Atreverse es la cuestión
Tenía 17 años y un inconsciente con sueños de futbolista. Sus pisadas habían relucido en la Dante Alighieri, la escuela secundaria donde fue compañero de Fito Páez, y en Alvear, su equipo del alma en el campeonato interno del Club Provincial. Y ahora, lo esperaba la hora del gran salto. El desafío un mes después de su estreno en Primera contra Platense. Tenía que reemplazar a Tolo Gallego, dueño de la camiseta número 5 y símbolo de Newell’s luego de ganar el Mundial ’78. Y del otro lado, para colmo, se plantaba River, con el cartel de favorito y ahí nomás de lograr su tercer título al hilo. Nada de eso, sin embargo, pobló de temor las vísceras de Gerardo Martino. A la hora señalada, mantuvo el pulso. Su esencia con la pelota bajo los taponey los ojos en la red ajenas. Su genética futbolera de siempre.
Algo para recordar
Parecía un triunfo más. No lo fue. Aquella victoria contra Atlético Rafaela 2 a 0, en el Torneo Final 2014, encendió el motor de River con un ronrono preciso y lo llevó por un recorrido exitoso. Degustó su primer título luego del descenso a la B Nacional; una corona más con Ramón Díaz, su tótem eterno que días después dijo adiós. Y ni siquiera el cambio en el comando del equipo lo llevó a la banquina. Al contrario, pisó el acelerador con mayor potencia y voló con un juego exquisito. Frustró rivales vestido de galera y bastón, su pilcha de los buenos viejos tiempos. Hubo goles y partidos destacados en el campeonato nuestro de cada día y la Copa Sudamericana. Hasta que una noche, después de 31 partidos, siete meses y nueve días, frenó su marcha. Perdió contra Estudiantes 1 a 0, luego de un error de Barovero, y se despidió de la racha positiva. Y detrás del sabor agrio por la derrota, quedaron momentos para el recuerdo. De ahí este top five con gratas imágenes de la saga ganadora.
Escape a la victoria
Jueves por la noche, 9 de noviembre de 1989. Un futbolista de 22 años contempla el derrumbe de una frontera. Cae el Muro de Berlín, más de 150 kilómetros que han dividido las dos Alemanias de 1961. Es el colapso del bloque comunista, la reunificación del país, el primer punto de sutura sobre una herida profunda en millones de germanos. Y como en la geopolítica, la vida diaria ese jugador marca una nueva hora. Deja de jugar rodeado de espías políticos en Dynamo Dresden, el equipo de su lugar en el mundo. El club unido a la Stasi, policía secreta del régimen comunista. Ya no se siente controlado por su padre Klaus, DT del plantel, ni por su compañero y espía Frank Lieberman. Y en su huida a Stuttgart tras el derrumbe del Muro, filma una escena memorable: se convierte en el primer futbolista nacido en el este del país que debuta en la selección alemana unificada. Es un hito. Una marca indeleble. Y el líbero, voraz como en cada quite, se anima a ser líder de la Mannschaftt. Y en 1996, le pone la voz de mando al título en la Eurocopa de Inglaterra. Una corona que lo lleva a convertirse, después de Franz Beckenbauer, en uno de los dos defensores alemanes en ganar el Balón de Oro. Hoy, a 25 años del día en que cayó La Pared, Matthias Sammer recordará su film personal. Sus éxitos desde la reunificación. Su escape a la victoria.
La noche de Lionel
El invierno de Londres helaba las vísceras. Se sentía a cada paso por el cemento de Stamford Bridge. Y nada parecía aportarle temperatura a los cuerpos. Ni siquiera el duelo de dos modelos futbolísticos entre el vértigo de Chelsea y la posesión de Barcelona. Y menos aún, el choque del histrionismo de Mourinho contra el relax de Rijkaard. Sin embargo, hubo un nombre que calentó el termómetro. Le sumó grados en cada slalom, cada enganche, cada gambeta. Atrevido, se hizo cargo de las tensiones y presentó sus credenciales en la Champions League. Corrió el interés de los directores de cámaras. Y el mundo, definitivamente, memorizó el ADN mágico y talentoso de Lionel Messi.
