«Tuve que decidir si dedicarme al fútbol o al tenis. Y ganó el tenis. Diría que tomé la decisión más acertada». Lo asegura el escocés Andy Murray, número dos del mundo, y vaya si tiene razón. En horas nomás, transitará el camino a la gloria en el césped de Wimbledon. Allí se verá la cara con el serbio Novak Djokovic, el líder del ranking ATP, la espera de cristalizar dos ilusiones: ganar el segundo Grand Slam de su vida y, sobre todo, ser el primer británico en lograr el título del All England después de 77 años. Nada más. Nada menos.
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Se oye ruido de tenis en el inconsciente de Murray y, también, hay sonido de fútbol. Ocurre que su abuelo fue jugador en los 50. Es más, Andy barajó la pelota en Rangers, donde se entrenó a los 15 años. «Me habría encantando jugar con el Hibernian (el club de Leith, en el norte de Edimburgo), pero mi sueño máximo era fichar por Arsenal y jugar como Jack Wilshere, organizando el juego en la mitad de la cancha, pero sin miedo a lanzarme al ataque», contó el escocés, meses atrás, en una entrevista con el sitio de la FIFA.
De todos modos, el deseo de Murray por haber jugado en Arsenal no borró las escenas de una noche memorable. ¿Cuál? “El partido entre Hibernian y AEK de Atenas en la Copa UEFA disputado en Easter Road, cuando yo tenía 13 o 14 años. Tuvo que resolverse en la prórroga. El Hibernian ganó aquella noche, pero perdió la eliminatoria por un global de 4-3. El ambiente era absolutamente increíble”, recordó el escocés.
Más allá de sus desafíos en el mundo del tenis, Murray suele mover la número cinco en algunos entrenamientos. Y a veces, organiza partidos con otros tenistas. En ese sentido, resumió: “Me resulta muy difícil practicar otros deportes por el riesgo de sufrir una lesión, pero jugamos al fútbol siempre que podemos. Siempre arreglamos no entrar al quite con dureza, pero luego nos olvidamos de lo pactado. Tsonga es un lateral derecho muy expeditivo. Jugué un partido con él y es muy bueno en esa posición”