LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA

Al fondo de la red

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Por Geoff Hernández (@geoffhernandez)

1- “¿Y es que se podía esperar algo más de esta selección mediocre?”, dice el señor de 60 años en el bar, mientras maldice y arroja al suelo la cerveza que tomaba. “Ninguno se mueve, nadie ayuda, Messi está compitiendo contra 21 jugadores. Argentina es la nada”. Y vaya que tiene razón. Porque –repito– lo único que produce ver jugar a la albiceleste es dolor y desesperación.

2- El desarrollo del partido contra Paraguay confirmó la destrucción total de un plantel que vive únicamente por el amor propio. No hay fútbol. No hay ideas. Los circuitos ofensivos se extinguieron en 2015. El bofetón que podría significar volverse a la Argentina en primera ronda está cada vez más cerca y sería lógico con lo que se ve en la cancha.

3- Es un túnel sin vigilancia la zona del ‘4’. Ni Saravia, ni muchos menos Casco pudieron proteger ese lugar del campo desde que empezó el torneo. Por allí entraron los tres goles que ha recibido la Argentina en esta Copa América. Y es obvio que no sólo es su culpa, ya que los volantes no temporizan hacia ese sector. Colombia y Paraguay apostaron por someter las bandas al 2×1, y de allí consiguieron las anotaciones.

4- Es el peor momento del fútbol argentino en los últimos 50 años. El terror que los jugadores sienten es imposible disimularlo. Es como si supiesen que el fracaso aparecerá en cualquier momento del partido, y agudizará las adversidades a las que está sentenciada una selección sin sentido y carente de una mínima idea de cómo se desarrolla un fútbol asociado y exitoso.

5- Otro primer tiempo espantoso. Al igual que contra Colombia, Venezuela y agregue aquí alguno de los partidos previos competitivos que haya tenido la Argentina. La desconexión con el contexto los empuja a perderse en largas fases del partido. El gol de Richard Sánchez fue un martillazo inmisericorde que una vez más desnudó las zonas más oscuras de la Selección.

6- Pero como el fútbol es caprichoso, y suele tener una personalidad bipolar, la Argentina consiguió un penal que fue la primera señal positiva de toda la Copa. Armani – el ente milagroso de River– detuvo un penal, y se activó la segunda señal. De repente, los temores se escondieron unos minutos. Messi tomó la batuta, y orquestó junto con Agüero y Martínez los mejores minutos del torneo. El 4-3-1-2 puso contra las cuerdas a Rojas y Sánchez, los encargados del mediocampo de Paraguay. Olía a sangre y la posibilidad de levantar un partido imposible, comenzaba a pasearse en el Mineirao.

Scaloni frenó el mejor momento del equipo argentino con la salida de Lautaro Martínez y el ingreso de Di María. Foto vía Zimbio.

7- Hasta que apareció Scaloni.

8- Hay partidos dentro de los partidos. Esos momentos temporales que no sincronizan con lo que ha ocurrido y que son difíciles de analizar, y allí es cuando los DT se ganan su sueldo, porque tienen la capacidad de ver lo que el resto ignoramos. La inesperada virtud de la ignorancia. Un don que nos hace amar al fútbol. Porque, aunque no lo sabemos todo, lo sentimos. Y el partido gritaba ‘No toquen al equipo’. Dejen que la atmósfera y el amor propio de los muchachos construya el segundo gol.

9- Y aquí es cuando es inevitable preguntarse: ¿Tan grave ha sido el camino de la Argentina como para que Lionel Scaloni sea el DT? Y ojo – que saldrá siempre el defensor de lo indefendible – no es pegarle a quien está en el suelo. Es recordar la responsabilidad y las virtudes que debe tener un seleccionador de una nación que respira más fútbol que oxígeno. Y dentro de esas virtudes, la ignorancia no tiene espacio.

10- Ángel Di María entró por un Lautaro Martínez, que representó a los que aún aman a este seleccionado. Con ira. Con frustración. Con la sensación de que todo estaba perdido desde que saliese de la cancha. Y es que Lautaro lo hizo todo bien. Fijó a los centrales, atacó el área con rupturas cortas, su sola presencia liberó a Agüero hacia la banda y le permitió a la Argentina, por primera vez, producir un estado emocional positivo.

11- Lo que ocurrió después es innecesario profundizarlo. Se aletargó todo el equipo. Eduardo Berizzo no le temió a la desnaturalización y colgó un par de cerrojos en el partido. Messi tuvo que retrasarse otra vez 60 metros para poder tocar la pelota. Di María quedó en el desierto del wing izquierdo jugando a la nada, y Agüero de nuevo se perdió entre cuatro marcadores de Paraguay.

12- Las posibilidades de alcanzar cuartos están latentes. Los recursos para conseguir el triunfo frente a Qatar, no tanto. Por eso, y sosteniéndome en la maravillosa virtud de la ignorancia, me atrevo a prepararle psicológicamente hacia una posible eliminación tempranera en la Copa América 2019. Qatar, siendo poco, podría ser demasiado para un equipo al que le sobran ganas, pero le falta fútbol y fortaleza mental. Sólo Messi evitaría otra catástrofe.

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