DIEGO, ¿TE GUSTARÍA CONOCER AUSTRALIA?

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Agosto de 1993. Juegan Argentina y Paraguay por las Eliminatorias para el Mundial de EE.UU. Y el empate 0 a 0 deja a la Selección en un lugar incómodo. Queda sólo un partido para lograr el viaje en primera clase. O en todo caso, definir todo en el repechaje. Algo olfatea Osvaldo Soriano, futbolero como pocos escritores. Y se pregunta, premonitorio, si a Diego Maradona -por entonces habitante de la platea del Monumental- le gustaría conocer Australia. Pasen y lean esta crónica publicada por el Gordo en Página 12, a la espera de un nuevo cruce entre el seleccionado argentino y la Albirroja.

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El domingo que viene hay que ganarle a Colombia en 90 minutos sin alargues, ni penales. ¿Serán capaces los chicos? Espero que sí, en fútbol se ven cosas muy sorprendentes. Y si no para qué hacerse un drama si todavía nos queda Australia y Maradona está cada vez más flaco.

A mí me daría no sé qué el repechaje: después de dos copas continentales, de tanto invicto, de creernos los mejores, que nos vengan a sacar la clasificación en Buenos Aires no me hace ninguna gracia. Ahora, si tenemos en cuenta los partidos jugados este año contra Colombia, la cosa pinta fea. Muy fea. Tanto que si fuera posible yo correría a llamar al venerable Diego, cualquiera sea su peso y humor, a ver si viene a darnos una mano ahí donde ni Redondo ni Leo Rodríguez dan pie con bola.

Porque el empate no sirve y habrá que inventar algo para que Valderrama y Rincón no vuelvan a reírse de nosotros. Dicho de otro modo: ¿qué hacer para que los colombianos no empiecen a tocar y tocar, aparte de protestar y darles algunas patadas en los tobillos como la otra vez? Basile conoce la respuesta: a un equipo hábil y tocador no hay que dejarle tener la pelota. Claro que para eso se necesitan jugadores con ideas claras y mucha serenidad. Contra Paraguay no Altamirano el peor, hay que decirlo enseguida porque tanto lo hemos castigado que ya están por mudarlo de River a Banfield.

El mejor, de lejos, fue Jorge Borelli, en quien, confieso, yo no tenía ninguna fe. Qué bien jugó, qué rápido en los anticipos, qué inteligente para mandarse al ataque cada vez que pudo. Después, los del medio, no quisiera ofender, pero qué decepción. Pipo Gorosito metió dos pelotas de gol, pero de a ratos parecía tan frío y oscuro como una berenjena. Simeone las corrió todas, pero me parece que se había calzado los zapatos al revés. Redondo anduvo de paseo, como siempre, hasta que Basile se decidió a sacarlo pero no por Villarreal, sino por Rodríguez.

Se me hace que a Leo Rodríguez le va a costar hacerse otro lugar en Europa. ¿A su edad todavía no le avisaron que un volante debe avanzar con la cabeza levantada? Qué paradoja: en un partido sin goles, aparte de Borelli, los más dignos fueron los dos de punta, Medina Bello y Batistuta. En el primer tiempo, Chilavert le tapó un tiro terrible al Mencho. En ese instante pensé que debió haber elegido el otro palo, pero al ver la repetición por la tele comprendí que no. Chilavert le achicó el ángulo cerca de tres metros, que si no la pelota iba adentro. También Batistuta anduvo cerca y si todos hubiesen guardado un poco de calma, uno de los espantosos peloteos del segundo tiempo tendría que haber terminado en gol.

Igual, como los colombianos tienen mucha diferencia de goles a su favor, hay que salir a ganar. Ahora bien, esa película está muy vista: ataques, desesperación, contragolpe del gordo Valenciano y pasaje para Australia. Y ojalá que Paraguay no le haga cuatro a los peruanos y encima haya que llorar sobre leche derramada. ¿Entonces qué? Un examen de conciencia, como hicieron los brasileños después del horrible comienzo. Si alguien está conforme con lo hecho el domingo es porque tiene ganas de comprobar si de verdad Indiana Jones es el goleador de Australia.

En la cara de Basile se leía una gran desilusión: el fútbol que faltó hasta ahora, ¿se podrá jugar el domingo que viene? En una de ésas ni siquiera es necesario. Si lo marcan al viejo Valderrama, si no dejan que Rincón se vaya de contra, si se cuidan del gordo, si le dicen a Redondo que vaya arriba, si le dan a Gorosito para que alimente las carreras de Batistuta y el Mencho, si Cáceres entra y puede plantarse cerca de Zapata, si los laterales van hasta el fondo para levantar centros, si la tribuna ruge los 90 minutos y Dios Nuestro Señor acepta estar otra vez de nuestro lado, si todo eso pasa y Colombia está en un mal día, podemos ganar.

 

 

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