HONRAR LA VIDA

A un toque

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Primero, fueron unas líneas de fiebre causadas por un cólico nefrítico. Más tarde, los chequeos, controles y una ecografía revelaron un tumor maligno de tres centímetros. Estaba enquistado en el riñón. Germán Burgos quiso retener la pelota, atajar contra Mallorca y, el día después, someterse a la cirugía. El contraataque de los médicos y de Luis Aragonés, DT de Atlético de Madrid en aquellos tiempos, frenó ese deseo. «Se opera ya», le ordenaron. La cicatriz de 35 puntos, en el costado izquierdo del abdomen, es uno de los recuerdos de aquella intervención.

Sábado 1° de marzo de 2003. La fecha y sus sensaciones quedaron alojadas para siempre en el inconsciente de Germán Burgos. «Cuando te llevan al quirófano y ves las luces, y te dice el camillero, como me dijo a mí: ‘Aquí el que te va a operar es del Madrid, eh’. Complicado, complicado», admitió Mono, días atrás, a la revista Papel. Esa incertidumbre, de todos modos, no logró inyectar miedo en su cuerpo. «Al contrario. Me escapé de la Clínica Cemtro, no terminé la recuperación. Iba con el suero para arriba y para abajo. Uno de los pibes, por el pasillo, me dijo: ‘Te agradecería que fueras a ver a mi papá, le quedan horas, es del Atlético de Madrid, si le puedes decir algo’. Fui, me senté con él, hablamos, en ese momento te sentís alguien».

Mono Burgos suelta indicaciones en el banco de Atlético de Madrid. Como Simeone, vive los partidos con intensidad. Foto de Gonzalo Arroyo Moreno / Getty Images Europe / Vía Zimbio.

Hace 14 años, Burgos miraba el lado positivo de la operación. «Lo que me pasó me sirvió para reafirmar todo lo que yo pensaba de la vida. Sin dramas, porque no sabés cuándo se te acaba. Y rescato todo el afecto de la gente. La conocida y la que ni me imaginaba. Como cuando colgaron banderas los hinchas de Boca o me mandaron e-mails gente de Real Madrid. Ni hablar de todos los enfermos que me alentaban. Todo esto me hizo pensar que no le erré demasiado en la manera que he tenido de encarar la vida», decía mientras se preparaba para regresar al arco en el Atlético de Madrid.

Hoy, es el ayudante de campo de Cholo Simeone en Atlético de Madrid. Son varias horas de entrenamientos, charlas tácticas, almuerzos y cenas. Por eso, siente que forman un dúo de película. «Como Robert De Niro y Joe Pesci». Nada altera su optimismo. Ni siquiera un mal resultado en un momento decisivo de la Champions League. Será, quizás, por aquel momento que le dejó algo más que una cicatriz de 35 puntos. Y entonces, el Mono honra la vida. «El otro día una señora mayor me recordaba lo que le dije cuando a ella le contaron lo de la enfermedad. Le dije: «No te cagués, enfrentate al espejo y decile al que tenés delante que vas a ganar». Me miraba la señora. Ya tiene pelo y todo… A mí me viene mucha gente con cáncer. La gente quiere esperanza. Que alguno salga».

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