Por Santiago Tuñez
«Se pasa las 24 horas del día en la cama y tiene pocos momentos de lucidez. Es hermoso cuando abre un poco los ojos. A veces logra decir sí o no, moviendo las pestañas. Está tranquilo, creo que no tiene dolor. Es como si caminara dormido hacia el final». Era noviembre de 2020, cuando la esposa de Gerd Müller describía con esas palabras el estado de salud del ex goleador. Al cabo, la leyenda del seleccionado alemán y el Bayern Múnich murió el 15 de agosto pasado. A los 75 años, fue víctima del Alzheimer, una enfermedad que se extiende a los ex futbolistas y ya provocó varias víctimas.
Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer, un trastorno cerebral progresivo e irreversible que destruye lentamente la memoria y las habilidades de pensamiento. Actualmente, se diagnostica un caso de esta enfermedad cada cuatro segundos en el planeta. Y lo que es peor: las previsiones son muy preocupantes y advierten que más de 100 millones de personas la sufrirán dentro de 30 años. Nadie está salvo. Ni siquiera los ex símbolos del mundo de la pelota.
Un estudio realizado a un grupo de ex futbolistas británicos, y publicado en The New England Journal of Medicine, mostró que los ex jugadores tienen cinco veces más posibilidades de padecer Alzheimer que la población no deportista. El análisis, apoyado por la Asociación Inglesa de Fútbol y el sindicato de jugadores, mostró también cómo el consumo de medicamentos indicados para combatir la demencia era cinco veces mayores en los ex futbolistas que en el resto de la sociedad.
«Lo que puede estar ocurriendo aquí es que existe un trauma en la cabeza, en este caso con golpes pequeños pero muy numerosos, y durante un periodo muy largo, lo que causa el daño cerebral en general, situando a la persona más susceptible de desarrollar un trastorno como el Alzheimer», explicó el doctor Cristopher Morris, de la Universidad de Glasgow. Sus palabras fueron reforzadas por otra conclusión del estudio: los arqueros, que apenas cabecean en sus acciones, mantienen el mismo riesgo de sufrir problemas cerebrales que la población en general.
Las primeras señales del Alzheimer en Gerd Müller aparecieron en 2011, durante un viaje por Italia con las divisiones inferiores del Bayern Múnich. Una tarde, el Bombardero apareció desorientado por las calles de Trento y alguien lo acercó al hotel. En ese momento, el club decidió que regresara a Alemania y argumentó que tenía obligaciones que cumplir en el país. Tres años después, se hizo oficial que padecía Alzheimer, una enfermedad progresiva en la que los síntomas de demencia empeoran de forma gradual con el paso del tiempo.
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Como Müller, otros ex futbolistas padecieron este trastorno cerebral. Ocurrió con Ferenc Puskas y Ladislao Kubala. También, con Martin Peters, Nobby Stiles y Ray Wilson, todos ellos campeones del mundo con Inglaterra en 1966. En la Argentina, sucedió con el Tata Brown, Néstor Pipo Rossi, Rubén Hacha Brava Navarro y Agustín Mario Cejas. Y en Chile, con Nelson Acosta. El último caso conocido es el de Alan Schearer, autor de 360 goles en su paso por Southampton, Blackburn Rovers, Newcastle y la selección inglesa. Uno de cada cinco gritos gracias a un cabezazo.
“Y por cada gol que anoté de cabeza marqué mil en los entrenamientos. Eso me pone en riesgo si es que hay un vínculo entre ambos factores”, comentó en 2017 en el documental La demencia, el fútbol y yo. «Cuando sos profesional, esperás tener más tarde problemas de espalda, rodilla o tobillo. Pero jamás pensé que el fútbol estaría ligado a enfermedades cerebrales», expresó tras calificar su memoria como «horrible». A los 51 años, Shearer sufre daños neurológicos severos.