Dice adiós. Y se despide con la leyenda de sus 227 goles en el fútbol nuestro de cada día. La convicción de que es la hora exacta para alejarse; el momento de mirar por última vez los latidos de la Bombonera y archivar esas escenas en sus ojos. Y sobre todo, con la satisfacción del deber cumplido. Es el tiempo del retiro de Martín Palermo. El hombre que se va sin sueños impagos. Con las ilusiones cristalizadas. Y también, con la mejor frase futbolera de la semana.
Siento que no me falta nada. Se dieron todas las cosas en mi carrera, por no bajar los brazos. Es mi virtud el esfuerzo. La perseverancia, siempre querer crecer con base en críticas y errores. Nunca sentí que sabía todas; siempre quise buscar algo más, objetivos grandes».