Manchado con sangre

A un toque

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Por Geoff Hernández

El partido no era para derrochar talento, muy lejos de aquel contra el Milan, había que sufrir. Esto lo entendió el Barça y lo aprovechó estridentemente el PSG. Defensa culé trastocada y una zona media parisina que ofrendaba sus habilidades más exquisitas en busca del gol. Lucas Moura es una divina creación. El mundo se maravilló con la clase que irradiaba. Sus pies eran grilletes que encarcelaban los dones polifacéticos de Busquets y enceguecía la luminosidad genética de Xavi.
Barcelona encontró en el PSG una nueva especie. Un monstruo que no sólo cumplía de forma sublime y religiosa con las transiciones ataque-defensa, sino que se sentía atraído por el balón. Querían degustar ese delicioso manjar de la posesión. Nunca le robó en plenitud el as principal azulgrana, pero, en páginas del partido, la inquietud de Sergio y la extinción de Cesc eran producto al romanticismo francés con la pelota.

Pedro

Pedro, el crack silencioso. Oh, Guardiola, benditos sean tus ojos por rescatar de la miseria del mundo a este señor. El fútbol te lo agradece. Hoy fue villano y héroe, su aborrecimiento hacia la inapetencia lo distingue. El Barça podrá sucumbir ante los demonios de la apatía, pero Rodríguez jamás. Un mal pase del 17 provocó la contra del PSG que terminó en gol, pero las seiscientas ejecuciones de presión en la salida lo libran de la cárcel. Estar en el lugar correcto, y definir como los dioses son dones distintos, PR17 tiene ambos.
Zlatan y su contrarrevolución azulgrana nos regalaron un día especial, donde se mostró en aspectos que la League 1 no le permite manifestar. De espalda al arco generó kilos de pivotes, con el balón en los pies logró imitar al inimitable, Iniesta. Siete asistencias en la Champions League no son casuales. Un toque sutil, lleno de esa mescolanza mágica que solo los semidioses tienen produjo el gol de Pastore. 10/10, Ibra.
Es hora de los hombres, Vilanova. Hay mucho trecho por delante. El vicio de este equipo que a veces se pierde en la autosuficiencia parecía haber quedado atrás luego de la noche contra el Milán. Falso. Quizá y esta forma de ejecutar el libreto les baste para quedar campeones, pero el viernes, conocerán, sea cual sea el rival, una alcabala durísima. Retrospección en el alma del Barça, inminente.

Pastore

PSG, nada que reprochar. Arrinconó a la historia, por instantes. Ancelotti le ganó el mano a mano táctico a Vilanova. Los elementos que convergen dentro del crecimiento francés es para sonreír y esperar un próximo año mejor que este. Pastore, es Houdini, cuando quiere. Thiago Silva, hijo de Ares. Solo criticaré la inclusión tardía de Van der Wiel, debió haber sido antes de la arritmia futbolística que produjo el gol de Pedro.
Leo es como Bolívar o San Martín, su sola presencia en cancha despierta el terror a la derrota en cualquier ejército. Su inclusión produjo mayor efecto en el campo psicológico-táctico del partido. Un centímetro de magia quería Vilanova, y un centímetro tuvo del enano. El mejor de todos, sin discusión.
Xavi, como lo dije en aquel escrito titulado Las mil y una noches, es Gustavo Dudamel. Director de cualquier orquesta del universo. 100% de efectividad en pases. 96 de 96. Humanamente imposible, aunque el frenético pressing del PSG produjo ciertos desbarajustes en el dibujo culé, su paz interior y eficiencia asociativa le abrió el camino del triunfo al Barça. Iniesta, y su giro hacia la izquierda fue la postal del partido. Extraterrestres.
Gustará más o gustará menos esta actualidad del Barcelona. Cuestión de percepciones e ideologías filosóficas. Jamás cesarán las comparaciones entre aquella época de los “Pep Show Boys” y estos hijos de Vilanova, lo cierto es, que ya están en Semifinales y enrumbados hacia la quinta liga en seis años.
La historia siempre tiene espacio para aquellos que desean ser parte de ella, y el único camino para llegar a la inmortalidad es dejar la vida en la cancha, aunque salgas manchado.

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