El lado futbolero de la luna

A un toque

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Acaso, este Premio Nobel de Literatura recibido a los 74 años sea la distinción más intensa de su vida. Pasará el tiempo y el recuerdo del galardón latirá en el cerebro de Mario Vargas Llosa. Tanto como aquella tarde de 1946 en que su tío lo llevó a ver a Universitario Deportes y firmó un pacto de amor eterno. Y también, el día en que Alberto Toto Terry, leyenda del fútbol peruano, le hizo conocer el césped del estadio Nacional. «Fue en un partido de chicos. Nos pusimos el uniforme de la U y jugamos contra Alianza, el gran clásico de Perú. Ya no recuerdo si llegué a patear alguna vez la pelota, pero sí la emoción de estar allí con la casaca de la U, en el estadio Nacional, ¡nada menos!», evocó el escritor en 2008 en una entrevista con el diario ABC.
Fanático de Pelé, Garrincha y Rivelino, Vargas Llosa protagonizó en Brasil otra escena futbolera inolvidable. Ocurrió durante su luna de miel. «Creo que mi mujer nunca había visto un estadio -no entendía nada de fútbol-, pero fuimos unos días a Río de Janeiro y conseguimos entradas para ver al seleccionado brasileño contra Alemania. Jugó Pelé, el futbolista más extraordinario que he visto. Un mito y una realidad», contó el escritor peruano.
Autor de La Catedral, La fiesta del Chivo y Pantaleón y las visitadoras, entre otros éxitos literarios, Vargas Llosa aún no publicó un relato futbolero. ¿Lo hará alguna vez? Como el medio centro que fue en su juventud, frenó la pelota, miró a los costados y respondió: «No lo descarto antes de morir».

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