De venganzas y de Messi…

Al fondo de la red

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Messi queda mano a mano con Neuer y suelta una definición deliciosa. Es segundo gol, y el segundo de Barcelona. Foto de : Shaun Botterill/Getty Images Europe / Vía Zimbio

Messi queda mano a mano con Neuer y suelta una definición deliciosa. Es segundo gol, y el segundo de Barcelona. Foto de Shaun Botterill/Getty Images Europe / Vía Zimbio

Por Geoff Hernández (@geoffhernandez)

1- Todos tendrán que seguir compitiendo por el segundo puesto. No hay uno en la faz de la tierra que pueda ajustarse al nivel de compromiso íntegro y de calidad innata como lo hace Leo. Es ridícula la forma como puede dominar a placer un deporte. Entenderlo, mejorarlo, y secuestrarlo. Messi es el fútbol sintetizado en una persona.

2- Guardiola sabía que la única forma de salir vivo del Camp Nou era desnaturalizarse y rearmar su idea a través del sacrificio y de los relevos insaciables. Y de pararlo a Messi, claro. Siendo esto último, lo más imposible de todo. ¿Por qué? Porque el fútbol son momentos que van y vienen. De gloria y de sufrimiento. Como en 2013 y La Noche de los Cristales Rotos. Y hoy el genio que utiliza la 10 es imparable. La construcción que ha confeccionado Luis Enrique tiene unas bases muy sólidas. Y ante eso se enfrentaba el diezmado Bayern, una víctima que se mostró débil y que terminó compitiendo como los grandes. Viéndole la cara sin estupor al monstruo de tres cabezas. Y alargando lo inevitable por el mayor tiempo posible. Sufrir estas circunstancias y lograr competir al nivel máximo hasta los 31 minutos del segundo tiempo, es digno de admirar.

Neur tuvo grandes atajadas en el primer tiempo, pero no pudo evitar la victoria de Barcelona. Foto de Shaun Botterill / Getty Images Europe / Vía Zimbio

Neur tuvo grandes atajadas en el primer tiempo, pero no pudo evitar la victoria de Barcelona. Foto de Shaun Botterill / Getty Images Europe / Vía Zimbio

3- Luis Enrique fue el ganador en esta jornada. Su capacidad de reacción evitó la desgracia por allá en noviembre, y entendió que si quería estar en lo más alto de Europa tendría que construir un rascacielos donde Messi, el ingeniero principal, estuviese contento y sonriese de nuevo. Un equipo compacto, distinto al hegemónico, con recursos nuevos y fuerzas renovadas. Un Barcelona enérgico, que no le teme al repliegue, que puede ser superado pero no maniatado. Luego del vendaval ofensivo inicial que les facilitó el 3-5-2 que puso Pep, donde Neuer emergió como la figura milagrosa, nunca cayeron en depresión. Bajaron revoluciones y terminaron cocinando un gol que casi se les escurría de las manos, o de los pies de la muralla alemana, como usted prefiera. Un primer tiempo glorioso, merecedor de una semifinal de Liga de Campeones.

4- Las ausencias siempre pesan. Del medio hacia atrás, Bayern era un equipo con una capacidad de circulación impresionante. Relevos guionizados y un sentido de solidaridad en defensa, sello de Guardiola. Alonso era el sostén y Boateng, el corrector. Pero cuando recuperaban y levantaban el rostro buscando la portería de Stegen, entendían que estaba lejos, tan lejos como Berlín. Un Lewandowski pletórico que luchó cada enfrentamiento, pero que nunca tuvo una opción clara. De nada valdría tanto esfuerzo. Ter nunca sintió al fantasma del peligro merodeando su zona. Le preocupaba más el hecho de ser un líbero correcto y el elemento que reiniciaría la posesión del Barcelona.

5- Hay jugadores que tienen la clase para competir en semifinales de Liga de Campeones, otros que no. Ivan Rakitic demostró, acallando a las voces insurgentes, que su nivel está al ritmo de este Barcelona. Impecable en todas las facetas que tiene el fútbol. Un interior que fungió de lateral, de llegador, de corrector y de ser el alma del equipo cuando llegaban los 15 minutos finales. Su asistencia a Messi es un regalo. No puedes correr casi 14 kilómetros, recuperar una veintena de balones, y no ser premiado por la justicia. De ser el eslabón más débil, a convertirse en agente clave de esta vendetta azulgrana. En Sevilla era un llegador, ahora se reconvirtió a interior para no extinguirse, y la presentación de anoche fue un puñado de fe.

Luis Enrique entendió que, para estar en lo más alto de Euroapa, debía construir un rascacielos donde Messi, el ingeniero principal, estuviese contento y sonriese de nuevo. Un equipo compacto, distinto al hegemónico, con recursos nuevos y fuerzas renovadas».

6- Hay algo oculto en cada sensación. Dani Alves, nivel 2009. Iniesta, responsable y pulcro. Busquets, superado por Schweinsteiger pero nunca maniatado. Un Suárez que se estremeció luego de fallar el mano a mano al inicio del encuentro – paradón de Neuer que evitó lo que pudo haber sido una catástrofe – y un Neymar listo para su momento. Piqué y Mascherano son otros. Dos fiscales de tránsito que se complementan y limpian sus debilidades acentuando las virtudes siempre. Jordi correlón y un Messi imparable. Stegen desde atrás afinaba la orquesta, y esperaban, esperaban que cayese el primero. Bayern se sostenía en su historia y un gigante Xabi. De Müller no se supo nada hasta que fue sustituido reclamándole a Pep.

7- 0-0 a la media hora del segundo tiempo. En ese instante todo era de Pep. Benatia y Boateng repelían todo y Lahm intentaba oxigenarse, pero la presión culé era asfixiante. Y Bernat graduándose del guardiolismo – triangular antes de revolear – no logró superar a un atentísimo Daniel Alves, que recuperó y vio de reojo a la bestia, y todo acabó.

Nada puede hacer Rafinha para frenar la pelota. La poesía de Messi ya es gol y todo el Camp Noy lo festeja. Foto de Shaun Botterill / Getty Images Europe / Vía Zimbio

Nada puede hacer Rafinha para frenar la pelota. La poesía de Messi ya es gol y todo el Camp Noy lo festeja. Foto de Shaun Botterill / Getty Images Europe / Vía Zimbio

8- El puñal de la bestia sepultó el alma herida de un Bayern que se sentía cerca de obrar el milagro. Y es que la crueldad tiene muchas formas, y muchos colores. Porque mientras mejor jugaba el cuadro muniqués, fue cuando la espada de la bestia embistió. Con un gol parecido al de Wembley, aquel que zarandeó a Van der Saar. Esta vez fue Neuer que ni pudo reaccionar. Y mientras Pep se sacudía el rostro para meterlo a Gotze, llegó Rakitic, y el ademán de Leo.

9- Porque la jugada no fue fortuita, ya el 10 la había imaginado, quizá en sueños, o en epifanías. La pidió porque había cuentas pendientes desde Brasil. La pidió porque había sangre de por medio, y porque no tendrían otro mejor escenario para la venganza que ese. Y quebró, destruyó, trituró la cintura y el espíritu de Boateng y de todo un equipo, picándola y regalándonos poesías de Balzac o de Charles difícil de olvidar. Hay muchos jugadores de calidad, pero ninguno que sea capaz de entregar momentos tan gloriosos como lo hace Lionel Andrés Messi Cuccitini.

 

 

 

 

 

 

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