LOS MONSTRUOS EN LA VENTANA

Al fondo de la red

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Por Geoff Hernández (@geoffhernandez)

1- No, no es un remake del inicio del Mundial 2014. Las circunstancias son totalmente distintas, aunque las sensaciones se parezcan. Un primer partido repleto de la nada. Del sinsabor que produce la ausencia de un guión claro, de la tortura que implica revivir el patrón de ver a Messi sólo rodeado de europeos sedientos de sangre que miden casi dos metros, y de la euforia argentina que se va disipando al ritmo de las falencias de un equipo menos formado que aquel de Sabella en Brasil.

2- ¿Alguien le mostró por mera inercia a Sampaoli un video de las forma de jugar de Islandia? Sigo aterrado porque pareciese que el concepto arcaico de Las estrellas siempre ganarán superó las pantallas de la televisión, los teclados en Twitter, y se ajustó al cuerpo técnico argentino. Y es que hasta el menos conocedor de funcionamientos tácticos podría imaginarse cómo iba a ser el partido.

3- La Argentina entregó los tres puntos al situar a Biglia al lado de Mascherano, ninguneando las obligaciones de manejar el ritmo del partido con posesiones profundas y coherentes. Biglia es un obrero de la escuela formada por Mascherano. Su hábitat natural es el corte. El roce. Los dientes apretados. Las descargas a sus espaldas y a los laterales, y la protección de los centrales. Pero crear ocasiones es otro universo muy distinto. Se necesita precisión, imaginación, ubicación perfecta, y genética. Es decir, Biglia debe ser titular contra Francia. No contra Islandia.

4- …y saldrá aquel protector de las nimiedades a decir que la Argentina tuvo el balón el 73% del tiempo vivo del partido. Y tiene razón. Por eso no se explica los cambios tan tardíos de Pavón, y de Banega. Apenas al ingresar en cancha, la temperatura cambió. Di María quería ser el desbordador modelo 2011 del Real Madrid, pero Agüero estaba incrustado en una jauría donde no logró ganar ni un solo balón aéreo, cosa que Otamendi si alcanzó en los pelotas paradas. Un recurso que la Argentina deberá perfeccionar si pretende avanzar en el torneo.

Al situar a Biglia al lado de Mascherano, la Selección entregó los tres puntos en su debut mundialista. De este modo, ninguneó las obligaciones de manejar el desarrollo del partido contra Islandia con posesiones profundas y coherentes.

5- A Messi lo dejé al final, porque está más solo que nunca. Y en sus ojos se puede confirmar eso. Cuando erra en Barcelona, sonríe. Busca la complicidad en Suárez, o en Piqué, y pide la bola de nuevo. En la Argentina, no ríe. No busca acompañantes. Prefiere deambular y quedarse en sus pensamientos solitarios hasta que le llega la pelota y decide el mismo intentar derrumbar las murallas de Jericó. Da la sensación que está hastiado de tener que solucionar las fisuras colectivas albicelestes. Se repiten las imágenes de Leo siendo marcado por cinco o seis jugadores. Y si Sampaoli no lo protege, ni le da opciones a su capitán, el avión podría tomar un rumbo turbulento y oscuro.

6- ¿Por qué dije al inicio que las circunstancias en este inicio de Rusia 2018 son totalmente distintas? Porque el 5-3-2 inventado por Sabella en 2014 tenía solución en parar un mediocampista más, debido a los tres años de proceso del cuerpo técnico. Esta vez, el diagnóstico no es tan claro. Ni Sampaoli tiene el recorrido, ni los nombres que hay en la lista pueden permitirnos construir un escenario perfecto donde Messi haga de Ronaldo en la Portugal actual. ¿Está todo perdido? Por supuesto que no, pero en los espejos ilusorios se podía tejer un plan que al final llevaría a la albiceleste a la definición contra Alemania. Hoy hay mucha más niebla, y los monstruos en la ventana no dejan de gruñir.

Halldórsson va hacia su derecha y le ataja el penal a Messi. La Pulga está más solo que nunca.

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