Santiago Tuñez Author
Looking for Superclásico
Su mirada siempre estuvo enfocada en la red… y más allá también. Eric Cantona fue un futbolista de otra matriz. Lo atrajeron el contenido de la literatura, el cine y la vida de personajes históricos. «No existen diferencias entre una jugada de Pelé y un poema de Rimbaud. Son dos manifestaciones del hombre capaces de eternizar un mismo sentimiento», reflexionó años atrás, después de colgar su ropa de goleador. Cámara y guión en mano, recorrió la aldea global, descubrió historias y filmó el documental Los rebeldes del fútbol. La cinta retrató el perfil de jugadores que lucharon por la paz y la democracia de sus países. El ojo cinéfilo de Cantona fue destacado por los asistentes al Festival de Sarajevo. Y con el impulso de esos elogios, fue por más. Hace dos años llegó en la Argentina, donde diseccionar el ADN de River. Al cabo, la historia del Superclásico, la pasión de los fanáticos y los testimonios de ex jugadores y técnicos -entre ellos, Marcelo Gallardo) quedaron envasados en Looking for Buenos Aires. Un documental con la mirada del ex futbolista francés. Más de 50 minutos interesantes, imperdibles. Al ángulo.
(Primera) Lección de honor
Domingo 20 de septiembre de 1931. La fecha está tatuada en la piel del superclásico. Nada puede borrar su tinta, ni su diseño personal . Ni siquiera el recorrido de más 80 años sobre el tablero verde. Ese día, Boca y River jugaron su primer duelo del profesionalismo. Ocurrió en el “field de Brandsen y Del Crucero”, tal como se escribía en aquellos días. Y terminó en escándalo. La hecatombe total. “El clásico defraudó a los espectadores”, fue el título de la crónica publicada días después por El Gráfico. Un relato histórico. Inolvidable. Eterno. Vale la pena, entonces, viajar al archivo y que el corazón galope con aquellas letras de molde rumbo al superclásico del domingo.
Muchos aficionados, ansiosos por no perder el plato fuerte que les ofrecía el clásico match ente Boca Juniors y River Plate, los tradicionales adversarios de la Boca y protagonistas del actual certamen de profesionales, fueron desde las 10 al field de Brandsen y Del Crucero, para tomar cómoda ubicación. El objeto del adelanto no era otro que ése, que no era posible suponer que lo constituía el deseo de sacarle el jugo a los cincuenta, viendo también los matches preliminares. Todo el interés radicaba en el partido principal y de ahí la molestia de la larga espera. Sin embargo, ese público estoico que arrostra cuanto obstáculo o contrariedad que se le presenta, con tal de satisfacer sus deseos, se vio defraudado, por cuanto de un espectáculo que se le prometía de hora y media, sólo presenció 25 minutos, sin que se le devolviera íntegramente o en parte proporcional el importe que abonó para ver un match entero.

El penal pateado por Varallo que provocó la polémica en el primer Boca-River del profesionalismo. Foto de La Nación.
¿Cuál fue la causa que motivara esta anormalidad de la que, a la postre, vino a resultar víctima el público?
He aquí una pregunta cuya respuesta nos será dad por todos en la misma forma, ni aun por aquellos que presenciaron el cotejo. Y hasta nos atreveríamos a decir que la mayoría atribuirá la culpabilidad principal al referee que pública y notoriamente es otra víctima propiciatoria del ambiente en que actualmente, y desde hace años, se desenvuelve el fútbol. Continue Reading
Hablar en la cancha
Dijo el DT de Independiente, Jorge Almirón: «Este River está muy bien, pero tienen que comparar los rivales; le tocaron muchos equipos en formación». Y subrayó Daniel Montenegro, el tótem futbolero del Rojo: «Se ha agrandado mucho a River. Se habla todo el tiempo del gran River, pero nosotros le vemos defectos. Si somos precisos, lo podemos lastimar». El picante de esas frases aguijoneó el ánimo de Marcelo Gallardo. «No me gusta hacer declaraciones demagógicas. No me gusta, ni me interesa hablar de los entrenadores rivales. Mi equipo habla en la cancha, no se expone fuera de ella», devolvió el Muñeco. Y en esa línea, vale abrir el cajón de los recuerdos y repasar la tarde en que habló contra Independiente. Envuelto en una camiseta como la que sus dirigidos estrenarán hoy en el Monumental, se hizo cargo de la pelota y dejó dos autógrafos notables en la red de Mondragón; el primero, con un tiro exquisito en un ángulo. «A medida que el partido avanza, cuando todos parecen acusar el esfuerzo, la pequeña figura del Muñeco se agranda por su destreza técnica, su impecable pegada, su visión panorámica del juego y su manejo de la palanca para meter aceleración o pausa», escribió aquella tarde Juvenal, tecla legendaria de El Gráfico. Aquellas palabras efectivas de Gallardo le permitieron a River pasar otro peaje en la autopista hacia el título. Lo dejaron ahí nomás de la trilogía 1996/97 en el fútbol nuestro de cada día. El éxito que llegó días después y fue el gran broche del ciclo de Ramón Díaz.
