Esos colores movilizan su cuerpo. Lo impulsan a estar ahí nomás de la acción, trabar con fuerza cada pelota en juego y galopar la cancha pese al desgaste de su físico. Acaso, porque vive el clásico contra Gimnasia desde su primer día de vida. Juan Sebastián Verón nació el 9 de marzo de 1975. Y ese domingo, justamente, Estudiantes se veía la cara con el Lobo, en la eterna lección de honor de La Plata. Por eso, la Brujita canta con certeza y orgullo aquello de sentir este clásico futbolero desde la cuna.
La historia tiene su relato en la voz de Carlos Bilardo, técnico de aquel equipo que peleaba el Campeaonato Nacional, con Juan Ramón Verón como figura. «Una noche, antes del clásico, viene Juan y me dice: ‘Carlos, va a nacer mi hijo’. Yo no quería dejarlo salir. ‘¿Y qué, vos sos médico? Dejá que ellos se arreglen’, le dije. Lo hice dormir en la concentración de City Bell y, recién el domingo a la mañana, conoció a Sebastián», recordó alguna vez el Doctor.
El primer cara a cara entre padre e hijo ocurrió poco antes del cásico contra Gimnasia. En el micro rumbo a la cancha, Bilardo ordenó una parada frente a una clínica de La Plata. «Bajá y andá a ver a tu mujer y tu hijo que acaba de nacer», le dijo a la Bruja Verón. Al cabo, pasó cinco minutos con ellos. Y motivado por ese encuentro, convirtió un gol y soltó dos asistencias clave en el empate 3 a 3 contra el Lobo. Todo, mientras su hija ya comenzaba a vivir el clásico. Ese que, 35 años después, lo encuentra con cifras positivas en su currículum. Porque ganó siete duelos (entre ellos, el inolvidable 7 a 0), empató uno y apenas perdió una vez.