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Barrilete cósmico
Por Cristian H. Savio (*)
Dirá la historia que, una noche de octubre de 2012, Lionel Messi perforó la resistencia del futbolero argentino. Sus dos goles a Uruguay por Eliminatorias golpearon esa pared y la derrumbaron en el césped de Mendoza. Y al fin, el grito de su nombre se paseó por el estadio. Fue música en alto volumen para sus oídos y el comienzo del romance. Eduardo Sacheri, uno de los escritores más peloteros del país, suelta un pase profundo sobre este tema y toca de primera en otras cuestiones. Un partido de ida y vuelta, en la segunda parte de la entrevista con De Fútbol Somos.
-¿Por qué nos costaba a los argentinos querer a Messi? ¿Era la sombra de Diego?
-Yo veo dos razones. Una es la sombra de Diego, y la columna de noviembre en El Gráfico va un poco por ese lado. Dejémonos de joder, si a todos los vamos a medir con esa vara vamos a ser infelices el resto de la eternidad. Pero el otro tema es que a Messi lo tenemos muy poco. Es el paradigma de lo que nos va a pasar en el futuro. Lo comparo con Agüero, que no es un extraterrestre pero es un estupendo jugador. Por lo menos, lo viste unos partidos en la Argentina, se lo llevaron a Europa en edad de Quinta, pero lo viste debutar en Primera en un partido de mierda de fin de campeonato contra San Lorenzo. Jugó un par de temporadas, metió goles en clásicos, los de otros clubes lo vieron y después se fue. Hoy lo ves en el City y sigue siendo un jugador Continue Reading
Recuerdo de la muerte
«El fútbol es el deporte más lindo y sano que existe en el mundo. Eso que no le quepa la menor duda a nadie». La declaración de principios de Diego Maradona es inmortal. Como sus obras cumbres en el césped. Se escuchó el día de su despedida en la Bombonera y retumbó en varios países de la aldea global. En Irak, los futbolistas del seleccionado menearon la cabeza y no coincidieron con su máxima. Eran tiempos en los que Uday, hijo del ex dictador Sadam Hussein, gobernaba con puño de acero en el mundo de la pelota. Perder un partido significaba, entre otras cosas, una paliza a los jugadores, la fractura de sus piernas con barras de metal, el encierro sin poder dormir durante varios días. Los castigos brutales fueron descriptos por Simon Freeman, en el libro Bagdad Football Club, la tragedia del fútbol en el Irak de Sadam. La muerte de Uday Hussein en julio de 2003, durante un bombardeo estadounidense, alivió a los jugadores del seleccionado. Le puso punto final a su temor con la bola en los pies. Y cuatro años después, dieron el grito de campeón, al consagrarse en la Copa de Asia. Un momento sagrado. Eterno. Como podría ser, ahora, la llegada de Maradona.
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Importa el contenido
No fue por una perla en la red. Tampoco por una patada escalofriante o una expulsión discutida. Y menos aún, por un pase millonario en Europa. Esta semana, Pierre-Emerick Aubameyang se hizo espacio en la prensa mundial por otro tipo de noticia. El delantero de Saint-Etienne utilizó los botines más caros del planeta fútbol. Al estilo Messi y Cristiano Ronaldo, se calzó un modelo valuado en tres mil euros. El precio se debe a que los pepés diseñados por Nike tienen cuatro mil incrustaciones de cristales Swarovski. La empresa multinacional necesitó 50 horas para confeccionar este calzado y, pese a ese esfuerzo, el futbolista nacido en Gabón sólo los utilizó en un precalentamiento. Ahora bien, ¿el precio del botín es proporcional a la calidad del jugador? Todo lo contrario. Con unos Puma sencillos, Maradona dominó la pelota e hizo magia en cualquier estadio. Se vio en el Azteca, donde fue el autor material de la obra cumbre del fútbol. También en el San Paolo y en distintas canchas del fútbol nuestro. Poco importa el envase. Lo bueno, en definitiva, es el contenido.
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Mi cotidiano insomnio
Murió. A los 74 años, Leonardo Favio dijo adiós por el agravamiento de un cuadro de neumonía. «Era un apasionado, un loco en el sentido más poético de la palabra. Me parece mentira que no esté», lamenta Alfredo Alcón, actor de Nazareno Cruz y el Lobo, una de sus películas legendarias. «Se fue una figura múltiple. Es una gran pérdida no sólo del cine, sino de la cultura nacional», asegura Pino Solanas. Llega, en efecto, el recuerdo de las obras cumbres de Favio. Y entonces, retumba su voz en las baladas románticas, como Fuiste mía un verano y Ella ya me olvidó. Y junto con esa banda de sonido, aparecen escenas de sus creaciones más destacadas, entre ellas Gatica y Perón, sinfonía de un sentimiento. Y del archivo asoman, también, versos dedicados a Diego Maradona. Mi cotidiano insomnio es el título del poema. Se leen letras inoxidables. Eternas. Como el Diez. Como Favio.
