Santiago Tuñez Author
Pase profundo (por Roberto Fontanarrosa)
Allá por febrero, De Fútbol Somos le abrió el espacio a una nueva sección. En Pase profundo, cada domingo pudieron leerse definiciones maravillosas de escritores sobre este juego. Esta vez, habrá un cambio. La asistencia literaria no estará dedicada a una temática futbolera, sino a un personaje. ¿Quién? Martín Palermo, héroe en su último clásico contra River. El hombre al que el inolvidable Negro Fontanarrosa definió con estas palabras. Tinta mágica.
Palermo tiene una sola idea en su cabeza, entre parietal y parietal, allí en la zona con que golpea la pelota que viene por aire. Resuelve de inmediato. Ejecuta. Liquida».
Palabras mayores (Juan Pablo Carrizo)
¿Será su último clásico antes de regresar a Europa o seguirá otra temporada en River? Poco parece importarle esta cuestión a Juan Pablo Carrizo. Por estas horas, el corazón del arquero galopa en los últimos metros rumbo al clásico. Se acerca el viaje a la Bombonera. El lugar en el que quiere ensanchar su cuerpo. Y plantarse frente a la grey azul y amarilla. Un desafío, en definitva, que lo llevó a soltar la mejor frase futbolera de la semana.
A mí me motiva jugar en la adversidad. Es lindo sentir que tenés a todo el público en contra, que estás sólo con tus compañeros y que podés hacer enmudecer a toda una hinchada».
El sabor de la primera vez
Domingo 20 de septiembre de 1931. La fecha está tatuada en la piel del superclásico. Nada puede borrar su tinta. Ni siquiera el recorrido de casi 80 años. Ese día, Boca y River jugaron su primer duelo del profesionalismo. Ocurrió en el “field de Brandsen y Del Crucero”, tal como se escribía en aquellos días. Y terminó en escándalo. La hecatombe total. “El clásico defraudó a los espectadores”, fue el título de la crónica de El Gráfico. Que, ya en ese entonces, se asombraba del “ambiente irregular y desagradable en que se desarrolla el fútbol”. Increíble, pero cierto.
El periodista de la revista dejó un texto inolvidable. Letras de quejas y advertencias, en una tarde que había empezado con la Continue Reading
Redemption ball
Son tiempos de gloria efímera y negocios multimillonarios en el mundo de la pelota. Tiempos en los que se necesita una canción de redención. Como aquella que alguna vez entonó Bob Marley. El hombre que le puso el cuerpo a cualquier picado. Tal como lo hizo en 1980, cuando viajó a Río de Janeiro y jugó con Paulo César, campeón con Brasil en México ’70. Y su muerte, de la que hoy se cumplen 30 años, también se debió en parte al sentimiento futbolero. Un pisotón de un periodista, en medio de un partido jugado en 1977, le causó una herida en un dedo del pie. Con el tiempo, se infectó y avanzó como un cáncer hasta alcanzar los pulmones y el cerebro. La triste despedida fue decorada con una guitarra, un moño de marihuana, un anillo…Y una pelota. No podía ser de otra manera.
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Sueña un sueño imposible
La salida de Gimnasia, después de sólo 12 partidos en el banco, despertó una idea en Angel Cappa. «Los entrenadores vamos a tener que hacer contratos por partido», planteó el DT. Su sugerencia es comprensible en el fútbol nuestro. Seis técnicos, entre ellos el propio Cappa, fueron despedidos en 13 fechas del Clausura. Ciclos de trabajo efímeros. No sorprende, entonces, la falta de identificación de los hinchas con los técnicos. Todo lo contrario a lo que ocurre en la Premier League. Allí, este fanático de Liverpool ondeó una bufanda con el nombre de Kenny Dalglish. La cara del equipo en el banco. ¿Se verá, alguna vez, una escena similar en Argentina? Sueña un sueño imposible.
Yo quiero tener un millón de amigos
«Me voy a Rusia con gran interés. Es una nueva aventura en mi carrera». Lo aseguró Roberto Carlos, allá por febrero pasado, cuando armó su equipaje y voló directo a ese país. La llegada a Anzhi anotaba otro club europeo en su exitoso currículum. No sólo eso: también le ponía fin a su ciclo en Corinthians, donde había sido amenazado por los hinchas. Y tres meses después de esas palabras, no quedan dudas que el lateral vivió experiencias inéditas en Rusia. En el partido contra Volga, un hincha entró al césped y le pidió un autógrafo. ¿Cuál fue la reacción del brasileño? Primero, puso su firma en el papel. Después, lo abrazó. Y al cabo, lo despidió con aplausos. Un crack.
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Pase profundo (por Alastair Reid)
Hay partidos que quedan registrados por siempre en el inconsciente de los futboleros. El calendario perfora los años y las imágenes de ese duelo son eternas. Ni hace falta apretar play en el DVD. Uno de esos duelos ocurrió en el Mundial de 1986. Fue el cruce entre Francia-Brasil. Goles, lujos y emoción decoraron este choque. Tanto, que el poeta escocés Alastair Reid lo definió como el juego ideal. El mejor ejemplo de que el fútbol puede correr los límites de una cancha. Y tener valores culturales. Nada más. Nada menos.
Si un marciano preguntase qué es el fútbol, un vídeo del partido entre Brasil y Francia por Mundial de México 1986 lo convencería de que se trata de una elevada expresión artística”.