Seguí bailando que los vas a enloquecer

A un toque

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Lleva en sus oídos la más maravillosa música: el sonido de la pelota. A los 33 años, Ronaldinho mueve el cuero y disfruta como en su amanecer futbolero con Gremio, allá por fines de los noventa. Goza con la sonrisa incrustada en su cara. Lo hace a cada momento y, más aún, en estas horas de gloria por el título de Atlético Mineiro en la Libertadores. Dinho descorcha el champagne de la consagración y lo saborea con la mejor banda de sonido. Nada lo pudo frenar en la ruta hacia el título. Ni siquiera la patada criminal de Diego Braghieri en el cruce contra Arsenal. Es más, el equipo que dirige Gustavo Alfaro vio en vivo y en directo una joya al ángulo del ex Barcelona. Fue uno de sus cuatro gritos en la Copa. El retrato de su talento inoxidable. Y la ambición de animarse a más. Con la Copa en su currículum exitoso, se convirtió en el cuarto jugador brasileño en ganar esta corona, un Mundial y la Liga de Campeones. «Era el título que me faltaba», asegura el delantero, satisfecho por haber pagado su deuda personal. Y con los acordes de la pelota en su corazón, cierra: «»Me pasan muchas cosas por la cabeza, muchas. Volví a Brasil para esto, era lo que me faltaba. Todo el mundo decía que yo estaba acabado, que este era un equipo de renegados… ¡Hablen ahora!».

ronaldinho

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