POR AMOR A LA CAMISETA

A un toque

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Las hojas del contrato ya tenían su firma y la trasferencia había filmado su última escena. A cambio de 11 millones de dólares, Gabriel Heinze armaba sus petates y volaba de París Saint Germain hacia Manchester United. Su sonrisa estaba incrustada en el semblante y brillaba en el recorrido por las víscera de Old Trafford. Hasta que Alex Ferguson frenó su caminata y le dejó una advertencia: si quería estar con la Selección en los Juegos Olímpicos de 2004, quedaría muy relegado en su lista de nombres. Pues bien, el Gringo eligió viajar a Atenas y estar en el equipo dirigido por Marcelo Bielsa.

Quería pulverizar el dolor por la derrota en la final de la Copa América ante Brasil y el penal fallado en la definición. El gesto era, además, una devolución del crédito otorgado por el DT rosarino. Lo había convocado un año atrás, cuando pocos lo conocían en el fútbol nuestro de cada día. Al final, Heinze fue voz de mando en la defensa, junto con Roberto Ayala, y convirtió un gol en el triunfo 6 a 0 contra Serbia y Montenegro. Y un día como hoy, hace 15 años, le puso el pecho a la primera medalla de oro lograda por el seleccionado en los Juegos Olímpicos.

Poco trascendió su decisión de habitar el plantel argentino, pese a la advertencia de Ferguson. Quien sí la conoció y destacó fue José Pekerman, que dirigió al Gringo en el Mundial de Alemania. Dijo el entrenador en el libro Por amor a la Camiseta, del periodista Cristian Grosso: “No fue algo visible… no es el gol de Maradona a los ingleses, o las lágrimas de Diego cuando le colocaron la medalla de segundo en Italia ’90. Pero este tipo de actitudes, como la de Heinze, son algo fantástico”.

Después de Atenas 2004, Heinze jugó los Mundiales de Alemania y Sudáfrica con la Selección. Foto de David Cannon/ Getty Images Europe / Vía Zimbio.

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