Lo escribió Jorge Valdano, en su libro Apuntes del Balón: «La distancia entre el futbolista y el aficionado común es cada vez más grande. Nick Hornby (autor de Fiebre en las Gradas) reflexionó hace un tiempo sobre el vínculo desinteresado del hincha con su club, y puso en su sitio a los jugadores. ‘¿Dónde estaban ellos hace 20 años?, ¿dónde estarán dentro de 20? El club significa mucho más para nosotros que para ellos’. Preguntas peligrosas. Con Nicolas Anelka, por ejemplo, hubiera tenido que reducir los plazos: ‘¿Dónde estabas tú hace 20 meses? ¿dónde estarás dentro de 20?'».
Acaso por no haber leído el extracto, Shaun McCormack debe estar lamentando su regalo de Navidad. Por aquellos días, este hincha de Liverpool imaginó que podía ser divertido cambiarse de nombre. En un principio, pensó en Steven Gerrard, el jugador marca registrada de los Red. Aunque prefirió «algo más extravagante» y eligió llamarse Fernando Torres. «Es un sueño hecho realidad. Es el mejor delantero del planeta», publicó en una red social.
Hoy, todo es distinto para este hombre de 36 años, casado y padre de cuatro hijos. Después de la transferencia de Torres a Chelsea, a cambio de 58 millones de euros, analiza si recuperar su nombre original o apostar por otro arriesgado plagio. Antes de su elección, mejor que repase las palabras escritas por Hornby.