Por Santiago Tuñez
Martes 22 de junio de 2004. Las calles de Barcelona viven su segunda noche del verano. Hierve la temperatura y, en algún lugar de la ciudad, se realiza la gala de los Premios del Fútbol Catalán. Àlex Delmàs, capitán y símbolo del Granollers, espera recibir el trofeo al Mejor Jugador de la Tercera División. Se siente feliz, pero sorprendido por la gran cantidad de fotógrafos en el evento. «Venimos para sacar imágenes de Lionel Messi, el chaval del Barcelona que recibirá el premio al Jugador con más Futuro», le cuenta uno de ellos.
Por primera vez, Delmàs escucha ese nombre. No lo olvidará. Más aún, después de mantener un diálogo fugaz con el juvenil, de 17 años. La charla le despierta una conexión. Y con el tiempo, lo llevará a seguir fascinado cada partido del argentino. Hoy, ese interés tiene forma de libro: Messi Táctico (Editorial Librofútbol). Un trabajo que se divide en diez capítulos, en homenaje a la camiseta de la Pulga, y se enfoca en su línea de tiempo futbolera con el Barcelona y el seleccionado argentino.
«Hablo de la evolución táctica de Messi de una manera sencilla. De por qué puede recibir solo en el Bernabéu entre la línea defensiva y la línea de volantes, sin que nadie vaya a marcarlo pese a que es el jugador más bueno que hay”, expresa Delmàs, uno de los analistas de fútbol más importantes de España, tanto en televisión como en el diario en La Vanguardia. «O también, por qué puede marcarle aquel 3 a 2 al Real Madrid viniendo de la banda contraria sin oposición. Y como novedad, el libro contiene códigos QR, en los que la jugada que se explica puede visualizarse con un enlace a Youtube desde cualquier dispositivo electrónico”, agrega a De Fútbol Somos el ex jugador de Sabadell y Premià, entre otros equipos del Ascenso de España.
-¿Cómo podrías definir su evolución táctica? ¿Y en qué te sorprendió mientras realizabas el libro?
-Desde mi punto de vista, su evolución táctica es la más grande que haya tenido cualquier jugador en la historia del fútbol. Pasó de ser un jugador superlativo, explosivo, gambeteador y de una potencia imparable, pero individual, a un jugador universal en su última fase. Yo digo que Messi es como un plato de comida, en el que hay distintos ingredientes. Cada año, y en cada punto de su evolución, ha ido agregando un ingrediente nuevo. ¿Y qué es lo más me sorprendió? Su capacidad de aprender y mejorar en todo para ser más determinante, adquirir hábitos nuevos y saber leer el fútbol. Cuando empezó estaba llamado a estar entre los elegidos, pero era muy individual, no tenía asistencias. Hoy da casi tantas asistencias como goles marca. Tampoco pateaba tiros libres, y hoy lo hace cada vez mejor. Así que esta capacidad para aprender, mejorar y añadir ingredientes que lo hagan mejor no la veremos nunca jamás en ningún otro jugador en la historia.
-¿Qué quedó de aquel jugador que al principio desequilibraba como extremo derecho?
-Quedó algo, aunque para cuando él quiere. Siguiendo el hilo de los ingredientes, Messi es un jugador que utiliza cada rol en función de lo que le pide el partido y de lo que él decide que es mejor para el equipo. Él puede jugar como extremo derecho, falso 9, delantero centro o como ahora, con Valverde, que ha jugado como una especie de media punta y, al defender, como delantero en una posición más centrada. Incluso ahí, si ve que el espacio está en la derecha, va a recibir a esa zona e inicia la jugada, como ocurría al principio de su carrera. Y aunque en aquellos tiempos tenía un poco más de chispa que ahora, en su mazo de cartas está el Messi dribleador y desequilibrante que parte desde la derecha.
-¿Cuánto influyó Guardiola en Messi desde lo táctico? ¿Fue el DT que más lo potenció?
-Sí, porque lo ayudó a entender mejor el juego, y otra cosa muy importante: lo puso como líder delante de toda la opinión pública. Le dio el liderazgo, eliminó cualquier tipo de competencia y se encargó de decir a cada momento que Messi era el mejor y debía tener un trato especial dentro del campo. Guardiola tiene la mayor parte de la responsabilidad en haberle dado ese salto de calidad al que ya era el mejor jugador del mundo. Lo convirtió en el mejor de la historia, porque le hizo entender por qué pasaban las cosas en la cancha. Pero no me olvidaría de Tito Vilanova, que resultó acaso tan importante como Pep. Fue el primer nexo entre Guardiola y Messi, y tuvo mucha confianza en él. En el año que estuvo bajo sus órdenes, Lionel alcanzó su mejor versión como falso 9. En resumen, diría que Rijkaard lo cuidó, Guardiola y Tito hicieron de Lionel el mejor de la historia, y que Luis Enrique y Valverde equilibraron el equipo en torno a Messi.
-Martí Perarnau escribió alguna vez que Guardiola desarrolló el falso 9 para convertir a Lionel en «el futbolista más letal del mundo». ¿Coincidís?
-Sí, coincido porque es un hecho real. Era una decisión arriesgada y valiente de Guardiola, y le salió bien. Cuando los futbolistas juegan en una banda, la única salida que tienen es para adentro, como pasaba con Messi. Igual, era tan imparable que con eso ya tenía suficiente. Pero, al ubicarlo de falso 9, Guardiola le regaló todos los ejes disponibles. Lo acercó al juego y lo hizo participar más. También lo acercó al área, en función de lo que necesitaba, y le permitió desde ahí descolgarse hacia donde él quería en función del juego. Pero insisto en las coordenadas: le dio salida por derecha, por izquierda, por adelante y por atrás. Cuando al mejor jugador de la historia le das tiempo, espacios y salidas, es imparable. Y ahí se convirtió en un futbolista más goleador, más asistente, más letal. Se convirtió en el mejor jugador de la historia.