Piernas cortadas
Son más de 200 años de historia en celeste y blanco. Allí se ven personajes simbólicos y con papeles principales. Como Juan Domingo Perón y Diego Maradona, portadores del gen argentino desde el siglo pasado. Y sin dudas, los nombres que perforaron las fronteras de la patria política y futbolera. Claro, sus acciones quedaron alojadas en el inconsciente colectivo. Lo mismo sucedió con su oratoria intensa. Y en un recorrido por sus frases célebres, hay puntos de unión. Así es, surgen palabras paralelas en momentos eternos para la sociedad. «Tengo los brazos caídos y el alma destrozada. Me cortaron las piernas», sentenció el Diez, allá por el 30 de junio de 1994, al conocerse su doping positivo en el Mundial de EE.UU. Y el flashback encuentra una definición de matices similares en Perón. Increíble, pero cierto.
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Leer el juego (por José Pablo Feinmann)
En sus 69 años, José Pablo Feinmann enfocó su mirada intelectual en varios temas. Lo hizo, por ejemplo, con el ADN del peronismo, la violencia de los 70 y su relación con el ex presidente Néstor Kirchner. Esas cuestiones fueron compiladas en distintos libros, entrevistas y programas. El escrito y filósofo puso sus ojos, también, en el cine y el papel de varios actores. Y alguna vez, se corrió de esos terrenos y observó con interés a un mito argentino de la pelota. Así es, Diego Maradona atrajo la pluma prolija de Feinmann. Dieguito, publicado en Cuentos de Fútbol Argentino, recorre una historia interesante con el Diez entre sus protagonistas. Y en De Fútbol Somos, asoma como el relato elegido de esta sección. Sale, entonces, el pase preciso de Feinmann. Es tiempo de leer el juego.
Preparen, apunten… ¡Diego!
Gambeteador compulsivo en los setenta, René Houseman escuchó la pregunta y dejó su viejo estilo en el pasado. «¿Qué opino de Maradona? Ese gordo vigilante no quiere a nadie; sólo se quiere a él mismo. No me gusta cómo trata a Riquelme, el último ídolo de Boca. Que no le dé bolilla al gordo infame. Ojalá se vaya a robar afuera y no venga más», disparó el ex Huracán, directo al cuerpo de Maradona. Y las balas sonaron fuerte en la patria futbolera, ya que no salieron de la trinchera del Diez. Claro, Houseman dio vuelta la estrategia en el campo de batalla. Apretó primero el gatillo y siguió el camino de unos pocos personajes. De Fútbol Somos propone un viaje por el archivo y recuerda los mensajes más picantes contra el ex DT de la Selección. Aquí, las mejores frases.
Habría que organizar dos torneos. Uno para los adictos, como Maradona, y otro para los que no lo son». (José Luis Chilavert, en 1997). Continue Reading
El Chichón de Dios
Enfocó sus ojos en la cámara, pensó en el malestar eterno de aquel arquero y disparó con ironía: «Te voy a contar un secreto, Shilton. El gol fue con la mano». Era 1998 y Diego Maradona se burlaba, otra vez, del uno de Inglaterra en el Mundial de México. Ya lo había hecho 12 años antes, en el salto interminable en el césped del Azteca. Y allá por 2001, también amplió la dedicatoria de su festejo. «La Mano de Dios fue como robarle la billetera a los ingleses», definió el Diez, al ángulo, y con el ingenio de Villa Fiorito. Dos maneras auténticas de mirar por el espejo retrovisor y repasar su primer gol a los ingleses. Pero distintas a la que había expresado el 22 de junio de 1986, una hora después de ese clásico. Los periodistas lo esperaban en un vestuario hirviente de satisfacción. Ansiosos, querían el título para sus crónicas. Entonces, Maradona frenó las preguntas con el pecho, gambeteó con su pique corto y sacó derechos de autor en una frase pícara. Poco conocida y reproducida por los enviados especiales. «Salté junto a Shilton, pero le di con la cabeza. Lo que pasa es que se vio el puño del arquero y, por eso, la confusión. Pero fue de cabeza, si hasta me quedó un chichón en la frente. Lo hice con la cabeza de Maradona, pero con la Mano de Dios».
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