Te quiero tanto

A un toque

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Por Santiago Tuñez

Es agosto de 2005. El predio de Ezeiza, un técnico, la buena nueva en una charla telefónica. José Pekerman conversa con Lionel Messi y le anuncia su primera convocatoria a la Selección. Se entienden el llamado y el desafío para el juvenil. Lo justifica su evolución sobre el césped. El crecimiento en continuado después de ser campeón del mundo Sub 20. Propuesta lógica. Respuesta afirmativa. La Pulga acepta con orgullo. Será su estreno en celeste y blanco y, en su largometraje futbolero, luego vendrán 83 partidos. Nunca le dirá no al seleccionado. Siempre estará a su lado.

De ese compromiso se trata Messi, por amor a la camiseta, el nuevo libro escrito por Toti Pasman y publicado por Ediciones Continente. Lo retrata con historias, frases y números. “Desde su primer partido en Budapest, el 17 de julio de 2005, hasta el 14 de agosto de 2013, en el amistoso frente a Italia, Messi ha disputado 83 partidos con la celeste y blanca. Es decir, en 2920 días ha jugado 83 veces con la Selección, lo que da un partido cada 36,5 días, casi un partido por mes, 10 encuentros por año”, señala el periodista en las páginas del libro que el 24 de diciembre será sorteado en @defutbolsomos.

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El sentimiento de Messi queda en claro, también, en las millas de vuelo acumuladas para estar cerca de la Selección. Había que jugar contra Australia en Melbourne y ahí estuvo. Llegó la convocatoria para enfrentar a Brasil, en Qatar, y agradeció con un golazo en el final. Alejandro Sabella le abrió las puertas de su ciclo con un amistoso frente a Venezuela, en la India, y aceptó gustoso sumarse al proyecto del DT. “Todos estos viajes mientras se jugaba la vida semana a semana en el Barcelona, con la liga de España, la Champions League, la Copa del Rey y dos Mundiales de Clubes. Sin embargo, nunca se borró. Jamás”, enfatiza Pasman el libro de Ediciones Continente.

Celeste y blanco, los colores que movilizan a Messi. Ocurrió hace ocho años, con aquel llamado de Pekerman. Y aún hoy, coronado de gloria en el Barcelona, hacen combustión en un motor que no negocia el esfuerzo. Otra escena relatada por el periodista confirma en ese amor por la camiseta: “Con los trastornos que el virus FIFA genera para clubes y futbolistas, por ejemplo, tras el último partido en Colombia disputado un martes a las 16.30, Leo durmió en Barranquilla, el miércoles hizo combinación en Miami para arribar el jueves a Madrid y recién a las 11.30 aterrizar en el Prat de Barcelona. Es decir, interminables vuelos, conexiones, esperas, aeropuertos por todo el mundo… Cada vez que se lo necesita, Leo está. Messi dice presente”.

 

Hubo un tiempo, sin embargo, en que ese compromiso por el seleccionado fue extinguido por los cuestionamientos. Las críticas por su producción golpearon su ánimo, frenaron los piques en quinta velocidad y le clausuraron al arco. Al otro lado del Atlántico, una voz recordó el sentimiento del delantero por la camiseta nacional y su lugar en el mundo. Dijo Gabriel Masfurrol, representante de la Fundación Barcelona, en una anécdota rescatada por Pasman: “A este chaval lo tenemos desde los 12 años en el club. Lo quisimos hacer español y no quiso. El catalán lo entiende perfecto, pero nunca lo habla. Queremos que se quede a vivir con nosotros, pero él está jugando con nosotros. Les puedo asegurar que el día que termine de jugar con nosotros, está en la Argentina, en Rosario, porque duerme mirando a Rosario. Por eso, no puedo creer que en la Argentina todavía se dude de que Messi tenga compromiso con la Selección”.[pullquote]Por amor a la camiseta, destaca Pasman en el libro, Messi se bancó no ser reconocido en su país.[/pullquote]

La realidad, hoy, es distinta. Ya no se escuchan cuestionamientos a la Pulga por su juego o su silencio a la hora de cantar el himno. Con la 10 adherida a la espalda y la cinta de capitán en su brazo izquierdo, sigue con su postura. Llega la convocatoria desde Ezeiza, emprende el check-in y se abrocha el cinturón para acercarse al seleccionado. No hay que descanso que lo corra del itinerario argentino, tal como indica Pasman en las conclusiones de su libro: “Si sumamos el Mundial Juvenil de 2005 en Holanda, la Copa América de 2007, los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, el Mundial de Sudáfrica 2010, la Copa América de Argentina 2011 y sus preparaciones, son cinco temporadas en las que Messi eligió no tener vacaciones y, en cambio, jugar para la Argentina. A veces, los datos concretos invalidan cualquier tipo de opinión”.

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