DI MARÍA: «LA PUERTA DE LA SELECCIÓN ME LA VA A TENER QUE CERRAR ALGUIEN, YO NO»

A un toque

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Tenía destino de carbonero, como su papá Miguel. Ahí, en su casa del barrio Alberdi Oeste, Ángel Di María acomodaba bolsas y manchaba su cuerpo. Tiznado desde su rostro hasta los pies, fantaseaba con un viaje exitoso por las inferiores de Rosario Central, pero sumaba poco rodaje entre los titulares. El sueño de futbolista parecía astillarse. Hasta que el Viejo Zof le abrió las puertas de la Primera, Carlos Ischia apostó por su juego vertiginoso y Fideo encontró su punto justo de cocción. Ese que lo llevó, entre otros equipos, a Real Madrid y París Saint Germain. Nada más. Nada menos.

Tenía, también, destino de frustración con el seleccionado. Más allá de la medalla dorada en los Juegos de Beijing 2008, con gol incluido en la final, y su definición agónica contra Suiza en el Mundial 2014, Di María chocaba contra una pared pintada de desilusiones. A las derrotas argentinas en tres finales al hilo, se sumaban las lesiones que lo habían sacado de esos partidos. Así y todo, volvía a tomar impulso y buscaba la consagración en celeste y blanco. Y el título, al cabo, llegó a su vida futbolera. Fue hace unos días, en el Maracaná, donde con un toque quirúrgico le dio la Copa América a la Selección contra Brasil. El trofeo que se hizo tatuaje en su piel.

Ahora bien, ¿qué siente Di María después del éxito con el seleccionado? ¿Cómo vivió su gol en Río de Janeiro? ¿Ya cumplió su deber o se atreverá a más cuando resta un año para el Mundial de Qatar? Aquí, cinco frases que el futbolista rosarino dejó en una entrevista con el diario La Nación

Di María, con el trofeo de la Copa América en Brasil. La consagración tan deseada con el seleccionado ya era realidad. Foto de Alexandre Schneider / Getty Images South America / Vía Zimbio.

«El día después de pasar por penales contra Colombia, Mascherano me escribió y me dijo que iba a hacer el gol en la final. Pero jamás pensé que iba a ser de esa manera, por arriba. Sí, sentía que si me tocaba jugar, un gol podía hacer. Era un sentimiento que me daba vueltas».

«Lo tenía en la mente apenas controlé la pelota. Salió todo perfecto. Fue como contra Nigeria en los Juegos Olímpicos de China, pero del otro lado. Trece años después, otro gol importante, para ganar un título, con una definición casi casi igualita… Tenía que ser así».

«Sabía que más o menos las burlas iban a estar siempre ahí. Pero no podía dejar de jugar por eso. El que se pone la camiseta de la Selección soy yo, y entendí que eso era lo único importante. Lo único que siempre me importó fue seguir vistiendo esa camiseta. Y todo terminó como yo lo esperaba».

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«Si se trata de Argentina, no importa nada. Hay que dar la vida. Mucha gente nos decía que no volviéramos a la Selección. Y nosotros volvíamos. Algunos días, todavía no termino de caer. Es por lo que soñamos tanto tiempo, por lo que peleamos tanto».

«Ahora quiero seguir más que antes. Primero, hay que llegar al Mundial, y después quiero estar en ese Mundial. Ahora voy por Qatar. Lo diré siempre: a la Selección nunca se le dice que no. No me voy a querer ir más. La puerta de la Selección me la va a tener que cerrar alguien, yo no».

 

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