La jerarquía de ser más

Al fondo de la red

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Por Geoff Hernández (@geoffhernandez)

1- En el post anterior, alabábamos la habilidad que tuvo el técnico venezolano de restituir la capacidad competitiva en un margen de tiempo relativamente corto. Sus fundamentos -presión coordinada en las tres zonas, sentido en la elaboración y sobre todo, Peñaranda – imprimían un envión de seriedad que le daba color a la víspera de los cuartos de final de esta Copa América. Messi, Martino y Mascherano, intuían problemas si el muchacho del Granada lograba tener espacios para correr al recuperar la pelota.

2- Pero Peñaranda se lesionó en el calentamiento precompetitivo y, a partir de ahí, no paró de llover en la cantina vinotinto. El dilema inesperado empujaba a Dudamel a tomar la segunda gran decisión del torneo: ¿mantener la fidelidad a los recursos de sangre nueva que ya funcionaron (Del Valle-Velázquez-Añor)? ¿O recostar en la experiencia el ritmo del partido (Seijas-Vizcarrondo)? Las respuestas a esas interrogantes hundieron a la selección venezolana antes del pitazo inicial.

3- Argentina, en la otra vereda, interpretó a la perfección el fruto de las inseguridades con las que ingresó Venezuela a la cancha. Messi fue el wing derecho que conquistó la Copa del Rey 2015 frente al Athletic. Libre, con cuatro y hasta cinco opciones de pase, y sin ningún sistema defensivo contrario que le tropezase al momento de elegir a quién pasar la pelota. Con la soberanía de su don en el máximo esplendor nació el 1-0. Alley-oop en homenaje a Riquelme, y definición grosera de Higuaín.

4- La selección de Dudamel seguía con un pánico escénico que eclipsaba cualquier opción de igualar las acciones. No hilvanaba dos pases seguidos, y la estructura táctica de sus zonas estaba rota. Libra por libra, la diferencia era mucha. El oficio llevó a la albiceleste a un lugar de superioridad, que en realidad no era tan dramático. Efecto placebo. Y aunque suene paradójico, ha sido la presentación albiceleste más irregular desde el aspecto defensivo y la más dependiente del error rival que se ha visto en toda la Copa América. El 2-0 antes de la primera media hora confirmaba a vox populi que Venezuela aún no aterrizaba en Boston. Error grotesco de Figuera, de esos que te sacan de los mundiales y de las copas.

Messi ya alcanzó el récord goleador de Batistuta y vuelve a hacer historia en la Selección. Foto de Jim Rogash / Getty Images North America / Vía Zimbio

Messi ya alcanzó el récord goleador de Batistuta y vuelve a hacer historia en la Selección. Foto de Jim Rogash / Getty Images North America / Vía Zimbio

5- Hasta que llegó el lapso de la resurrección. Un error en salida de Romero-Mascherano, producto a la presión alta de Figuera, le brindó a Rondón la primera chance clara de gol. Los siguientes 15 minutos fueron un festival de fútbol sustentado en el adelantamiento de las líneas, la sobrenaturalidad de Rondón y en la presión ejercida sobre Banega. Y es ahí, donde no se puede ocultar la verdad. Una decisión actitudinal del colectivo, y el retorno a los recursos que atrajeron el éxito en la primera ronda del torneo, obligaron a la principal candidata a protegerse contra las cuerdas.

6- Venezuela tardó 35 minutos para creer que podía herir a su rival. Y si le das ese obsequio a Messi y su clan de la fe seguro lo pagarás caro. Con todo y eso, Rondón -que destronó a placer a Otamendi las veces que quiso – ya había firmado el vertical izquierdo y exigido al máximo a Romero, el Salvador. Quince minutos que sacaron lo peor de la Argentina de Martino. Y que daban la guinda al pastel con el penal que terminaría de sentenciar el desarrollo de esta llave.

El segundo tiempo sirvió para mirar  la transición de la Argentina de Biglia –la que subcampeonó en Brasil y Chile– a la Argentina de Banega –la que probablemente gane la Copa América del Centenario en Estados Unidos-.

7- Juzgar es acusar sin fundamento. Y en el caso Seijas no es un pecado señalar que el contexto del partido no estaba para ningún acto de irresponsabilidad. Errar en la toma de decisiones es otra forma de destruir el esfuerzo colectivo. ¿Cómo verle los ojos a tus compañeros sin sentir culpabilidad? Romero atajó, sonrió y agradeció a su scout por haberle indicado el camino a la semifinales.

8- El capítulo complementario sólo sirvió para observar la transición de la Argentina de Biglia –la que subcampeonó en Brasil y Chile – a la Argentina de Banega –la que probablemente gane la copa -, Messi seguiría su luna de miel en el torneo, y se cargaría el récord de Batitusta. Martino reafirmaba la corriente táctica de sustituir el 4-3-3, por el 4-3-1-2 en las segundas mitades, y para que Nico Gaitán se graduase como ese obrero silencioso que le facilita el escenario a sus superiores. Un indispensable en este nuevo grupo.

9- En Venezuela, es ahora o nunca. O se le permite a esta renaciente generación dictar las nuevas formas de competencia, y terminar así sepultando de una vez por todas, esos vicios trajeados de errores que han manchado los momentos críticos de nuestra historia o el temor seguirá siendo el estandarte que nos represente y nos arroje a ese vaivén futbolístico que ha impedido el verdadero despertar. Esta generación tiene todo para ser exitosa. Tiene el don y tiene el líder. ¿Se tendrá el empuje necesario para transformar el plantel? Veremos.

Y 10– El Clan de la fe va contra Estados Unidos. O lo que es lo mismo: irá preparando su arsenal, hacia la penúltima conquista antes del Campeonato. ¿Cómo dudar de un equipo que ha visto la gloria escurrírsele de las manos dos veces en menos de tres años, y aún no se rinde? La jerarquía es la coraza de protección que separa a los campeones de los competidores. Siempre será así. La jerarquía de ser más.

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