La vida del Diente tenía dos hábitos en las calles de Alejo Ledesma. Gomera en mano, dedicaba sus mañanas a cazar palomas. Y por las tardes, movía el cuero redondo junto con sus amigos. Dos tarritos, nomás, alcanzaban para diseñar el arco y patear en la cuadra donde su casa asomaba en la esquina y la de su abuela, al frente. Pasaron varios años de esa escena, pero quedó alojada en su inconsciente. Lo mismo que los silbidos en sus tiempos como volante de central de Belgrano. «Un día, Dalcio Giovagnoli me sacó en el segundo tiempo. La gente me insultó y silbó. Ese día entré al vestuario y me metí debajo de la ducha de agua fría. No quería hablar con nadie», recordó tiempo atrás en una entrevista con diario Día a Día. ¿Cómo emergió de esa frustración? «El futbolista debe tener un autoestima que lo mantenga para los momentos malos. Tiene que estar fuerte de la cabeza». De ahí se explica, entonces, sus producciones y números positivos en Racing. Estuvo en todos los partidos del Torneo Final, se convirtió en el jugador con más minutos en cancha (1.687) y se dio el gusto de gritar campeón. El broche de esta hora exitosa resultó su taco delicioso contra Deportivo Táchira, en el estreno de la Academia en la Copa Libertadores. Luciano Lollo, el Diente en aquellos días de Alejo Ledesma, lo festejó con los puños cerrados, el abrazo de sus compañeros, la mente poderosa para resolver con un gran gesto técnico. Cuestión de actitud.