Ocurrió hace más de ocho años, el miércoles 22 de febrero de 2006, por los octavos de final de ida del certamen europeo. Una temporada antes, Chelsea había eliminado a Barcelona en la misma etapa del torneo. El recuerdo ingrato golpeaba al equipo blaugrana. Quería degustar la revancha. Y Messi se hizo cargo de esa misión sobre la pradera verde embarrada. Envuelto en la camiseta número 30, reclamó la pelota, halló espacios y movió los hilos del juego. En esa producción de alto vuelo, fue un mal sueño para Asier del Horno. Lo encaró en cada escena y poco le importó su estilo violento para ponerle freno. Primero soportó una plancha escalofriante en la rodilla izquierda y, después, otro golpe brutal: “Vi que venía fuerte, con mala intención, y salté. Por eso no me dio de lleno”. Continue Reading
La vida después de Cruyff
Dice Xavi, uno de sus discípulos a la distancia: «Él revolucionó el fútbol». Sostiene Vicente del Bosque, el entrenador de España: «No sólo ha sido jugador y ha entrenaddo a Barcelona, sino que se ha sentido un catalán más». Y explica el tenor José Carreras: «Era un ídolo europeo mundial, un demócrata que se comportaba como tal». Los elogios se compaginan y destacan a un personaje. Un hombre que con la ropa de futbolista y DT cambió la vida diaria de un equipo. Se trata de Johan Cruyff, el protagonista de L’ultim partit. Un documental que resume su revolución deportiva, social y cultural en el club catalán. Basado en una idea del periodista Xavi Torres y dirigido por Jordi Marcos, el trabajo cuenta con el testimonio de protagonistas de peso. Y hace foco, sobre todo, en la influencia de Cruyff para poner fin con la historia perdedora de Barcelona. Primero, como jugador, allá por los 70. Y después, como DT, allá por los 80 y los 90, con el alumbramiento del Dream Team y la obtención de la Copa de Europa. De ahí, el análisis exacto de Pep Guardiola, el ayudante de cátedra del holandés. La frase justa del documental: «Cruyff es una persona que dice una cosa y los demás lo siguen. Barcelona tendría que estarle eternamente agradecido».
Contrastes
Hablaba y su mano derecha temblaba sobre el micrófono. Algo punzaba en su alma y dolía en cada palabra. Era el recuerdo de la final perdida contra Alemania en el Mundial de Brasil. «Me duele no haber podido traer la Copa para nosotros, para la Argentina, pero este premio, a pesar de ser segundo, me reconforta el espíritu», destacó Alejandro Sabella, el ex DT de la Selección. Lo hizo al ser distinguido en un acto en el Congreso. Y el surco de sus lágrimas de tristeza contrastó, una vez más, con el goce de Alemania en aquel torneo. Así lo ratificó el adelanto de Die Mannschaftt (La Selección), la película de los campeones del mundo que se estrenará el próximo 10 de noviembre en Berlín. Durante los 90 minutos del film, podrá verse el detrás de escena del equipo germano rumbo al título. ¿La sorpresa del film? Ver a Thomas Muller vestido de mujer, con un traje típico alemán.
Eternamente gracias
Del cielo dejó de caer un balón brillante. Tampoco hay una revancha redonda en sus pies, ni una corrida del país a su espalda, como cantaron alguna vez Los Piojos. Diego Maradona colgó la ropa de futbolista hace 17 años, en un vestuario del Monumental, y dejó su magia en el cajón de los recuerdos. De ahí asoman imágenes inmortales. Frases eternas en primera persona. Material de archivo que conmueve y emociona el alma de los futboleros argentinos. Y lleva a redactar, en definitiva, una lista de agradecimientos a Diez. Quien mejor lo hizo fue Rodolfo Braceli, autor del libro que dio nombre a este blog. El escritor mendocino eligió 48 razones imprescindibles para decirle gracias a Maradona. Elegimos tres a 54 años de su nacimiento. Donde quieras que estés, feliz cumpleaños, Diego. Continue Reading