Messi Tag Archive
La noche de Lionel
El invierno de Londres helaba las vísceras. Se sentía a cada paso por el cemento de Stamford Bridge. Y nada parecía aportarle temperatura a los cuerpos. Ni siquiera el duelo de dos modelos futbolísticos entre el vértigo de Chelsea y la posesión de Barcelona. Y menos aún, el choque del histrionismo de Mourinho contra el relax de Rijkaard. Sin embargo, hubo un nombre que calentó el termómetro. Le sumó grados en cada slalom, cada enganche, cada gambeta. Atrevido, se hizo cargo de las tensiones y presentó sus credenciales en la Champions League. Corrió el interés de los directores de cámaras. Y el mundo, definitivamente, memorizó el ADN mágico y talentoso de Lionel Messi.
Ocurrió hace más de ocho años, el miércoles 22 de febrero de 2006, por los octavos de final de ida del certamen europeo. Una temporada antes, Chelsea había eliminado a Barcelona en la misma etapa del torneo. El recuerdo ingrato golpeaba al equipo blaugrana. Quería degustar la revancha. Y Messi se hizo cargo de esa misión sobre la pradera verde embarrada. Envuelto en la camiseta número 30, reclamó la pelota, halló espacios y movió los hilos del juego. En esa producción de alto vuelo, fue un mal sueño para Asier del Horno. Lo encaró en cada escena y poco le importó su estilo violento para ponerle freno. Primero soportó una plancha escalofriante en la rodilla izquierda y, después, otro golpe brutal: “Vi que venía fuerte, con mala intención, y salté. Por eso no me dio de lleno”. Continue Reading
Yo, el Supremo
Miércoles 17 de agosto de 2005. El estadio de Budapest lleva el nombre de Ferenc Puskas, un mito futbolero. Y su tablero verde alumbra, en el amistoso de la Argentina contra Hungría, el comienzo de la leyenda de este siglo. Con 18 años, un mes y 24 días, Lionel Messi se estrena en celeste y blanco. Lleva el número de su edad en la camiseta e ingresa por Lisandro López. Apenas dura un minuto y 32 segundos en cancha: un manotazo al defensor Vilmos Vanczák lo eyecta con tarjeta roja. La Pulga llora en la ruta hacia al vestuario y, allá a lo lejos, uno de sus compañeros discute con el árbitro. Es Gabriel Heinze, un nombre que, de ahí en más, verá su recorrido en el seleccionado y lo contendrá en los momentos turbulentos. El Gringo será testigo de su primer y único gol -hasta ahora- en un Mundial, su dolor infinito en un vestuario de Sudáfrica y el crecimiento de su liderazgo en el plantel argentino. Hoy, sin pantalones cortos ni botines, el ex defensor deja un análisis interesante sobre el viaje del crack en la Selección. Pasen y lean sus palabras, publicadas en el libro Messi, el patriota. Continue Reading
¿Yo? Argentino
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014, la Mano Sagrada tuvo su remake en el tablero verde del Maracaná. Esta vez, fue la Mano de Lios. Messi saltó más arriba que todos y firmó su autógrafo en la red. Gritó el gol del título a alto volumen, pero no besó la camiseta. Dio la vuelta olímpica con sus compañeros, aunque no le puso la voz al himno que recorría la tribuna celeste y blanca. Degustó el champagne de la gloria. De la revancha. Así caminó hacia el vestuario, escuchó los elogios de turno y la pregunta llegó a su inconsciente. Inevitable. “Menos el árbitro, lo vimos todos. Decime la verdad, ¿fue con la mano?”, le soltó un periodista. La respuesta llegó enseguida y fue su otro festejo de la tarde. “¿Yo? Argentino”.
(*) Con este relato participé del Concurso Internacional del Minicuentos organizado por el Ministerio de Educación de la Nación. La consigna era escribir 600 caracteres y comenzar el texto con la frase «El día que ganamos el Mundial 2014.
Socio del silencio
Ese hombre adherido a una pelota habla poco. Juega mucho. Pisa el tablero verde y no suelta órdenes a sus compañeros. Prefiere comer piezas con un pase a Zabaleta, algunas conexiones con Agüero o unos slaloms hacia el arco de Colombia. Así es Lionel Messi, el crack que energiza el ánimo de sus compañeros y paraliza el chip cerebral de los rivales. Algo más de 30 minutos le alcanzan para mostrar su cartel de líder. Intenta frenarlo su físico gastado o la falta de rodaje en las últimas semanas, pero pide más. Siempre, a bajo volumen. Con palabras escasas. Una marca registrada con la que galopa desde sus días de alumno en Rosario. Ya lo dijo Mónica Dómina, su maestra de primer a cuarto grado, en el libro de Leonardo Faccio: «Era un líder que ejercía en silencio, por acciones y no por palabras. Veo que ahora sigue igual».