 Aquel Huracán dirigido por Cappa permanece en el inconsciente colectivo. El recitado de los titulares sale de memoria y arranca con Gastón Monzón en el arco. Sigue con Araujo, Goltz, Eduardo Domínguez y Arano en la defensa. En el medio, aparecen Leandro Díaz, Bolatti y Toranzo. Y el tridente ofensivo, habitado por Pastore, Defederico y Nieto. Un año después del subcampeonato, aún se recuerda el tiki-tiki de ese equipo. Pero nada queda en el césped. Apenas un nombre sobrevive en Parque Patricios. ¿Quién? Monzón. El resto, emigró a otros clubes del fútbol nuestro o aterrizó en Europa, como Pastore y Bolatti. Incluso, el padre de esa criatura eligió llevar su manual a River. Un ejemplo más de los tiempos efímeros que se viven en el mundo de la pelota.
Aquel Huracán dirigido por Cappa permanece en el inconsciente colectivo. El recitado de los titulares sale de memoria y arranca con Gastón Monzón en el arco. Sigue con Araujo, Goltz, Eduardo Domínguez y Arano en la defensa. En el medio, aparecen Leandro Díaz, Bolatti y Toranzo. Y el tridente ofensivo, habitado por Pastore, Defederico y Nieto. Un año después del subcampeonato, aún se recuerda el tiki-tiki de ese equipo. Pero nada queda en el césped. Apenas un nombre sobrevive en Parque Patricios. ¿Quién? Monzón. El resto, emigró a otros clubes del fútbol nuestro o aterrizó en Europa, como Pastore y Bolatti. Incluso, el padre de esa criatura eligió llevar su manual a River. Un ejemplo más de los tiempos efímeros que se viven en el mundo de la pelota.
 
                            
 
              
 
              
 
              
 
              
