BILARDO, SU CONTRATO CON EL SELECCIONADO Y EL EFECTO DE LA INFLACIÓN

A un toque

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Por Santiago Tuñez

-¿Qué te gustó?
-La hidalguía de los muchachos que, a pesar del dolor que sentían en ese momento, se quedaron para aplaudir a los alemanes. Eso me hizo sentir orgulloso.
-¿Tenías fe?
-Sí, pero era difícil. El equipo se venía cayendo. Entre lesionados y suspendidos quedamos muy disminuidos. Demasiado para una final del mundo.
-¿Y ahora qué?
-Ya te dije: no dirijo más.

El 8 de julio de 1990, Carlos Salvador Bilardo vivió su último partido como DT de la Selección. La derrota contra Alemania 1 a 0, en la definición del Mundial de Italia, marcó el punto y aparte de su libro en celeste y blanco. De ahí en más, no hubo otras ediciones con su firma. No. En la biblioteca futbolera había dejado una obra magnífica. De principio a fin, sus páginas incluyeron momentos exitosos, resistencia con sus convicciones e innovaciones tácticas. Una historia de autor.

En la revista El Gráfico, Bilardo repasaba su ciclo con la Argentina y, de cara al día después, se animaba a proponer el nombre de su sucesor. “A mí debe reemplazarme alguien que siga la línea. Nadie como Pachamé (su ayudante de campo) para interpretarla. Creo que él debe ser la cabeza de un cuerpo técnico integrado por hombres consustanciados con nosotros”, le comentaba al periodista Aldo Proietto. Y luego iba más allá en ese análisis: “La otra noche le dije a Víctor Hugo que me gustaría que se respetara esta línea, porque es la indicada y la que podemos imponer para siempre”.

Nada de eso ocurrió. En su lugar llegó Coco Basile. Y con los años hubo otros nombres en el seleccionado, como Passarella, Bielsa, Pekerman, Bauza y Sampaoli. También estuvieron Maradona y Checho Batista, dos íconos del ciclo de Bilardo. Acaso, su mayor punto de contacto desde la línea táctica haya sido Sabella, a quien acompañó como director de selecciones nacionales.

Aquella entrevista con Bilardo transitaba temas de coyuntura. Decía sobre el triunfo contra Italia en la semifinal de la Copa del Mundo: “Jugamos bien, mejor que ellos, pero esa definición por penales fue una locura. Nunca sufrí tanto, nunca gocé tanto”. Contaba sobre la clave de su trabajo diario: “Subirse a los aviones, ir a ver fútbol y volver al día siguiente, pasar la vida mirando equipos y jugadores, tratando de evolucionar, por ahí pasa la verdad”. Y también, mencionaba un tema que, tres décadas más tarde, sigue vigente en el país. ¿Cuál? La inflación.

Bilardo se enfocaba en este índice, al recordar el contrato que había sellado con la Selección en enero de 1983. “Firmé por menos plata de la que ganaba en Estudiantes, me importaba dirigir a Argentina. Pero eso no fue nada”, advertía en la nota. Y seguía sobre ese acuerdo: “Pusimos una indexación del 75% cada tres meses; o sea, más del 20% mensual. ¿Sabés que inflación hubo? El primer mes, 100%; el segundo, 120%; y el tercero, 140%. ¿Hace falta agregar más? A los dos años, la AFA me dijo: ‘Bilardo, con lo que usted gana no puede comer’”.

En su respuesta a Grondona y compañía, Bilardo eligió dejar a un lado la cuestión económica y el índice inflacionario que había devorado su contrato. “Les contesté que no me interesaba, que ése era el acuerdo y que si me tocaba perder, perdía”, aseguraba el ex DT de la Selección. Eso sí, algo lamentaba de ese contexto que aún pega fuerte en la Argentina: “Lo peor es que arrastré conmigo a Pachamé, el profe Echeverría y el doctor Madero”.

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