«Subir a cantar al tren fue como atajar la primer pelota del partido»
Por Santiago Tuñez
Mueve los dedos vigorosos sobre la guitarra y los acordes musicalizan el vagón del tren Roca. Son la banda de sonido en una mañana al sur del conurbano. La voz emerge del micrófono e hilvana las estrofas de Hoy es cuando, el tema que le da el título a su primer disco. “Es así, la vida es así, un punto en el tiempo hecho para ti”, suelta Pablo Blestcher, convencido del mensaje que canta a los pasajeros. Sabe lo que dice en esas palabras. Su vida, también, es un punto en el tiempo. Y esa marca, alguna vez, lo señaló entre los elegidos de José Pekerman, porque fue uno de los adolescentes citados por el viejo tótem de los juveniles argentinos. Sus manos capturaban pelotas en el arco. El cuerpo era un vuelo en continuado. Y sin proponérselo, tuvo un rodaje vertiginoso por los caminos del fútbol.

«El tren Roca es mi oficina», asegura Pablo Blestcher, en el camino hacia su segundo disco. Foto de Marcelo Arias / Revista El Federal.
A los 32 años, este artista nacido en Concordia recuerda que, al principio, el ex DT de la Selección significó una carta, una convocatoria al Sub 17, una broma. “Pensé que me estaban jodiendo, porque recién empezaba a jugar al fútbol. Hasta que mis viejos llamaron y les confirmaron que la citación era cierta. Yo jugaba al básquet, pero mi papá me compró unos botines y anotó en Victoria, un club de la ciudad. Tenía 14 años y, para esa edad, era muy alto. Un día me llamaron para el seleccionado de Concordia y, después, para el de Entre Ríos. Ahí jugamos contra clubes de Buenos Aires, gente del cuerpo técnico de Pekerman me vio atajar y llegó la convocatoria. A esa altura, no me consideraba futbolista, porque todo se había dado de repente”, le cuenta Blestcher a De Fútbol Somos desde Mar del Plata, uno de los destinos de su gira por la Costa Atlántica. Continue Reading
Nunca más
«Nie wieder», sostuvo el presidente de la Liga alemana de fútbol, Reinhard Rauball. «Nie wieder», pidieron los nombres principales de los equipos. «Nie wieder», se escuchó en los estadios de la Bundesliga. El planeta redondo dijo Nunca Más a 70 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. «El racismo, la discriminación y la xenofobia no deben tener lugar en nuestra sociedad. No podemos olvidar el pasado, jamás», subrayaron los protagonistas del fútbol germano. Y en ese pasado, está el recuerdo de Julius Hirsch, el primer judío en jugar en el seleccionado alemán. Un héroe futbolístico que disputó los Juegos Olímpicos de 1912 y, después, se alistó en la Primera Guerra Mundial. De allí regresó con honores y lo condecoraron con la Cruz de Hierro. Aunque el régimen de Adolf Hitler le borró el cartel de símbolo. Fue el comienzo de su persecución y la de miles de judíos. «Quiero que quede claro el daño que nos está haciendo la nación alemana a un conjunto de personas decentes que hemos demostrado nuestro cariño a este país, incluso dando nuestro sangre por él», escribió antes de huir a Francia con su familia. Al final, fue detenido por la Gestapo y enviado a Auschwitz en 1943. El héroe, a esa altura, ya era invisible. Murió tiempo después, en una fecha sin determinar. Y desde 2005, la Liga alemana entrega el premio Julius Hirsch a los hinchas que se hayan destacado por su lucha contra el racismo y discriminación. El mejor homenaje.
Simplemente fútbol
Quedará por siempre el cuerpo pintado de azul y amarillo. La ovación de su estreno en la Bombonera, con sólo 18 años y una partitura aprendida en Don Torcuato. La mirada engañosa y el pase inesperado a un compañero. La pausa para poner quinta a fondo en su pensamiento. Los caños deliciosos y las pisadas de arte premoderno. El zurdazo magnífico contra Brasil. Los títulos y la despedida de Boca. Y el regreso a Primera con Argentinos para pagar su deuda interna. Quedarán, en fin, las huellas de identidad de Juan Román Riquelme. Se marchó del fútbol tras un recorrido fantástico, irrepetible, inmortal. Y entre esos recuerdos, dejó también una manera de vivir el juego, sin importarle la periferia y los rumores de ciertos periodistas. Fernando Signorini, ex preparador físico personal de Riquelme, entendió como pocos su ADN y destacó ese perfil en el libro El caño más bello del mundo. «Román es el último gran referente en cuanto a un modo de defender la dignidad del jugador. Comprometiéndose con acciones. Él habla sin hipocresía, y eso es lo que muchas veces no se perdona. Él escucha a los que respeta. Y fundamentalmente respeta a los que saben. Su forma de ser molesta, sobre todo en esta sociedad y en este ambiente hecho pedazos. En ese fango, él es un jugador de raza. No cualquiera tiene raza de jugador», opinó Signorini. Se fue, en efecto, algo más que el tótem de Boca o un concepto de la pelota. Se fue un futbolista de vocación. Del cerebro a los botines.

