“Al amanecer, doña Tota llegó a un hospital de Lanús. Ella traía un niño en la barriga. En el umbral, encontró una estrella, en forma de prendedor, tirada en el piso. La estrella brillaba de un lado, y del otro no. Esto ocurre con las estrellas, cada vez que caen en la tierra, y en la tierra se revuelcan: de un lado son de plata, y fulguran conjurando las noches del mundo; y del otro lado son de lata nomás. Esa estrella de plata y de lata, apretada en un puño, acompañó a doña Tota en el parto. El recién nacido fue llamado Diego Maradona”.
Lo escribió Eduardo Galeano, en el libro Bocas del Tiempo, y vale el recuerdo de esas líneas maravillosas. En este Día de la Madre, y en cada día. Como un homenaje a ella. A Dalma Salvadora Franco, Doña Tota, la mujer que parió tanto fútbol.