Cabeza de acero

Tevez festeja el primero de sus dos goles contra Malmö en la Champions. Foto de Valerio Pennicino/Getty Images Europe / Vía Zimbio
Por Santiago Tuñez
Anochece en Fuerte Apache. La melodía de una cumbia musicaliza el primer piso de la Torre 1. Una familia se acerca a la mesa y comparte el menú austero. El final del día parece traer relax, hasta que la banda de sonido cambia de ritmo. Se oyen corridas, gritos desesperados, disparos… Segundo Tevez y Adriana Martínez toman de la mano a sus hijos y uno de sus sobrinos. Escapan a una de las habitaciones del departamento, mientras el fogonazo de las balas relampaguea en la oscuridad. Al rato, el temor se disuelve y la rutina vuelve a galopar con tranquilidad. La escena queda alojada en uno de los chicos. Templa su carácter para siempre.
«La vida era así en el Fuerte. Aunque supieras que no era normal, ni estaba bien, te acostumbrabas a eso”. Carlos Tevez recuerda, años después, esa fotografía de la infancia junto a sus tíos maternos. No hay casualidad en la elección. Las dificultades, como aquellos días en el complejo habitacional, inflan su ánimo. Ya no tiene los pies descalzos, ni patea piedras en una cancha sin pasto, pero su esencia mantiene aquella pureza. Nada lo hunde en los momentos turbulentos. El delantero se fortalece hasta llegar al triunfo personal. Es, en efecto, un corazón rebelde. Continue Reading
Himno de mi corazón
Pasaron 115 días desde la noche del 24 de mayo de 2014. La noche sagrada de Real Madrid en Lisboa. La noche de su décima corona en la Champions League, esa que había que perseguido desde la volea eterna de Zidane en Glasgow. Y otra vez, la pelota volverá a girar en este torneo. La temporada 2014-2015, que repartirá 1.340 millones de euros, tendrá a 30 argentinos entre los protagonistas. Dejará a Lionel Messi cara a cara con Cristiano Ronaldo, en la pelea por ver quién se convierte en el máximo goleador del certamen. Y el primer toque le dará play a un clásico de la Champions: el himno creado por Tony Britten. La banda de sonido surgió en 1992, cuando la UEFA buscaba un tema emblemático para esta competencia. Pudo ser We are the champions, de The Queen, pero el demo de Britten llegó los dirigentes europeos y fue música para sus oídos. La propuesta resultó una adaptación con los acordes de la opera Zadok, el sacerdote, de Georg Friedrich Händell. Y después de adaptarla al inglés, francés y alemán (los idiomas oficiales de la UEFA), la grabación quedó a cargo de e la Royal Philarmonic Orchestra de Londres y el coro de la Academy of St. Martin Fields, en el Reino Unido. Fue un éxito. De hecho, un estudio determinó años atrás que el 98% de los hinchas europeos reconoce el tema. Un himno del corazón.
El desafío de las latas
Hace unos días, nomás, Pep Guardiola había mostrado una versión desconocida ante las cámaras. Furioso por las fallas en los movimientos de sus jugadores, frenó un entrenamiento de Bayern Munich, subió el volumen de su voz y destiló bronca en cada gesto. Los primeros reclamos fueron hacia el peruano Claudio Pizarro. Quería más concentración en el delantero. Y después, le dejó en claro su malestar a Thomas Müller, a quien empujó y zamarreó en medio de su reacción. ¿Mala vibra entre ambos? Nada eso. En otro entrenamiento, el DT y el volante le dieron forma a un desafío. Cada uno de ellos tenía que derribar, desde el punto del penal, la mayor cantidad de latas ubicadas en una torre en la líneal arco. Müller comenzó la prueba y tiró cuatro, mientras que Guardiola tiró cinco. El ganador, según la cuenta de Bayern Munich en Facebook, se sabrá en los próximos días. Por lo pronto, queda en claro que la buena energía domina la relación entre Pep y el futbolista alemán.