[dropcap]A[/dropcap]gosto de 2017. La fiesta del Bernabéu es ajena a Barcelona. Acaba de perder la Supercopa de España contra Real Madrid, después de las derrotas 3 a 1 en su estadio y 2 a 0 en la Casa Blanca. El segundo título de la temporada para los de Zidane (venían de ganar la Supercopa de Europa) parece marcar el derrumbe blaugrana. Faltan nombres en los primeros metros del ciclo encabezado por Ernesto Valverde y, para colmo, ya no está Neymar. El brasileño mira todo desde París Saint Germain, luego de haberle puesto el cuerpo a uno de los fichajes más caros de la historia.
Enero de 2018. Nada es igual a aquella escenografía. Nada. Barcelona es el líder invicto de la Liga española, con 57 puntos (18 triunfos y 3 empates). Le lleva 11 de diferencia a Atlético de Madrid, su escolta, y 19 a Real Madrid, cuarto en la tabla de posiciones. El torneo local parece tener la firma de Messi y compañía. Además, el equipo que dirige Valverde está en las semifinales de la Copa del Rey, después de haber eliminado a Espanyol en el derbi, y espera a Chelsea en los choques por los octavos de la Champions League. ¿Qué cambió en un semestre? ¿Cómo se explica una fotografía tan diferente de aquella en el Bernabéu?
Quizás, la razón haya que encontrarla en esos días de agosto tan complicados para Barcelona. Ahí, en medio de aquella navegación confusa por las derrotas en la Supercopa española y la salida de Neymar, Valverde dejó un mensaje. Una meta. Y hubo un convencimiento general. El DT, pese a todas las turbulencias, puso en práctica el manual que describió en el libro Éxito: «Lo que hay que plantearse al principio de la temporada es qué jugadores hay, hasta dónde se puede llegar, cómo se puede llegar… Lo importante es lo que dice el equipo, no lo que dice el entrenador. Todos tienen que creerlo, tiene que haber una unidad de criterio, y que se pongan de acuerdo. Tiene que ser un reto, pero que pueda conseguirse; es absurdo ponerse objetivos imposibles».
Hoy se puede ver la cosecha de esas palabras. De a poco, comienza a acercarse la etapa caliente de la temporada. Llega el momento de las definiciones. Un acierto en el juego cotiza en alza. Una mala noche, en cambio, puede abrir la puerta de salida. Valverde lo sabe. Está listo para recibir la opinión del plantel, formarse una idea de lo que necesita Barcelona y tomar decisiones. Ya lo dijo en el libro mencionado: «Al jugador tenés que escucharlo y creerte lo que dice; luego tenés que decirle que no se preocupe, que eso lo resolvés vos. Al final, el jugador lo asume y hace lo que vos le decís, y eso no es tanto los movimientos de pizarra. Los movimientos de pizarra están sobrevalorados».