-¿Y qué análisis hacés de su rendimiento en el seleccionado argentino? ¿Cómo fueron variando, en este caso, sus posiciones en la cancha?
-Su rendimiento en la Selección no alcanzó el éxito que él deseaba y que todos esperábamos. Pero es indudable que hizo la diferencia y mejoró al equipo. Sin Messi, el seleccionado de los últimos años hubiera sido peor de lo que ha sido. Creo que todos los entrenadores buscaron un paralelismo con el Barcelona y ninguno logró encontrarlo, porque el contexto de juego que mejor le viene a Messi es muy específico. Y la Argentina no tiene los futbolistas para hacerlo, porque necesita de mucho entendimiento del juego y muchas otras cosas que no se han hecho. Messi es un jugador hecho para vivir en los triángulos y en una idea conjunta. En vivir en el pase constante, la intervención permanente, y en que todo el mundo juegue a lo mismo. Cuando se alcanza, es imparable. Pero alcanzarlo cuesta más que montar un equipo sólido y defensivo.
-En la Selección fue dirigido por ocho entrenadores. ¿Alguno logró darle un salto desde lo táctico y potenciarlo aún más?
-Pienso que no. Quizás con Sabella fue cuando logró mejores resultados, porque se centró en que la Selección fuera sólida desde lo defensivo, y sumara a partir de ahí. Pero creo que ninguno logró potenciarlo aún más. Como decía, intentaron buscar un paralelismo con el Barcelona y no tenían los jugadores para hacerlo. Aquí, el equipo domina el balón y el juego. En cambio, la Argentina tuvo muchas veces el balón, pero no el dominio, como pasó en el último Mundial. Cuando el Barcelona tiene la pelota, los jugadores levantan la cabeza y ven a Messi marcado. Entonces, siguen tocando con un por qué: despistar al rival, moverlo y provocar un desajuste. Cuando eso pasa, ahí aparece Messi y se desencadena todo. En el Barça, no importa el tiempo que se tarde hasta que llega el pase a Messi, y el resto del partido es una posesión del balón. En la Argentina, eso no pasa.
-¿Y esta situación qué efectos tiene en el juego de Messi?
-Los jugadores y el DT del Barcelona saben que Lionel es el mejor, debe recibir ahí y les puede dar el partido. Pero si levantan la cabeza y está marcado, se busca otra banda. En la Selección no hay esa idiosincrasia. Y es normal, porque cuando un futbolista está habituado a hacer una cosa, y está a 180 pulsaciones, no es el mejor momento para pensar. Creo que esa es la principal razón por la que Messi no ha acabado de ser el mismo que en el Barcelona. Además, cuando se pone la albiceleste, padece ansiedad. Porque el entorno es muy exigente o por lo que sea, ahí le cuesta manejar las situaciones de máxima presión. Y cuando un jugador padece mucho más de lo que disfruta, no rinde a su nivel. De cada diez decisiones que Lionel toma en el Barcelona, nueve son buenas. En cambio, con la Selección logra que cinco o seis sean buenas. No es el Messi a su ritmo normal.
-¿Qué te generó ver a Messi de falso 9 contra Francia? ¿Era el momento para que volviera a jugar en esa posición?
-Desde lo futbolístico pienso que Sampaoli tenía sus argumentos. La idea era interesante y correcta en lo táctico. Con un mediocampo en el que estaban Pogba y Kanté, ubicar a Messi muy cerca de ellos, en principio, le restaba opciones. Al situar dos extremos y ponerlo de falso 9, Sampaoli intentó alejarlo de ambos volantes franceses. ¿Cuál fue el problema? Que para alejarlo de ellos, y pudiera recibir a sus espaldas, el equipo tenía ser capaz por sí mismo de ser fluido y poner la pelota ahí. Y eso no ocurrió. Aunque jugó Banega, no había líneas de pase constantes, por lo que Lionel debía retrasarse. Y eso lo acercaba a Pogba y Kanté. El juego desarticuló rápidamente la intención del DT y situó a Messi cerca de los volantes de Francia. ¿Era el momento para que jugara en esa posición? Seguramente, no. Es una idea que debió haberse probado antes para lograr mecanizarla.
-Después de 15 años de carrera, ¿queda lugar para alguna sorpresa táctica de Messi?
-La sorpresa sólo puede darla él, porque es un jugador hecho para vivir en la libertad y, cuando siente esa libertad de parte de los entrenadores, es muy difícil ponerlo en una posición. En Barcelona, la gente dice que puede ser el nuevo Xavi, aunque no lo veo así; más bien, lo veo como el nuevo Messi. Es decir, debe estar en una posición donde tenga libertad total, pero justo en esa franja donde le den tiempo para organizar y llegar al gol. Una de las conclusiones que me dejó el Mundial de Rusia fue que el fútbol tiende a ser cada vez más flexibl. Los equipos cambian de sistema, incluso, en medio de un partido. Y por ahí, quizás, puede pasar la posible sorpresa táctica de Messi: que en un partido explote un rol más que otro. Algunas veces recibirá de extremo derecho, otras se moverá como falso 9 y, después, jugará más de organizador. La sorpresa, únicamente, está en su poder.