«EL FÚTBOL ES EL ARTE DE LOS PIES»

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Junio de 2001. En su departamento del barrio Las Carmelitas, de Asunción, Augusto Roa Bastos toca de primera. Cada pase lleva la experiencia del hombre que alguna vez jugó en las inferiores de Cerro Porteño. Y también, el crédito obtenido con El trueno de las hojas, El baldío y Madame Sui, entre otras obras legendarias. Hay ruido de fútbol en cada palabras del escritor paraguayo. De eso se trata esta entrevista con la revista Al Arco, en la que suelta conceptos y deja su opinión sobre distintos nombres. Aquí, un repaso por aquella nota al narrador supremo, en el mes que se cumplieron 100 años de su nacimiento.

Por Marcelo Androetto (@androetto)

Augusto Roa Bastos tiene 83 años pero sigue disparando al arco con destreza, ya sea imaginariamente con la pelota que lo sedujo en los tiempos de su juventud, cuando era jugador de las inferiores de Cerro Porteño, ya sea cuando define con la palabra una idea.

El ganador del Premio Cervantes 1989 por su obra Yo, el Supremo (1974), que vivió exiliado en la Argentina y Francia durante la dictadura de Stroessner, admite que entre Pelé y Maradona elegiría al primero y asegura que Chilavert, que lo ayudó económicamente hace un par de años cuando fue operado del corazón, «es un buen ejemplo porque es inteligente, humilde y sabe ubicarse».

Sentado en el living de su casa, Roa Bastos se entrega de lleno a su pasión: «A mí me fascina cómo la mente humana puede incluso movilizar las extremedidades. El fútbol es el arte de los pies. Se juega con los pies, pero evidentemente el fútbol no nace ahí, sino de un cerebro que está manejando esas potencias. Así como salen de la cabeza las palabras para un soneto magnífico, también salen de la mente jugadas fabulosas.

Dejemos, pues, que Don Augusto mueva la palota.

-Usted dejó de jugar al fútbol por una lesión. ¿A ese tobillo maltrecho le debemos la existencia de un gran escritor?
-No (sonríe), porque tengo cierto espíritu crítico y me di cuenta que no había nacido para ese deporte incluso antes de lesionarme. Jugué en las inferiores de Cerro Porteño, como marcador de punta derecho. Para mí era una fiesta, una diversión en esos años juveniles, pero sabía que eso no dura y que después me convertiría en espectador de fútbol.

Con Yo el Supremo, Roa Bastos logró el Premio Cervantes en 1989.

-Tiempo atrás usted definió al fútbol como una medicina social, sobre todo en América Latina. ¿En qué fundamenta esa observación?
-El pueblo necesita una distracción, y el fútbol, que es el deporte que más se practica en América Latina, cumple perfectamente ese rol: es un deporte noble y popular, que ocupa un lugar muy destacado en la economía social de nuestros países, no sólo como diversión, sino también como ocupación. Al fin de cuentas, todas las actividades humanas comienzan como un juego, con sus reglas propias, sus leyes, tal como sucede con el fútbol.

-Y esta medicina que se llama fútbol, ¿qué males cura en nuestra sociedad?
-Cura en sentido figurado, porque es una actividad que contribuye al equilibrio no sólo del ser humano, sino del ser humano en sociedad. Es una de las formas de aprendizaje para la disciplina, para la convivencia y el trabajo en equipo. Claro, en el fútbol no todo es positivo, hay costados criticables, pero no por el deporte en sí, sino por todo lo que lo rodea. Por lo pronto, no encuentro que haya un sustituto del fútbol como actividad social para todas las clases, no sólo de un sector. El tenis, por ejemplo, es más aristocrático. En cambio, el fútbol es una actividad que hace aprender a la gente a vivir en sociedad y a jugar en sociedad.

El fútbol es un deporte noble y popular, que ocupa un lugar muy destacado en la economía social de nuestros países en América Latina, no sólo como diversión, sino también como ocupación», definía el escritor paraguayo hace más de 15 años, en aquella nota con la revista Al Arco.

-¿El crecimiento de los intereses económicos puede, a su criterio, dañar al fútbol?
-Sí, totalmente. El mayor mal para el fútbol es que se le han mezclado los intereses económicos-financieros y que ahora, además de ser un deporte excelente, es también un excelente negocio. No en balde las directivas de los clubes se manejan con respecto a estos intereses como verdaderas hampas políticas o policiales. Si esos grandes intereses en juego, y sobre todo en oposición, van creciendo de una manera no normal, pueden hacer incluso que el fútbol se extinga o cambie. Porque todo lo que se hace en sociedad está expuesto a la transformación. Hay que salvar la especifidad del fútbol como deporte en sí, que es lo que yo defiendo, no lo que está ligado ad hoc al fútbol, detrás de las bambalinas.

-José Luis Chilavert, que es su amigo personal, ¿actúa de malo de la película pero tiene buen corazón?
-Creo que Chilavert es un tipo naturalmente muy inteligente, que sabe adaptarse a los ambientes donde le toca actuar… esa suerte de agresividad de Chilavert en la Argentina es una especie de defensa para él, no sólo porque a veces se sintió discriminado, sino porque la rivalidad era muy fuerte y el que dispone realmente de una fuerza tanto intelectual como deportiva trata de no ser superado… Yo, por ejemplo, no voy a permitir que en Paraguay haya otro escritor mejor que yo. Bueno, eso digo cuando estoy generalmente borracho… (se ríe), a lo sumo podría aceptar que aparezca uno dentro de dos siglos…

El escritor paraguayo, junto a Chilavert, que lo ayudó económicamente cuando fue operado del corazón en Buenos Aires.

-Entonces considera a Chilavert un ejemplo como deportista y como ser humano…
-Chilavert es un buen ejemplo porque es inteligente, humilde y sabe ubicarse. Tiene un carácter fuerte y ese carácter se proyecta como parte de su personalidad. No es un improvisado y le ha tocado actuar en medios muy duros para los «cabecitas negras» -y nosotros nos incluimos en esa clasificación- como son la Argentina y Francia.

-Alguna vez señaló que Maradona era un personaje interesante para una novela. ¿La va a escribir?
-Me parece que le faltaría cumplir todavía algunos otros capítulos de su vida, no sólo el de futbolista, sino el del amante o del hombre que defiende su concepto personal de la cultura… eso como personaje. Como estrella deportiva creo que en sí es tema de interés para una novela. Pero como Maradona hay muchos, en las provincias argentinas, en mi país mismo, hay verdaderos genios del fútbol que van a ser siempre desconocidos y que desde muy temprana edad tienen una visión yo diría genial. A veces me sorprende la plenitud de la sabiduría mental de nuestros jóvenes, pero que se pierde si no se la encamina en una dirección más constructiva y permanente. Porque un campeón de fútbol cuánto puede durar, ¿diez años como máximo?

-Parece una crítica velada a Maradona de su parte…
-Lo va que va a quedar de Maradona es su calidad de gran futbolista, eso nadie se lo puede quitar, y eso va a ser siempre un estímulo para los jóvenes. Jugar como Maradona es interesante para cualquier chico. Es probable que el éxito se haya transformado en su droga. Eso no ocurre sólo en el ámbito deportivo, sino también en otras actividades. Yo conozco a mi gente, la que trabaja en el campo intelectual, y a veces son mucho más egoístas que los deportistas. Somos muy pagados de lo que suponemos que sabemos.

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