Por Santiago Tuñez
La mañana suelta minutos con calma en Mercedes y nada parece alterar las costumbres de sus habitantes. Algunos ocupan los bares del centro y charlan sobre la vida diaria de la ciudad. Otros sumergen su mente en las primeras tareas del trabajo. Todos mantienen el pulso relajado. Salvo uno de ellos, que viaja desesperado en una camioneta hacia el hospital Blas Dubarry. Grita de dolor y sus ojos se inyectan de impresión. Acaba de perder su brazo derecho en un accidente.
A los 23 años, Damián Defelippe no logra entender lo ocurrido a las 10.35, en la fábrica de la empresa Consergas, mientras llevaba garrafas para la zona de reparación y pintura. La cadena de transporte le mordió el guante y provocó la pérdida del brazo. Desconsolado, recuerda en un flash sus días en el arco de Defensores de Belgrano, Unión, Flandria y Sarmiento de Junín. Las horas viendo videos de Fillol y el Mono Navarro Montoya. Piensa que ya volverá a ser el uno en el club Mercedes. Y mira a su papá Jorge con frustración: “¿Qué hago con los dos pares de guantes que me compré ayer? No puedo atajar más”.
Imborrable en su mente, Defelippe disecciona cada momento de aquel jueves 7 de mayo de 2009. Toma diálogos, imágenes, sensaciones. “Hasta que me accidenté, el fútbol era todo para mí. Vivía y pensaba en la pelota, nada más. Venían mis compañeros al hospital, también los dirigentes del club, y todo era peor. Sabía que podía volver a jugar, pero no atajar. Se había terminado el fútbol, pero me dio otra chance”, cuenta a seis años de ese día, en una entrevista con De Fútbol Somos. Y explica orgulloso, lejos de los primeros pensamientos, por qué este juego sigue alojado en su cuerpo. Hoy es el arquero de la Selección de Amputados.
-¿Cómo surgió esa posibilidad después del accidente?
-Cuando terminé la recuperación, volví a jugar en un equipo amateur con amigos de Mercedes. Era delantero, pero me faltaba el arco. Ellos me ponían un rato por miedo a que me cayera y no me dejaban atajar. Hasta que en 2011, la fisiatra que me atendía en Capital me comentó del fútbol para amputados y encontré datos en Internet. Me contacté con Hernán Travagliante, uno de los jugadores del equipo, los dirigentes me convocaron después a un entrenamiento en Colonia Caroya y quedé en la Selección. Al año ya estaba jugando el Mundial de Rusia.
-¿Y en el proceso de integración te costó sumarte al grupo?
-La integración fue algo increíble. Los compañeros me atendieron como si hiciera 20 años que me conocían. Ellos no se fijan qué discapacidad tenés. Tratan a todos por igual. A muchas personas les cuesta salir adelante o se inhiben porque les falta un brazo o una pierna. Por suerte, yo lo superé muy bien. Puedo hacer lo que quiera, no tengo ningún impedimento.
Defelippe recuerda cada momento del accidente en el que perdió el brazo. «Pensé que se me había terminado el fútbol», cuenta desde Mercedes. Y se siente orgulloso de haber sido elegido el mejor arquero en el Mundial de México 2014.
-Atajaste en los mundiales de Rusia 2012 y México 2014, ¿qué recuerdos tenés de esas experiencias?
-La sensación de jugar un Mundial es hermosa. A Rusia fui muy verde en lo futbolístico y recibí muchos goles. Me costó adaptarme al perfil. Los jugadores, que usan bastones canadienses, vienen corriendo y no sabés cómo van a perfilarse para patear. Mueven el pie sobre la pelota y es todo puro reflejo. Además, las dimensiones de la cancha son más chicas y el arquero no puede salir del área. Eso te limita muchísimo. Si salís, es tarjeta roja y penal.
-Me decías que en Rusia te costó, ¿y en México?
-Ahí fue distinto, porque me preparé mucho. Quedamos quintos con la Selección, pero me dieron el premio al mejor arquero del Mundial. No lo podía creer. Cuando lo recibí, llamé enseguida a mi papá. Si había llegado al Mundial en buen estado, fue por sus consejos y todo lo que me entrenó. Más allá de haber visto videos de Fillol y Navarro Montoya, siempre fue mi referente. Me desvivo por el fútbol, y más ahora que lo juego a este nivel.
-¿Y cómo hacen en el equipo para solventar los gastos de viajes y entrenamientos? ¿Tienen apoyo del Estado?
-No recibimos apoyo de nadie. Cada jugador se paga sus pasajes, porque entrenamos una vez por mes en distintos lugares del país. Ahora, un diputado de Mercedes me consiguió una reunión con el director de la Secretaría de Deportes de la Nación y nos van ayudar con material para el equipo. Queremos tratar los pasajes para ir a la Copa América que se jugará en noviembre en México.
-Leí que sos amigo de Lucas Bligia. ¿Qué te comenta de que seas el arquero de la Selección de Amputados?
-Nos conocemos de chicos, éramos rivales en los equipos de la ciudad. Hace un tiempo me mandó un mensaje: se sentía orgulloso de lo que estaba viviendo con el equipo de amputados y que era un ejemplo para él. Que un crack como Biglia te diga eso no pasa todo los días. Fue muy lindo ese mensaje.