El círculo (blanco y) rojo

A un toque

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Por Santiago Tuñez

Podría decirse que el primer trazo se vio hace más de un año, en la Bombonera. El córner de Lanzini, al área chica de Boca, hizo foco en la cabeza de Ramiro Funes Mori. Arriba de todos, el defensor le dio el destino exacto, cobró en efectivo la mala salida de Orión y autografió el triunfo de River en el cierre del clásico.

Era una victoria con gusto exquisito para los millonarios. Volvían a ganar en esa cancha luego de una década. Y de paso, calentaban la mano y el pincel en la lucha por el título. Ese que, finalmente, se llevarían semanas después. El primero tras del descenso a la B Nacional. El último con Ramón Díaz como entrenador.

 

De a poco, el dibujo comenzaba a tomar forma en River. Ya no estaba el DT más exitoso de su historia. Tampoco, Lanzini. Marcelo Gallardo llegaba a pintar otro cuadro de su historia en el club, ahora desde el banco de suplentes. Carlos Sánchez volvía del préstamo en el Pueblo de México y Mora, de su semestre en la Universidad de Chile. Y un tal Pisculichi cambiaba La Paternal por Núñez.

Desde esos nombres, River degustó el champagne en los últimos meses de 2014. Otra vez, le ganó a Boca. Fue triunfo en las semis de la Copa Sudamericana, con las manos mágicas de Barovero y el zurdazo de Pisculichi. Y a su vez, el envión necesario para llevarse la corona contra Atlético Nacional de Medellín en el Monumental.

Pisculichi festeja el gol contra Boca en la Sudamericana. Otra noche para el recuerdo de los hinchas de River. Foto de Marcelo Capece / Agencia NA

Pisculichi festeja el gol contra Boca en la Sudamericana. Otra noche para el recuerdo de los hinchas de River. Foto de Marcelo Capece / Agencia NA

A esa altura, ya había media circunferencia en River. Faltaba el cierre. El broche. Y Carlos Sánchez, a cargo del pincel y los colores, le dio la Recopa Sudamericana contra San Lorenzo. La escena, sin embargo, no sería tan sencilla en la Copa Libertadores. Vaya paradoja, llegó a octavos gracias a la ayuda de Tigres. “Entramos por la ventana y ahora nos van a tener que aguantar”, avisó Gallardo.

Y nadie resistió a River. Volvió a quitarse de encima a Boca, golpeó la mesa contra Cruzeiro, en Belo Horizonte, y lo hizo fácil ante Guaraní. Como en la Bombonera, hace más de un año, el centro llegó al área chica. No fue de Lanzini, sino de Pisculichi. Ramiro Funes Mori, patrón de la cancha de arriba, saltó más que todos y volvió a dejar su firma en el arco. Y River, después de 19 años, gritó campeón en la Copa Libertadores. El trazo llegó a su mejor forma. El círculo (blanco y) rojo está cerrado.

 

 

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