El hombre vivió horas cargadas de nervios. Encerrado en un hospital de Quito, denunció a un grupo de policías sublevados por no dejarlo salir de allí. “Me voy como presidente o cadáver”, advirtió el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa. Al final, reasumió el poder tras ser rescatado por fuerzas militares. Se lo notó tenso. Lo contrario de sus tiempos como docente en la Universidad San Francisco de Quito. Entonces, jugaba en los Vilcamba, el equipo de los profesores. “No es malo, ¡eh!… Es hincha del Emelec”, recordó el académico José Cisneros. Correa es un futbolero auténtico. Incluso, alguna vez se dio el gusto de relatar por radio. Y este año, visitó la tumba de Alberto Spencer, gloria de Peñarol en los 60 y máximo goleador de la Libertadores, con 54 gritos.

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