocar más la atención en lo que se hace, en la situación, el contexto… Lo llevó a explicar por qué en la concepción de juego del Muñeco tallan fuerte aspectos técnicos no tan tradicionales, como “la Neurociencia” o la necesidad de desarrollar la “visión periférica”. Aprovechó estas referencias para destacar el trabajo en el equipo de Sandra Rossi, la especialista en Neurociencia que incorporó a su cuerpo técnico.
Al definir las virtudes que debe reunir un futbolista –Gallardo parece preferir esta denominación siempre, ante que la más utilizada popularmente, que es “jugador”; De Fútbol Somos no pudo preguntarle el por qué- que integre su equipo, dijo que deben ser tres: primero, jugar bien; después, ser inteligente y, tercero, tener el convencimiento de apropiarse de su concepción de juego.
Ante un auditorio donde se destacaba la marcada presencia de dirigentes de River y que esperaba bucear en el personaje íntimo antes que en el DT exitoso, las referencias a futuros y continuidades se evitaron amablemente. Pero el Muñeco insinuó su voluntad de permanencia en el club que, claramente, ama. Fue al contestar la pregunta de “¿Cómo querés que te recuerden los hinchas?”
“No he pensado como me gustaría que me recuerden porque sigo estando. Pero no pienso en nada que tenga que ver con mis logros personales porque siempre he pensado y sigo sintiendo que ni los nombres ni ninguno de nosotros va a estar por encima del club, una institución que es más grande y tan gloriosa”.
Foto de portada: Marcelo Carroll – Diario Olé