LA NOCHE QUE GUARDIOLA CONVIRTIÓ A MESSI EN FALSO 9

A un toque

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Por Martí Perarnau (@martiperarnau)

El falso 9 es una posición que Guardiola ama porque la desarrolló para Leo Messi y convirtió al argentino en el futbolista más letal del mundo. La posición no fue un invento de Pep: la rescató del baúl de los recuerdos. El falso 9 existe en el fútbol desde los tiempos del argentino Adolfo Pedernera, uno de los líderes de La Máquina de River (1936-1945), aunque el primer gran intérprete de la posición fue el húngaro Nándor Hidegkuti, protagonista de grandes hazañas con su selección, de los Mágicos Magiares, en los años 50. Futbolistas como Alfredo Di Stéfano, Michael Laudrup o Francesco Totti han sido grandes falsos 9, pero la figura estaba retirada del escenario mundial hasta que Guardiola la recuperó el 2 de mayo de 2009.

Fue en el estadio Santiago Bernabéu contra el Real Madrid. Estaba en juego el título de la Liga, el primero de los tres consecutivos que lograría Pep con el Barcelona, y el entrenador catalán soltó su bomba. A los 10 minutos del partido, todavía con 0-0 en el marcador, dio una orden y Messi y Samuel Eto’o intercambiaron las posiciones. Eto’o, delantero centro, se fue a la banda derecha como extremo. Messi, extremo derecho hasta entonces, ocupó la zona central del campo, pero no en punta, sino retrasado como un centrocampista más. Los defensas centrales del Real Madrid, Metzelder y Cannavaro, no supieron contrarrestar el cambio.

 

En noviembre de 2013, preparando este libro, cené en Düsseldorf con Christoph Metzelder. Aún recordaba atónito lo sucedido: «Creo que el primer partido que se inventó Pep fue ese Madrid-Barcelona del 2-6. Colocó a Eto’o a la derecha y a Messi en el centro. Fabio (Cannavaro) y yo nos dijimos: ‘¿Qué hacemos? Lo seguimos al mediocampo o nos quedamos atrás?’ No supimos qué camino tomar y fue imposible pararlo». El Barcelona de Guardiola ganó aquel partido por un 2-6 histórico que le dio el título de la Liga, pero, sobre todo, inició un período fértil e inédito en el que acaparó títulos, gloria y un prestigio jamás visto. El falso 9 quedó grabado en el recuerdo como una aporte extraordinario de Guardiola. No porque lo inventara, sino porque lo redefinió a través de un futbolista excepcional como Messi.

¿Cómo llegó a rescatar de la memoria del fútbol dicha figura? Sucedió un día antes del partido. Era un viernes festivo, 1° de mayo de 2009. Guardiola se había quedado en la ciudad deportiva del Barcelona estudiando al rival. Es una rutina que inició entonces y continúa ahora. Durante dos días analiza el equipo al que se enfrentará, buscando sus fortalezas y debilidades. Revisa partidos completos y también los videos que seleccionan sus ayudantes.

«El falso 9 quedó grabado en el recuerdo como una aporte extraordinario de Guardiola. No porque lo inventara, sino porque lo redefinió a través de un futbolista excepcional como Messi», escribe Martí Perarnau en su segundo libro sobre Pep.

El día antes del partidos se encierra en su despacho, pone música generalmente suave y busca la solución al problema: ¿por dónde atacar al rival?, ¿dónde generar la superioridad? Es la búsqueda de la inspiración que, por supuesto, sólo llega algunas veces. El propio Pep lo explicó en Barcelona en septiembre de 2011, cuando recibió la medalla de Honor del Parlament de Catalunya: «Antes de cada partido me encierro en un despacho que he arreglado para mí, me pongo dos o tres videos del rival al que nos enfrentamos, tomo papel y bolígrafo, y tomo notas. Es entonces cuando llega un momento acojonante que da sentido a mi profesión, y es cuando me doy cuenta de que ya lo tengo, que he dado con la clave para ganar. Es una sensación que dura apenas un minuto, minuto y veinte segundos quizás, pero es lo que da sentido a mi profesión».

Cuando explicó ese sentimiento casi mágico, pensaba probablemente en aquel 1° de mayo. Fue un momento clave. Creyó encontrar una solución inédita para vencer al Real Madrid, que en aquel momento acumulaba 17 jornadas consecutivas de liga sin perder. Repasando un partido anterior entre ambos equipos, Pep advirtió que la presión de los centrocampistas madridistas Guti, Gago y Drenthe sobre Xavi y Touré era muy intensa, pero no iba acompañada por la de sus defensas centrales Cannavaro y Metzelder. Ambos se quedaban muy atrás, cerca del área de Iker Casillas, y dejaban mucho espacio libre entre ellos y los centrocampistas del Madrid. Una zona gigantesca vacía.

Messi y Guardiola, a pura satisfacción después de aquel clásico contra el Real Madrid que marcó un cambio en la carrera de la Pulga.

Eran las 10 de la noche y Pep estaba solo en la ciudad deportiva del Barcelona. No quedaba nadie, ni siquiera sus ayudantes, sólo él en un despacho iluminado de manera tenue. Imaginó a Messi moviéndose libremente por aquel enorme espacio vacío del estadio Bernabéu, a la espalda de los mediocentros madridistas y encarando en solitario a Metzelder y Cannavaro, petrificados sobre la línea del área, dudando si ir a por el delantero argentino. Tan clara vio la jugada que levantó el teléfono. No llamó a ninguno de sus analistas, ni a Xavi, el cerebro del equipo. Llamó directamente a Messi: «Leo, soy Pep, tengo algo importante, muy importante. Ven. Ahora. Ya», le dijo.

A las diez y media de la noche, Leo Messi, de 21 años, golpeó la puerta del despacho de Pep. El entrenador le enseñó el video y detuvo la imagen mostrándole la zona vacía que el día siguiente iba a ser suya: la zona Messi, la del falso 9. «Leo, mañana en Madrid vas a empezar en la banda, como siepre. Pero si te hago una indicación, te vas a la espalda de los mediocentros y te mueves por esta zona que te acabo de enseñar. Es lo mismo que hicimos en septiembre pasado en Gijón», le indicó.

 

En Gijón, el 21 de septiembre de 2008, con el agua al cuello tras haber perdido el primer partido de liga ante el Numancia y empatado el segundo contra el también modesto Racing de Santander, Guardiola se jugaba su porvenir como entrenador de Barcelona. Decidió mandar a Eto’o a la banda derecha y jugar con Messi en la zona del falso 9, tal como el argentino había jugado muchas veces en su edad de cadete. Venció el Barcelona por goleada (1-6) y empezó la marcha triunfal de Pep. Seis meses más tarde, el entrenador rescataba la misma idea y se lo explicaba en persona al protagonista: «Leo, cuando Xavi o Andrés se salten la línea y te pasen el balón, te vas directo a por Casillas».

Fue un secreo entre ambos. Nadie más del Barcelona supo lo que Pep había transmitido a Messi aquella noche, salvo Tito Vilanova al día siguiente, ya en el hotel de concentración. Minutos antes de empezar el partido el 2 de mayo, Guardiola llamó aparte a Xavi e Iniesta y les dijo: «Si ven a Leo entre líneas y por el centro, no lo duden: pásenle el balón. Será como en Gijón».

Aquel 2 de mayo de 2009, Barcelona aplastó al Real Madrid por 2-6, Messi se convirtió el falso 9 y Pep sonrió, feliz.

*El artículo fue publicado por el autor en su libro Herr Pep

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