Al ángulo
Prohibido olvidar
«Es una noche para olvidar», podría ser la primera reacción, después de las escenas vergonzosas ocurridas en la Bombonera. Nada más equivocado que ese pensamiento. Debe ser una noche para recordar. Ayer, hoy y siempre. Recordar la actitud criminal de un grupo de hinchas de Boca. La escasa solidaridad de los futbolistas xeneizes con los de River, en otra demostración de que los jugadores no son lo más sano de este deporte. Su saludo a la barrabrava, encabezado por Agustín Orión. La falta de decisión de Darío Herrera y las autoridades de la Conmebol para suspender el partido. La ineficacia de la Policía para organizar la salida de Gallardo y cía. del césped. Los esfuerzos de Fernando Niembro por no mencionar a Daniel Angelici, el amigo de su jefe político. El análisis patético de Sergio Berni, al considerar que “no hubo ningún tipo de incidente”. La hipocresía de la dirigencia de Boca, que le dio alimento a un monstruo incontrolable y ahora busca identificar a «diez inadaptados». Todas las imágenes que ratifican la caída libre que vive el fútbol argentino. El jueves 14 de mayo de 2015 debe ser una fecha para recordar. Prohibido olvidar.
La sanción que no debió ser
El Tribunal de Disciplina suspendió por cuatro fechas a Agustín Orión, después de haberle provocado una doble fractura a Carlos Bueno. La sanción, benévola por cierto, le permitirá estar en condiciones de volver contra River, el próximo 3 de mayo, en la Bombonera. Se esperaba un castigo de seis partidos, aunque la AFA optó por una suspensión más leve para el arquero de Boca, que mostró imprudencia en el choque con Bueno, y no mala intención. La realidad, de todos modos, es que la suspensión podría haberse evitado. ¿Por qué? Orión no debió haber estado esa noche en el arco xeneize. Desde el principio del semestre, sus producciones volaron bajo y no garantizaron seguridad. Tuvo una actitud insólita contra Temperley, por la que fue expulsado y recibió una fecha de sanción. El gol de Riolfo, de Wanderers, dejó en claro su floja reacción. Se lo vio lento de reflejos en el remate de Cristian Guanca, de Colón, que le dio el empate 1 a 1 en Santa Fe. Y tuvo escasa resistencia contra Defensa y Justicia, donde lo salvó la posición adelantada cobrada a Julio Rodríguez. De ahí se explica por qué el uno no debió ser titular ante San Martín de San Juan. Y a su vez, aparece el buen rendimiento de Guillermo Sara, su reemplazante. ¿Volverá Orión contra River? Hasta ahora, lo blindaron su trayectoria y el peso de su nombre de vestuario. Algo que no debe esconder, en definitiva, su mal momento en el arco.
Todo tiene que ver con todo
Arranca el torneo de 30 equipos. Un formato insólito. Difícil de comprender y justificar. Inédito para el fútbol nuestro y lejano a las ligas más importantes. Este campeonato, se sabe, fue croqueteado e impulsado por Julio Grondona. Lo aprobó el Comité Ejecutivo en aquellas reuniones donde, como solía decir el ex presidente de la AFA, había «arroz con pollo o pollo con arroz». Es decir: un torneo de 30 equipos. O 30 equipos en un torneo. Los dirigentes aceptaron el menú del día y cenaron con gusto. Aunque, tras la muerte de El Soprano, algunos dijeron estar indigestados por esa comida. No hubo derecho a quejas. El campeonato, finalmente, se jugará desde esta tarde. Desprolijo en su diseño y en sus formas, en sintonía con los manejos Grondona. Independiente gastó casi 100 millones de pesos en sus nueve refuerzos, pese a que a su deuda llega a los 600 millones y parece incontrolable. Boca contrató a Daniel Osvaldo sólo por seis meses. San Martín de San Juan, en cambio, sólo tendrá presupuesto para seis meses, después de haber gastado 20.000.000 de pesos para viajar desde la B Nacional a Primera. Diez ascendidos se darán el gusto de jugar contra River y Boca. Eso sí, apenas percibirán la cuarta parte en derechos televisivos: $1.000.000 por mes. La Grieta del fútbol, tal como escribió el periodista Alejandro Casar González en La Nación. Habrá, además, 15 clásicos, algunos de ellos inentendibles. Por ejemplo, Vélez-Tigre. Se viene, en definitiva, el campeonato de 30 equipos. ¿Su nombre? Julio Humberto Grondona. Todo tiene que ver con todo.

