La rueda mágica

A un toque

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Llegó una noche helada de 1995 y se fue a principios de 2000, con las cuerdas vocales gastadas de gloria por cuatro títulos locales, una Copa Libertadores y una Supercopa. Regresó un año y medio después y se animó a más. Tanto, que obtuvo el Clausura 2002; una corona que, vaya paradoja, le cerró las puertas en su equipo del corazón. La faja cayó una década más tarde y, entonces, regresó al Monumental. De nuevo, Ramón Día habitó su lugar en el mundo. Y una noche de mayo de 2014, volvió a ponerse la ropa de campeón con River. Ahora, sin el vuelo de sus equipos noventosos y con producciones utilitarias. Lloró por la conquista del Torneo Final y, acaso, las postales del pasado. Porque su vida, a esta altura, es una rueda mágica pintada de rojo y blanco. Hace más de 20 años, River festejaba la vuelta olímpica del Apertura 91 contra Quilmes y Ramón gritaba por triplicado en la goleada 5-1. Esta vez, la celebración fue desde el banco, junto a su hijo de Emiliano. Aunque mantuvo esa sana costumbre de ganar y golear, con título incluido.

 

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