Dijo sobre Diego Maradona: «Es una leyenda, un ángel con las alas heridas, un varón y un hombre. Es contradictorio y seguro de sí mismo; ‘sí mismo’, hablando de Maradona, es mucho decir… Unico, popular, genial, irrepetible, sensible, extraordinario, revolucionario, cercano, espontaneo, verdadero, inteligente, noble, milagroso, universal y argentino». Y una noche de octubre, en 1993, Andrés Calamaro le cantó junto a Fito Páez en el predio de Ezeiza. Guitarra de por medio, brindó por el Diez. Y en ese choque de copas futbolero, 18 años después, le dedicó un texto a Lionel Messi, cuestionado entonces por su bajo vuelo en la Copa América de la Argentina. «Usted juegue tranquilo que ya lo ganó todo. Plántese y explique cómo quiere jugar y dónde. Arme el equipo según su inteligencia total y su sabiduría inexplicable. El fútbol es así», publicó el cantante en su blog.
El podio futbolero de Calamaro, se ve, está habitado por Maradona y Messi. Y ahí, también, emerge Ariel Ortega. Otra debilidad del Salmón, tal como dejó en claro en No alcanzan las palabras, el libro dedicado a la despedida del Burrito en el Monumental. «Es el ejemplo imperfecto del futbolista talentoso, endiablado, humilde, universal, bohemio, sencillo; amado por su hinhada y temido por las defensas; vertical, indescifrable, conflicto y adorado», escribió sobre el ex River en el trabajo realizado por Facundo Pastor y Federico Peretti. Y después de haberlo definido como «un mago que saca galeras de los conejos» en una canción, el artista puso el broche a su admiración por Ariel: «Transitó distintos equipos en la Argentina y en el mundo; dudo que alguien haya podido sacarle la pelota de los pies en plena gambeta».