El torneo de 30 equipos fue pensado e impulsado por Grondona. De ahí que lleve su nombre. Foto de Damián Dopacio / Agencia NA.
Okupa (Parte II)
¿Puede asombrar su discurso insólito después de firmar el boleto al Mundial de Nueva Zelanda y los Juegos Olímpicos de Río? ¿O llamar la atención su dedicatoria decadente a la prensa? Nada extraña en Humberto Grondona, el entrenador del Sub 20, que volvió a gritar campeón después de 12 años en el Sudamericano. De hecho, alguna vez llegó a compararse con José Pekerman, el viejo tótem de los juveniles argentinos. Y en una actitud irrespetuosa, también tildó de mufa a Diego Maradona, el mito de la Selección aquí, allá, en todas partes. No sorprende, entonces, su falsa creencia acerca de que su equipo había ganado en el Centenario después de más de un siglo, cuando el Sub 20 versión 2003 obtuvo el torneo continental en el mismo césped. Y menos aún, la advertencia hacia el cuerpo técnico de la Selección. «En los Juegos Olímpicos debe dirigir Martino, no cualquiera», subrayó en clara referencia a Jorge Theiler, ayudante de campo de Tata y posible candidato a estar en Río de Janeiro. «Este es un proceso que ya lleva mucho tiempo y lo mejor es que termine con total tranquilidad. Que Grondona cumpla con su contrato hasta fin de año. No voy a intervenirle el cuerpo técnico con mis colaboradores», devolvió Martino. El DT evitó un conflicto en su gestión y un cruce de alto voltaje con un nombre de bajo vuelo profesional e intelectual en los juveniles. Un personaje que, tal como se publicó años atrás desde este blog, resulta un okupa de su cargo. Nada más. Nada menos.
Vasos vacíos
Por Santiago Tuñez
El pase de Cagna abrió espacios y Guillermo Barros Schelotto dejó su trazo por el costado derecho, su hábitat natural en el césped. Movió los ojos y soltó el centro atrás con aroma a gol. Lo recibió Tevez y la definición dejó su autógrafo en la red. Fue el 2 a 0 contra Bolívar en la final de la Copa Sudamericana, el gol del título, la despedida de Boca luego de su venta millonaria a Corinthians. El grito de Carlitos se escuchó el 17 de diciembre de 2004, hace ya diez años, y llega a estas líneas días después de su reunión con Daniel Angelici. El presidente xeneize viajó a Italia para empezar la cocción del regreso de Tevez a mediados de 2015. Y sólo pudo prender el fuego unos segundos. Nada más.
«Tengo dos años de contrato con Juventus y pienso quedarme acá», aclaró el delantero después de la foto. El principio Continue Reading
El campeón al que casi para su gente
Por Santiago Tuñez
Atardecer de domingo, 12 de diciembre de 2004. El 1 a 1 contra Arsenal le pone stop al impulso de Vélez. Ya no quedará cara a cara con Newell’s en un desempate para definir al ganador del torneo Apertura. El equipo dirigido por Tolo Gallego se lleva el título, pese a la derrota contra Independiente, y la temperatura llega a su punto de hervor en Liniers. Un grupo de hinchas quiere agredir a los jugadores en el playón del estadio. Culpan a Gastón Sessa por error en el gol visitante y otros nombres del plantel por la decepción final. El ruido por los balazos de goma y los efectos de los gases lacrimógenos quedan alojados en el archivo del presidente Raúl Gámez. Son un recuerdo ingrato. Y seis meses más tarde, los compagina en una edición memoriosa. Justa. «A este equipo casi lo para la propia gente de Vélez cuando se puso hostil», dice en medio de los fuegos artificiales por la corona en el Clausura 2005. El análisis evita la demagogia futbolera. Es real, certero y demoledor en cada palabra.

