EN BUSCA DE LA IDENTIDAD PERDIDA

Al ángulo

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Por Santiago Tuñez

Apretó sus puños, dejó el banco de suplentes y gritó pleno de satisfacción. Se abrazó con el Panadero Díaz, su hermano de la vida, y el Profe Ricardo Echeverría, un amigo que le había dado la Selección. Ya no estaba envuelto en el piloto azul que lució dos años antes en Chile, pero se lo veía tan orgulloso como esa vez. Alfio Basile festejaba el título de la Argentina en la Copa América de 1993. El segundo al hilo de su equipo en este certamen. El último éxito oficial del seleccionado en 26 años.

“Creo en el trabajo y los jugadores. Sólo con las cábalas nadie sale campeón. Pero es verdad, en un momento me pareció que se venía la noche. Primero, lo de Caniggia (doping positivo en el fútbol italiano); después, en Guayaquil, se rompió Darío Franco ante Bolivia. Pucha, me dije, contra el destino nadie la talla, pero el marote me empezó a trabajar. ¿Esto qué quiere decir? ¿Qué carajo pasa? Se me lesionaban y perdía a los titulares. Por suerte, la cosa se encarriló…”, confiaba Coco Basile a El Gráfico, después de la consagración contra México en Guayaquil, y mientras se acercaban las Eliminatorias para el Mundial de Estados Unidos.

A casi dos décadas de la refundación iniciada por Flaco Menotti, la Argentina encadenaba títulos y respetaba tiempos de trabajo. Basile era el tercer entrenador de los ciclos que duraban -como mínimo- cuatro años. Sí, apenas tres nombres habían dirigido al equipo entre 1974 y 1993. Aquellos tiempos parecen prehistóricos. En cambio, diez técnicos pasaron por la Selección desde 1998 hasta aquí. Sólo Bielsa, en su primera etapa, recorrió una etapa de cuatro años hasta el Mundial de Corea-Japón. Y nada tuvo permanencia después de su adiós en septiembre de 2004. De hecho, el futuro de Scaloni será analizado luego de esta Copa América en Brasil.

En esa falta de continuidad de entrenadores y proyectos, el seleccionado debió convivir también con las frustraciones. Perdió cuatro finales en el torneo continental (ante Brasil en 2004 y 2007, y frente a Chile en 2015 y 2016, ambas por penales). Y vivió otra escena aún más triste: la derrota contra Alemania 1 a 0 en la definición del Mundial 2014. La mochila se hizo cada vez más pesada para Messi, Di María y Kun Agüero, tres nombres que estarán en tierras brasileñas. Podría pensarse, entonces, que la Argentina tiene la necesidad de pagar en efectivo esa deuda y lograr sí o sí el título en esta Copa América. Nada de eso.

“Tu obligación no ser campeón del mundo, tu obligación es saber cuál es la idea de juego”, subrayó alguna vez Menotti, hoy director de Selecciones Nacionales. Y por ahí debe pasar ahora la prioridad del plantel que dirige Scaloni. Después de tantos cambios de técnicos, la Argentina precisa encontrar su ADN futbolístico. Seguir un estilo, más allá de las variantes de un partido, y respetarlo en estos tiempos de renovación. El título, en definitiva, será un efecto de esa identidad.

 

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