Tatuado de fútbol

A un toque

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Nada podía frenar su atracción por el cuero. Ni siquiera los retos de su papá Waldemar, cuando dejaba de ayudarlo en el revoque o alcanzarle los ladrillos para huir al campo detrás de la pelota. En el pensamiento de Rodrigo Mora latía una pelota. Ocurría en sus tiempos de adolescente en Rivera, su lugar en el mundo, donde jugaba descalzo en el césped o el asfalto. Y los galopes se aceleraron aún más en su camino diario por la aldea futbolera. El delantero gozó de la esencia del juego en cada toque, cada gambeta, cada gol. Fue el chico de la tapa en Juventud de Las Piedras, Defensor Sporting, Benfica, Peñarol y la Universidad de Chile. Su segundo ciclo en River también lo tiene en el centro de la escena. Lleva tres goles en el Torneo de Transición; los últimos dos contra Tigre. Y en su piel, no sólo está el recuerdo de Mary, su madre, en cuatro letras gigantes. Al enfocar los ojos en una de sus piernas, se verá una pelota junto con un par de botines. Y dirá: “Siempre quise ser jugador. Esto es lo que amo. Mi vida es el fútbol».

rodrigomora

Mora festeja su segundo gol contra Tigre. Foto de Juan Vargas / Vía Agencia de Noticias NA.

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