Racing es pura fiesta después del triunfo ante Godoy Cruz. Celebra el título tras superar momentos turbulentos. Foto de Juan Vargas / Agencia NA.
Amanecer de lunes, 15 de diciembre de 2014. La foto en celeste y blanco domina la tapa de los diarios y los suplementos deportivos. Atrae las miradas en los afiches de las calles. Racing grita campeón. Después de 13 años, festeja el título del torneo Transición. Y el día después, sin las luces de la pirotecnia sagrada, Diego Cocca podría pedirle derechos de autor a Gámez y asegurar que a esta versión de la Academia también «casi la para su propia gente». De hecho, la derrota contra Independiente 2 a 1, a principios de septiembre, despertó el hábito autodestructivo de Racing. «Prefiero a que te vayas que pelear el torneo. Chau, Cocca», se leyó en una bandera colgada en el Cilindro tras perder con el Rojo. Era el contraataque al entrenador, que había sostenido que prefería «perder el clásico, pero pelear el torneo hasta el final». «$aja $$$, cansaste», fue otro mensaje de un grupo de hinchas, al que se sumó «Jugadores y cuerpo técnico, los clásicos se ganan». Continue Reading
Multiplicar es la tarea
Por Santiago Tuñez (@defutbolsomos)
¿Qué queda detrás de la derrota contra Alemania? Un equipo. Nada más, nada menos. La Argentina llegó a Brasil con el cartel de favorito, sobre todo, por el alto voltaje de juego y efectividad de sus Cuatro Fantásticos. Un mes después, se marchó con el segundo puesto, gracias a un andamiaje sin fisuras. Lejos quedaron sus días de desacoples y falta de firmeza en la defensa. Sólo recibió un gol en los últimos cuatro partidos, con tres tiempo suplementario incluidos. Y en esa imagen fortalecida, hay nombres para resaltar con tinta fluorescente. Ahí está Romero, con sus manos de acero y el recuerdo de los dos penales tapados contra Holanda. También, Ezequiel Garay, el propietario del área, tanto en la cancha de arriba, como en la de abajo. Y Mascherano, por supuesto. El capitán sin cinta que bombea sangre y esfuerzo en cada cruce. El líder que, merecidamente, dejó de comer mierda en la Selección. Se disfrutaron, a su vez, los cuatro goles de Messi en la primera fase, aunque seguirá el gusto agrio por su liderazgo desangelado en las semis y la definición de la Copa del Mundo.
Vivir en la bajeza
Dijo Humberto, irrespetuoso y falto de memoria: «Lo que me preocupa es que los mufas vinieron a ver el partido. Cuando los mufas se van… No vengan más, no quieren que gane la Selección». Remarcó Julio, furioso y desagradecido: «Te lo digo clarito, se fue el mufa y ganamos. Clarito, eh». La familia Grondona volvió a exponer su peor semblante. Con golpes bajos e innecesarios, castigó a Diego Maradona, presente en el Mineirao para ver el choque de la Argentina contra Irán. La acusación resultó inútil, y, sobre todo, injusta. Maradona, se sabe, filmó las películas más taquilleras de la Selección. Le dio una Copa del Mundo, un subcampeonato y varias escenas eternas. Su magia, también, hizo trepar el ascensor de Grondona y su gente hacia puestos de poder en la FIFA. Hoy, el fútbol argentino se desarma y sangra por decisiones de su presidente. Nada tiene que ver el Diez en esa realidad. El directivo podrá a cuestionarle que, hace cuatro años, chocó una Ferrari en Sudáfrica. No debería olvidar, sin embargo, que él le dio las llaves de esa máquina. Y al margen de las mentiras y las traiciones, Maradona dejó una base de nombres que ahora es titular en Brasil. El cartel de mufa nunca brillará en su cuerpo. Sí lo harán sus goles, los recuerdos, los títulos. Más allá de su impunidad, los Grondona -padre e hijo- se quedaron sin luces. Hace tiempo viven en la oscuridad moral.