¿Existe alguna manera de controlar la pasión por el equipo del alma? En la vida de Marcelo Bielsa, la respuesta es negativa. «Tenemos cinco dedos en cada mano. Si me prometen ahora que ganamos el clásico con Central…¡me corto uno!», le planteó alguna vez a Fernando Gamboa. Desde ese sentimiento, entonces, se entiende el grito que lanzó hace 20 años. Ocurrió en el estadio de Ferro, luego de obtener el título del Apertura 90. Loco de atar, el DT pidió una camiseta rojinegra. Y con sus ojos enfocados a la platea, soltó las palabras inolvidables: «¡Newell’s, carajo! ¡Newell’s, carajo! ¡Esta es la que vale!»
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