La mirada en la pelota, el pensamiento en una asistencia a un compañero. A los 36 años, Riquelme dejó el fútbol. Foto de : Richard Heathcote/Getty Images Europe / Vía Zimbio
A mi manera
-¿Nombre?
-Luis Alberto Spinetta.
-¿Fecha de nacimiento?
-23 de enero de 1950.
-¿Hincha?
-De River
El Flaco se presentaba en sociedad con esas credenciales. Cada dato lo acompañaba con una banda de sonido. Podía ser un tema de Almendra, de Pescado Rabioso, Invisible o las otras bandas en las se vistió de frontman. Y al poner stop a los acordes, le daba play a otra música. La música del fútbol y su pasión por River. Porque sentía el cuero redondo con los colores de los millonarios. Era habitante de esa patria desde los tiempos agrios sin títulos. Esos a los que Ángel Labruna les puso fin con una colección de festejos. Y en su vida futbolera había tres cosas: Jota Jota López, Merlo y su Capitán Beto. Spinetta admiraba ese juego de alto vuelo. De traje, galera y bastón. Y en una entrevista con el diario Crítica, sacó pecho por ese estilo con una sentencia eternal. Inmortal. «Si River juega bien, me encanta, porque cuando gana, no gana de pedo. Gana porque juega bien. De pedo, a veces, le han ganado. Cuando gana, River gana con todo. Lo único que falta es que nos caguemos también en eso”.
Asistencia perfecta
Ya está. Se acabó. A los 37 años, David Trezeguet dejó la ropa de futbolista y anunció su despedida. El punto final llegó después de su ciclo de seis meses en FC Pune City, de India, y una carrera alumbrada por el éxito. En su currículum futbolero, redactó líneas gloriosas con el seleccionado francés. De hecho, logró el Mundial de 1998 y la Eurocopa de 2000, en la que firmó el gol del título. El diseñó de una dupla de alto vuelo con Marcelo Gallardo llenó de goles y glamour a Mónaco. Y tiempo después, en el Calcio, hizo clink caja con Juventus, al lograr dos campeonatos y un ascenso desde la Serie B. La vuelta a Primera con River en 2012 fue, según sus confesiones, uno de los grandes gustos personales. Y de su colección de goles en el Millonario, vale rescatar este grito contra Atlético Tucumán. A la definición perfecta se sumó el pase quirúrgico de Chori Domínguez. Un toque maravilloso para autografiar asistencia perfecta, la nueva sección de este blog.
Va por vos
Podría haberlos unido la música, desde las letras craneadas por uno de ellos. O por una caravana interminable para ver a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Nada eso, sin embargo, ocurrió en la vida diaria de ambos personajes. Indio Solari y Juan Román Riquelme se encontraron a través de una pelota… y un sentimiento. Sucedió a fines de 2011, en los palcos vip de la Bombonera. El 10 eterno de Boca se acercó a saludar al cantante y le regaló una camiseta. «Dijo que tenía varias, pero le faltaba la mía», contó el futbolista después del cara a cara, con foto incluida. El ex líder de Los Redondos, con su corazón pintado de azul y amarillo, ya había manifestado antes su pasión por el juego de JR. «Cuando jugaba en Villarreal me gustaba verlo», comentó a los lectores de la revista Rolling Stone en 2008. «Es un grande, un gran jugador», amplió tiempo después en La Garganta Poderosa. Y sus elogios más potentes sonaron en el libro El caño más bello del mundo. Allí, Indio escribió estas líneas de admiración dedicadas al futbolista. Vale repasarlas en el día que cumple 66 años.
«Román ha sido, de todos los jugadores que vi, el que más me ha hecho disfrutar del fútbol. Sabe, de manera natural, cómo es el juego todo (cosa poco frecuente) y posee una técnica exquisita y elegante que le permite valorar esa ventaja. Su visión periférica le hace fácil elegir, en un instante, el mejor circuito para que su equipo saque provecho. Cuando se hace del balón lo protege con su cuerpo de manera casi invulnerable a la espera del mejor momento para burlar a sus marcadores.
Memoria, verdad y justicia
Topo López ya no teclea historias sobre personajes del fútbol. Sus notas en Olé, Sport de Barcelona y otros medios gráficos tuvieron un punto final doloroso en San Pablo. La noche del 9 julio, el taxi en que viajaba hacia su hotel quedó en medio de una persecución criminal y fue arrollado por un auto en el que iban tres delincuentes. El periodista murió el día en que su hijo Agustín cumplía cinco años. Desde ese momento, su esposa, Verónica Brunati, reclama que las autoridades brasileñas reaccionen y asuman que la muerte de Topo no sea catalogada como un «accidente», sino como un homicidio. «Quiero que se haga justicia y los asesinos y la polícia de San Pablo sean condenados, porque es lo único que me va a dar paz», insiste Verónica, tal como expresó en una nota con Sports. A ese pedido se sumaron los jugadores de Barcelona y Atlético de Madrid. Hubo aplausos y homenajes para el cronista, amigo de Lionel Messi y Cholo Simeone. Y un clamor en el Camp Nou: #JusticiaParaTopo.
Moltes Gracies ! Estoy destruida, emocionada, pero no me verán derrotada ni a un vencida pic.twitter.com/b9DcIjm6M9
— veronica brunati (@verobrunati) enero 11, 2015